Proença a Nova está en la portuguesa Sierra de la Estrella, y allí fuimos, a madrugar un sábado para participar en la que sería mi tercera carrera por montaña. Tres variedades, 20, 40 y 60km, todos juntos hasta el km14, mientras los participantes en las dos más cortas compartíamos recorrido, los de la larga darían un rodeo.
La organización, en su
web y en el briefing, insistía mucho en que nos íbamos a encontrar mucho frío, hielo en lugares donde no diera el sol y que probablemente nos mojáramos los pies. Así que llevé la armadura de invierno, aunque en aquella zona de Portugal no era sólo una hora, sino también un par de meses menos respecto a Salamanca. El día antes había salido a trotar desde casa de madrugada a menos dos grados tapado a tope y en la salida se aguantaba bien en camiseta térmica. Así que seleccioné la ropa y me quité abrigo con miedo a quedarme corto, aunque llevaba un cortavientos en la piñonera, amén de unos cuantos geles por si me perdía..
Unos 120 participantes en total. Buen ambiente, no hay codos en la salida. Sin querer me voy solo los primeros cuatrocientos metros, un enganchón con una zarza primero y un camino equivocado después, me pondrían en el grupito de los 5 de cabeza. La verdad es que todos los que me adelantaron parecían ir más sueltos que yo, con mucho mejores piernas que técnica. Como se ve, en el perfil predomina la subida, así que esperaba no desfallecer subiendo y no perder demasiado bajando.
La primera parte quizás sea la más rápida y si se quiere técnica, resbalones por la hierba mojada, tierra y piedras sueltas, salto de pequeños arroyuelos.. las subidas serían por caminos o pistas forestales y las bajadas por cortafuegos o zigzagueando entre más zarzas y arbustos. Los pueblos se atravesaban por su parte más difícil, callejones estrechos empedrados o con escaleras. Había que ir con los ojos bien abiertos para no perder de vista las señales que marcaban el camino, emocionado me pasé de bajada y curva un par de veces. Con lo que me parecía que me iba a alcanzar la única persona que adelanté en toda la carrera.
La meta para los del mini trail era un control de paso para los de 40km, iba a enseñar el dorsal y seguir sin beber cuando alguien me dice para txiki! ya, que ya has llegado! No la había reconocido. Llevaba el que creía que era el último kilómetro a tres treinta por calles empedradas para conservar el puesto, calculaba que aún faltaba y que mi meta no estaría en una pequeña placita al torcer una esquina. Completo avituallamiento, y aunque al final fui segundo (tercero en pasar por allí) me llevé un abrazo de oro.
Camiseta térmica, pirata, chaleco cortavientos y dos Buffs. En la riñonera un poquito de agua, geles, guantes y un cortavientos. Ya desde la primera subida me sobraba todo, lo ideal hubiera sido camiseta corta, chaleco y manguitos. Al llegar improvisamos un tenderete con las camisetas empapadas que casi se quedan allí cuando nos montamos en la furgo que nos llevaba a la meta/salida (las otras dos pruebas hacían un circuito circular).
Las zarzas no fueron mis amigas, enganchones por todas la piernas (casi es mejor que lo hagan en un lugar desnudo que en uno cubierto, el dolor es el mismo y sigues avanzando sin miedo a cargarte la equipación, aunque prefiero retroceder a buscar el Buff enganchado en una rama que tratar de desenredar mi pelo..). Esta vez no hay uñas negras ni otras lesiones aparentes. Las agujetas de cuádriceps son pequeñas y espero despedirlas en breve.
Una prueba pequeña que puede ser mucho mayor. Muy buen trato al triatleta, briefing con cositas para picar, un organizador que resuelve todas las dudas y contratiempos y que además se queda con el nombre de todos, a A. la llevaron a la zona de meta, le dieron la misma camiseta que al resto de los corredores y hasta le dieron un vale para el buffet libre de rica pasta que hubo después. No creo que pueda asistir a las dos pruebas que completan este circuito, pero espero volver el año que viene. Aunque no me den trofeo, me he divertido.