jueves, 22 de noviembre de 2012
sábado, 17 de noviembre de 2012
otoño
Y delante todo aquel gris
cotidiano y amenazador
estaban los colores.
Sólo había que atreverse
a levantar la vista.
cotidiano y amenazador
estaban los colores.
Sólo había que atreverse
a levantar la vista.
martes, 13 de noviembre de 2012
Los chicos también bailan
Era el before y parecía un after. Diluviando desde que corrimos del tren al autobús que nos lleva a la zona de salida. Me quito el pantalón largo, cambio la camiseta de manga larga por una sin mangas, recargo los bolsillos con un par de geles, miro el reloj y tengo 10’ para dejar la bolsa en el camión que la llevará a la meta. Una hora hasta la salida. Decido quedarme con el chubasquero.
Bajo la marquesina de la gasolinera cientos de atletas bailan, mirando hacia abajo los solitarios y abrazados los que forman parte de algún grupo, voces, una cámara que nos proyecta en dos grandes pantallas de vídeo, canciones, la música que anima a saltar y el cuerpo que busca generar calor tiritando. Muchas botellas de agua en una mano, mirada perdida y las payasadas habituales. Faltan los coches tuneados.
Bajo la lluvia danzando al frío espantando.
Bajo la lluvia danzando al frío espantando.
Chunda chunda.
Me aburro. Me voy a otro garito más tranquilo. El tejadillo de un pequeño kiosco más cercano a mi cajón de salida. Salen los valientes de las aerodinámicas sillas sin guardabarros, luego los patinadores y finalmente los pros (que pueden calentar con su ropa de abrigo hasta 10’ antes de su salida) y decido entrar a la presalida. No sé que droga u hormona causa este efecto, pero la gente que me rodea empieza a emular al increíble Hulk, gritan, beben agua, toquetean relojes nerviosos, empiezan a arrancarse los chubasqueros improvisados que portan y a tirar la ropa por encima de sus cabezas.
Salgo en la segunda tanda de los propulares, sin prisas, pero no tengo dinero, tengo frío (ocho húmedos grados, una hora esperando en camiseta de tirantes y chubasquero) y no hay otra manera de darme una ducha que tirar carretera adelante, así que empiezo a adelantar gente a montones.
Capucha y gafas de sol, pantalones cortos y medias de compresión.
Chunda chunda.
Me quito la capucha cuando la lluvia sirimirea. Soy fácil de encontrar, top R-Light rojo con la cremallera hasta arriba, corro feo pero parece que rápido. Buena compra, ligero, cabe en un bolsillo, no voy empapado, ni por el agua de fuera ni por la de mi transpiración, o lo normal, y además corta el viento que derribará más tarde el arco de meta. La manga tapa el gps (tiene ventana transparente en la izquierda, yo lo llevo en la derecha) pero lo miro cuando el beep me llama y no está mal lo que veo.
Subo y bajo, las mismas caras, los niños crecen, la fiesta de cada año.
Chunda chunda
Me gusta correr la Behobia. El año pasado hubo no sé cuántos deshidratados, no sé si esté habrá hipotermias. Pero nunca falta gente animando, habrá más, habrá menos, pero allí de donde vengo es infinito más. Una barbaridad.
Voy por sensaciones. Correr veloz pero cómodo. Contento. Tres semanas de entrenamiento en la temporada 2012-2013 y una sin correr, creo que habré hecho apenas cinco sesiones al aire libre en total. Mucho rodillo. Ayer salí a correr tras 9 días. Subir Miracruz, bajarlo, subir Miracruz y bajarlo. Para desentumecer, para medir la cuesta.
De noche y calándome. Por la acera y resbalándome.
Chunda, chunda.
Entramos en el puerto de Pasajes. Bajo la cremallera, sale un poquito el sol. Curva a derecha, curva a izquierda. Banda de música y empieza la subida a Miracruz. Decido apretar pero los cuádriceps ahora no van. Se manifiestan, tan calladito que había estado mi cuerpo y se rebela a falta de cuatro kilómetros. No voy a parar ni para quitarme el chubasquero.
Miro el reloj, brutal, mi mejor marca voy a igualar.
Chunda chunda.
Me dejo caer desde Miracruz a meta, intento apretar, pero el cuerpo no da más. Con la mano derecha llevo el chubasquero recogido, como cuando Geile iba a la escuela, pero en versión Godzilla. Los últimos dos kilómetros se hacen largos. Todo el paseo de la playa lleno de gente. Parece que no llueve. Atravieso arcos y arcos de publicidad, pero todavía no veo el que sostiene el reloj. Me dejo llevar. Me dejo llover.
Al final paso sobre la alfombra calado, en tirantes. Como buen vascoconsorte. Rápida recogida de bolsas con comida, medalla y paso por carpa de avituallamiento. Recojo la mochila y me voy a encontrarme con mis chicas. He llegado antes de tiempo. Contaba, como mucho, con hacer un par de minutos más que mi mejor vez de las 7 que llevo y tardar bastante más en alcanzar el punto de encuentro y no sólo no he tardado nada en llegar, sino que he batido mi mejor marca personal en un minuto en estos 20 km, 1h16'57".
Me dejan un móvil. Una llamada para comprobar que están a resguardo en el hotel. No han podido salir con la que caía. Por eso no hay fotos, dejé el móvil a cubierto y mi fotógrafa también.
Si lo busco, no lo encuentro. Me salen bien los noviembres.
jueves, 8 de noviembre de 2012
Episodios Nacionales I
Necesidades básicas.
Supongo, amable lector, que usted será uno de tantos españoles que para cubrir las necesidades básicas, y algún capricho de vez en un cuando cada vez más lejano, ha de trabajar. Dicen que este país es uno donde sus trabajadores echan más horas en el puesto de trabajo y, a la vez, es uno de los lugares civilizados donde la productividad es más baja.
En estos Episodios Nacionales, menos épicos que los galdosianos, intentaré apuntar las costumbres patrias como causa de nuestros males. Aún influenciado por los medios de comunicación, publicaciones y redes sociales, mi intención es preparar estas letras lo menos posible y reducirme a observar lo que veo, o intuyo, a mi alrededor, a vuelapluma, inspirado por las etéreas musas, nada de formarme e investigar, pues no es lo que se fomenta.
Si en su empresa no es mandatorio fichar a la hora de llegada y salida, de tontos es no sólo llegar y marchar a la hora (como Pedro Picapiedra cuando sonaba el pajarraco instantes antes del yabadabadoo) sino también llegar un poquito antes para que los compañeros del turno anterior se vayan a casa un poquito más contentos o retrasar la salida unos instantes, en lo que se solucionan los asuntos pendientes y así dejar un relevo limpio. A veces, ni dejando de trabajar bastante antes de que finalice el horario y no admitiendo asuntos nuevos que podrían solucionarse en instantes, se solucionan las tareas pendientes.
También es aburrido desayunar en casa con la triste compañía de un único diario, la caja tonta o la radio, cada vez más boba. Mejor llegar al puesto laboral e irse a departir con los compañeros a la cafetería, mucho mejores las del exterior del centro de trabajo, y ojear los distintos diarios, sobre todo los deportivos. Este provechoso suceso puede repetirse a media mañana, pues las grasas y azúcares rápidos ingeridos pronto despertarán las hormonas que nos azuzan a ingerir sin freno de nuevo.
unos hogarean en el lugar de trabajo
Otra ausencia a realizar en el curro, justificada por la necesidad de un vicio que nos tiene cautivos, es salir a echar un cigarrito. Cada vez es más difícil, pues las puertas de salida al exterior donde poderse dar al placer sensual están cada vez más alejadas. Mis superiores, comprensivos con mis vicios, me han concedido pequeños paréntesis en mi desempeño diario para consultar las actualizaciones de twitter, facebook, blogs y echar unas partidillas de wordfeud y ruzzle. Probablemente usted también esté leyendo esto para solaz propio, y disminución de la productividad asignada, en la pantalla de alta resolución de su oficina en vez de la de su casa.
y otros quieren trabajar desde el hogar
Puesto que le pagan poco por su trabajo, justo es aportar menos trabajo por su salario, y redondearlo con dádivas de la empresa en forma de material de oficina, fotocopias o minutos de teléfono, que la tarifa plana del hogar sólo cubre números fijos. Tampoco deje pasar la dispensa de acudir a bancos, consultas médicas, talleres, etc. en horario matinal, que ya se sabe el tiempo fuera del horario laboral es para descansar.
De justicia es no trabajar más que el compañero y dejarlo en mal lugar. Si nuestro colega se escaquea, para facilitar que se adapte a nuestro ritmo de trabajo, hacemos lo propio, con lo que a veces la producción raya la nada.
De justicia es no trabajar más que el compañero y dejarlo en mal lugar. Si nuestro colega se escaquea, para facilitar que se adapte a nuestro ritmo de trabajo, hacemos lo propio, con lo que a veces la producción raya la nada.
Seguro que conoce más comportamientos propios de esta raza indómita de currantes hispanos, tómese su tiempo inspirándose en su puesto de trabajo, pues en casa puede olvidarse, y escriba sus incisas observaciones en el apartado pensamientos.
lunes, 5 de noviembre de 2012
gruñidos, desigualdad y el señor Gini.
Comprendo que si la cosa va mal (y no me voy a meter en las razones) haya que repartir. Si la cosa pública va mal, la cosa privada de cada uno irá mal. No me gusta, pero lo entiendo. Me duele que me recorten derechos y pijadas, que de hace tanto tiempo concedidas parecen haberse convertido en imprescindibles, pero es lo que hay. Lo que no me gusta es que no todos lloren, o peor, que unos lloremos mucho y otros se rían en nuestra cara.
Se ha convertido en costumbre interesarnos por la prima de riesgo a primera y a última hora del día. Aunque hayamos hecho lo mismo que ayer, nuestra felicidad futura parece depender de este parámetro que todos manejamos ahora con soltura. Pero sinceramente, estas especulaciones sólo sirven para que los mercados jueguen con la economía de los países. Otro factor es el PIB dividido entre todos los habitantes, el famoso pollo que me he comido con el estómago vacío porque usted, querido lector, se ha comido dos. Creo que en Catar unos pocos se hartan a comer pollos.
A mi me interesa otra cosa, algo más real. Si unos pocos ganan mucho, y muchos ganan poco, la renta per cápita será algo medio, pero esa sociedad no será justa. A mi me interesa algo que mida la desigualdad. Y al señor Gini, teórico fascista para más señas, se le ocurrió el coeficiente que lleva su nombre. Oscila entre 0 y 1, el 0 es que los ingresos y el consumo están distribuidos equitativamente entre toda la población, mientras el 1 representaría una situación hipotética en la cual sólo una persona posee toda la riqueza.
En la clasificación de países por el coeficiente Gini podéis encontrar estados con mejor coeficiente que España, en algunos la riqueza estará repartida más o menos equitativamente, habrá menos diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre, en otros lugares ocurrirá que todos son pobres, o paupérrimos, pero en ambos casos, todos iguales. USA tiene uno de los mayores gastos de sanidad por habitante, sin embargo no ocupa, ni de lejos, uno de los mejores puestos en atención sanitaria a sus habitantes. Las películas nos dicen que viven muy bien, pero su coeficiente Gini no es para tirar cohetes.
Observando esta tabla apreciamos que fueramos más pobres o más ricos, nos fuera bien o mal, un coeficiente que mide la igualdad debería mantenerse estable, sin embargo somos uno de los países donde la desigualdad crece más deprisa... sin embargo, tenemos empresarios y empresas, cada vez mejor situados en la lista Forbes.
Quizás muchos españoles, yo incluido, vean reducido su poder adquisitivo, o directamente sean más pobres. Pero no creo que Esppaña sea cada vez más pobre, es cada vez más desigual, más americana (la mejor sanidad, la mejor educación, las mejores carreteras.. sin apenas impuestos, el que pueda que lo pague, como decía la Mala, lo mío pa'mi saco, pero del saco de todos, tiran unos pocos).
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