Así que estoy, de nuevo, con ganas en la maratón de un ironman. Sonrío a A. y me concentro en mantener el ritmo y pegar sorbitos periódicos a los botellines con gel. Personalmente me gustan los circuitos a tres o cuatro vueltas, los pasos son por lugares conocidos y fijar una meta más cercana hace que la carrera pase antes. Este maratón transcurre por las dos orillas del río, la única subida es la que exige subir a los puentes, pero no son demasiado pronunciadas. Avituallamientos bien dotados y bastante y animado público para lo negro del día. Sigue lloviendo a ratos, no siento frío, y cuando no llueve la temperatura es bastante agradable.
La verdad es que adelanto a bastante gente. Faris debe ir 400mts por detrás de mi en su última vuelta y una de las tres primeras chicas 100 mts detrás del líder en su tercera, es una bobada, pero me anima mantenerlos a los dos siempre a la misma distancia en los giros. Y sigo contento en la segunda vuelta. Primera media maratón en 1h40'.
Los kilómetros van pasando, el ritmo decae hasta uno cómodo de crucero y las tripas funcionan perfectamente, aunque he debido hacer otras dos paradas. A partir de la tercera vuelta me empieza a doler todo, las rodillas, los tobillos, los isquios e incluso las caderas, aflojo el ritmo pero no camino. Los dolores aparecen y desaparecen, cuando se distraen intento dejarlos atrás apretando el ritmo, pero llega un momento en que la rodilla derecha dice basta. Hacía muchos años que no tenía este dolor y ya lo tenía olvidado, a pesar de que nuestro idilio duró un mes donde nos dedicamos al reposo absoluto. No voy a parar, así que paseamos durante 10-12' y vuelvo a correr hasta que reaparece.
Y puesto que los experimentos hay que hacerlos en las condiciones de laboratorio más parecidas a la realidad decido forzar las tripas, un par de trozos de riquísima tarta de queso con sus correspondientes vasos de Coca-Cola que tolero perfectamente.
Un poco de rabia, durante la prueba no pensé que fuera a hacer un tiempo aceptable, sí antes, pero controlando ritmos y sin fallar a pie como iba pensaba en rozar las 10h30. Si aprieto puedo bajar de las once horas. A ratos lo veo posible, cuando camino veo que el tiempo se aleja. Tras un rato caminando desaparece el dolor miro el gps y queda un kilómetro y poco, llevo 10h55' de carrera. No tengo más planes hasta el otoño, así que apuesto la rodilla y acelero el ritmo a ver si soy capaz de bajar de las once horas. No hay dolor. La lluvia empieza a caer otra vez con fuerza y ya piso la alfombra roja. No choco manos y no veo a A. aunque la oigo animarme. Adelanto a un padre y sus dos hijos de la mano. Atravieso a un trío que va tapando la calle con malos modos, uno se pica conmigo pero no aguanta ni diez metros. Llego a meta solo. Diluvia. Las gradas vacías. Tres segundos sobre las once horas. Lástima.
Contento porque he vuelto a correr de un tirón. La lesión no depende de mi, he hecho las cosas bien, es mala suerte quizás buscada por una mala zancada o mil detalles que no he tenido en cuenta pero que no puedo controlar. Las tripas no se han retorcido, han seguido asimilando alimento y transformándolo en energía como deben hacer siempre.
La primera transición fue larga y la quise hacer deprisa, aún así fue lenta, como la natación, la bici y el tiempo final. En todo el año no he nadado cómodo, pero no puedo exigir más respecto a lo invertido, pero la temporada que viene me esforzaré más. En bici me toco un día de esos que cuando salen en un entreno te vuelves a casa para aprovechar el tiempo en algo más productivo, pero de trescientos sesenta y cinco días que tiene un año tenía que caer en uno de los dos que es obligatorio terminar los 180 km.
Así que postre final de temporada un poco soso, agridulce por la carrera a pie y ligeramente amargo por todo lo demás. Pero me quedo con ganas de más dulce aunque tengo el cuerpo un pocoplof, esta es mucha mejor sensación que la de hace unos meses, tener fuerzas para seguir entrenando un par de días después y la cabeza harta de no encontrar lo buscado tras meses de entrenamiento.
Y cinco días después, la rodilla apenas me molesta.
Se acabó el triatlón por este año.
Eso creo.
Por cierto, el lunes siguiente hubiera sido un día perfecto para correr un ironman.