domingo, 11 de septiembre de 2011

hace 10 años

Creo que ya lo he superado y puedo hablar de ello,  hay quien dice que no, y que si algo me recuerda aquellos días se me eriza el vello.

Llamé a la puerta y le dije que pusiera la tele. Las imágenes se repetirían hasta la saciedad. Aquella comida se quedó allí muda, criando no malvas, sino hongos varios. El crujido del pan desmenuzado por el suelo delatarían a cualquiera que entrara en el salón.

Mi vida la he compartido, aparte de con mis padres, tres veces. Mi primera experiencia en un piso de estudiantes no fue mal; buen ambiente, compañero cocinillas y cinéfilo que nos trataba mejor que cualquier abuelita encantadora. Marcharon mis dos compañeros y me quedé el piso. Tras unos meses solo en los que por el piso pagaba el precio de la habitación, ahora no se puede alquilar, no han venido los nuevos, bla, bla, bla.. tuve que buscarme compañeros nuevos so pena de tener que abandonar el piso.

Parecían normales.

Pero no lo eran.

Al principio, cuando ponía una lavadora, sacaba sus cosas mientras se lavaban las mías y luego las dejaba como estaban, que es a lo que me enseñaron. Pronto descubrí que ponía dos lavadoras sin que el tambor de la lavadora cambiara de contenido. Lo mismo sucedía con la ropa tendida, aunque en este caso no la volvía a tender, la dejaba encima de una silla hasta que aprendiera a volver a su cuarto.

Mis cedés desaparecían para aparecer desmembrados por su habitación.

Una mañana el ruido no me dejaba estudiar. El soniquete continuo de una cinta  que se despega y vuelve a pegar durante más de una hora. Le pregunté por qué lo hacía, decía que era alérgico al polvo. Estaba plastificando el colchón con plástico de forrar libros y cinta marrón de embalar. Aquel aprendiz de médico no pensaba en el calor que daría dormir sobre un plástico, el ruido que metería, el efecto fuelle expansor de miasmas que tendría el colchón completamente forrado excepto en algunos puntos.. seguro que tenía eneuresis, porque no me creo que fuera alérgico a la vista de las pelusas y cenizas de pipa que pululaban por la  habitación.


Al principio nos juntábamos, si nos encontrábamos por el pasillo de tres metros, el baño o la cocina charlábamos, pero poco a poco empezamos a evitarnos.

Como en una película del oeste los matojos atravesaban las zonas comunes. Sobra decir que la comida quedó en el salón como en una representación de la fragilidad de la vida durante un par de semanas. Las migas, croûtons, creo que las recogería el siguiente inquilino. El mismo que debió colocarse un traje NBQ para limpiar ese baño, aún más sucio que el de los anuncios. Con cortinas pegajosas y un espejo donde hace tiempo que alguien dejó de contemplarse. Como la cocina. A pesar de que el otro los seguía usando.

Cuando aún todo parecía normal yo usaba mi propia cafetera italiana, muy mona, para una taza, así no tenía que estrenar la que nos había proporcionado la casera, que daba para invitar a nuestras vecinas de piso. A mi me gusta el café recién hecho, a él le daba igual. Una vez me dio por descubrir el contenido para observar como empezaban a nacer cercos en la superficie del café. Si hubiera tenido un móvil de los de ahora habría hecho seguimiento del crecimiento de esos hongos que procesados iban a curar la peste, el sida, la diarrea y la alopecia, pero cinco meses después, con tres dedos de longitud, abandoné aquel piso y no volví a saber de ningún descubrimiento fantástico. Por suerte me tocó en sorteo la balda superior de la nevera, porque el contenido de alguna de las otras chorreaba. Sin que nos diéramos cuenta el congelador empezó a llenarse de sus cosas sin dejar sitio para las nuestras. Compraba mucho porque así le salía más barato, y se lo dejaba pudrir, por increíble que parezca, hasta en la nevera. Era el único que usaba la cocina.


Volví de vacaciones un par de días antes para estudiar en soledad. La verdad es que mi habitación era cómoda, tenía despensa, una pequeña tv (eran los tiempos preadsl..) y el ambiente solía ser tranquilo, así que sumido en mi microcosmos no se estudiaba mal.

Otro compañero de piso tuvo la misma idea que yo. Volvió antes de tiempo. Nos saludamos y descubrimos que éramos buena gente. Que el loco era el otro y que ninguno de los dos estaba con él. Afortunadamente los dos habíamos conocido una chica con piso propio que nos alegraban la vida (la suya puerta con puerta con nuestra jungla vertedero, la mía más lejos), pero lo más importante, que nos dejaban usar su aseo, su cocina y su salón.

No he vuelto a ver a ninguno de las personas con las que compartí mi piso.

Todos los días despierto al lado de mi salvadora, y aún me abraza cuando recuerdo aquello.

14 comentarios:

Armando dijo...

Ahora si que hay nivel,buenas noticias son.....

Xocas dijo...

Ibañez siempre hizo muchas bromas con lo de que era un autor preclaro, y la verdad es que sí lo fue. Yo estudié con unos tíos. Estupendamente, me llevaba muy bien con ellos y tenía mi propio cuarto en un ático. Además, viendo la experiencia de algunos compañeros en su pisos, estaba todavía más encantada (por ejemplo, recuerdo de un tipo que utilizaba un calcetín usado para marcar las páginas de uno de sus libros...).

Nacho Cembellín dijo...

Aquel día andaba trabajando por la tele haciendo un programa para niños, cuando aún se hacía tele para ellos. En todos los controles siempre están el resto de canales más importantes y recuerdo que la primera imágen q vi fue en TVE. Crei q era una peli, y menuda peli, que efectos.... inmediatamente A3, el Plus, Telemadrid y nosotros emitiamos las mismas imágenes... me quedé paralizado. Sonó mi móvil, era mi novia de entonces, una amiga suya de la infancia, trabajaba por aquel entonces en las torres, y un avión había chocado contra ellas.... me quedé paralizado.

Furacán dijo...

Yo debí de ser el único que no se levantó de la silla, estaba currando y currando quedé, contando huevos de lombriz, mientras la gente iba y venía por los laboratorios, bajaba a la cafetería o a algún despacho a ver la tele. Ese año tampoco tenía tele donde vivía, había dejado ese curso el piso de estudiantes, y creo que hasta el fin de semana no vi las imágenes.

Unknown dijo...

Viendo la vuelta con mis compañeros de piso, donde los comentaristas no dijeron nada a pesar de que lo sabían. Y me enteré cuando recogí a mi ex-novia, sobre las 4, en la estación de autobuses... después, "mono-tema-gabinete-de-crisis": otra de las frases míticas de aquellos dos grandes gañanes acuñaron durante los años que viví con ellos.

davidiego dijo...

armando,
las buenas noticias es mi compañera de piso?

xocas,
estabas encantada? el mundo de los compañeros de piso supera cualquier guión de ficción.

nacho,
USA atacada, y qué iba a ser lo siguiente?

furacán,
yo creo que hasta las lombrices lo vieron, eso te marca como rarito... ;)

popi,
como no vimos aquel descapotable kennediano ni la bandera ondear en la luna, ya tenemos qué contar a los nietos... espero que hasta 50 años no pase otra cosa.

Anónimo dijo...

Cada vez que veo el capitulo de lso simpsons donde van a NY y Homer tiene el coche debajo de las torres gemelas me acuerdo muchisimo de todo lo que pasó ese día...yo era un enano,aun no había empezado ni el insti...

Tantatachán dijo...

Esas guarradas sólo las he visto en pisos de chicos... Por suerte no me ha tocado, qué horror.

Qué suerte que te rescataron de esos monstruos azulados de tu ex-cocina!

Mildolores dijo...

...Cuando uno de mis compañeros de piso y yo descubrimos que "el raro, el sucio y el distanciador" era el otro, decidimos hacerle la vida impòsible. Mucho más imposible de lo que ya se estaba volviendo vivir en esa jungla que era nuestra casa.
A los tres meses conseguimos que se fuera. Y desde aquel dia la casa retomó su esplendor, limpieza, orden y armonia que siempre habíamos deseado el otro compañero y yo.
Fueron mis últimos cinco meses en aquella casa, pero guardo buen recuerdo porque tuvo un final sino feliz, al menos acorde con mi forma de ser.

Mildolores dijo...

Por cierto. Hace diez años estaba saliente del turno de noche. Me acababa de levantar y decidí encender las noticias justo antes de ir a prepararme el desayuno-comida.
No comí. Fuí incapaz de moverme del sillón hasta que no acabó el telediario.

davidiego dijo...

guille,
los Simpsons, grandes!!

alicia,
sexista! ;) (yo creo que ya hay de todo...)

pues nos tocó limpiar su apartamento... la cocina tenía un dedo de grasa que del todo no se quitó, pero procurábamos no tocarla..

mildo,
viva el orden!

recogerías luego la comida, no?

Tantatachán dijo...

si es verdad, las chicas también. Lo he visto estos años de vuelta a la uni 10 años después. Pero en casas de algunas chicas lo que me da miedo es el baño... Su estupenda presencia fuera de casa no era para nada proporcional con la presencia de su cuarto de baño: toallas con olor repodrido, secador por aquí y planchas por allá con peligro de electrocutarse, pelos por doquier, ropa de a saber cuando me la quité... Y luego las escuchaba quejarse de los baños de algunos establecimientos.

Pero no hay quien supere a algunos de mis colegas. Una vez tuvieron que fregar los platos en la bañera porque no encontraban el grifo del fregadero. Finalmente, la cocina quedó precintada por peligro a quedarte pegado y ser devorado por a saber qué. Algún monstruo azulado, supongo, o una cuqui gigante, o por una digi-evolución de un huevo estallado en el microondas...

Atalanta dijo...

Me ha gustado mucho el post del despilfarro. Yo también había pensado en escribir algo del estilo utilizando ese texto pero te me adelantaste y lo dejaste perfecto. Nos vemos el finde en el monte.

davidiego dijo...

alicia,
lo que se oculta debajo de una cama también da miedo...

atalanta,
gracias compañero, nos vemos!