Durante las cinco horas y pico que estuve tostándome, por dentro y por fuera, en el Maresme, escribí y reescribí esta entrada cincuenta veces.
Pero antes de nada quiero dar las gracias a Enrique, a Nacho, a Diego, a Antonio, a Abel, a Manu, a Ramón, y todos los que me llamásteis o escribistéis mensajes de ánimo los días previos y preguntastéis qué tal después. Es bonito sentirse pensado, muchas gracias.
La organización del Maresme me ha parecido buena, dos mil triatletas (más extranjeros que nacionales), feria correcta (pero desconocida por estas latitudes), abundante cartelería que recordaban la prueba.. animaban mucho, a pesar de los nervios de llegar una hora antes de cerrar el check-in y cambiar de dorsal tres veces. Un amigo me había recogido el dorsal pero no aparecía el chip, la organización me dio otro dorsal sin problemas, y al final, recordó dónde lo había dejado tras una hora de búsqueda infructuosa. Con lo que pasé del 397 al 2057 y de nuevo al 2057, al final decidí mantener el 2057 en la bici, pues así la encontraría con menos problemas, pues supongo que la zona de los 400 estaría más masificada al salir del agua.
Natación con gorro rojo ante un mar con un poquillo de oleaje que dificultaban la orientación. Vi caras conocidas en la playa aunque no gente atajar en las boyas, aunque me lo creo. Nado tranquilo, poca tora pero al salir por primera vez en mi vida tengo problemas para quitarme el neopreno, lo que ya añade un puntito de mala uva.
Transición tranquila, venía "de entreno" y prefería recoger datos, pero olvido ponerme la banda del pulsómetro y la bolsa me la recogen sin que haya acabado con ella...
A los doscientos metros de bici varios badenes y en el último pierdo el bidón de sales, y eso que estaba entrenado en los baches salmantinos, y sin saber cómo ni de qué manera, una cámara se cruza entre los radios-desviador-frenos traseros... otro puntito más, aunque el título de globero ya lo tengo más que ganado a estas alturas.
Respiro. Paciencia y al compás. Me acoplo y cojo ritmo. Miro a la pantalla del aparato e intento mantener los datos de la primera línea. Cadencia, cadencia. Aire a favor, asfalto impecable, algún repechito, policía, gente manteniendo la distancia.. vamos bien. Pero en esto que la NII se acaba y sale un desvío a la derecha, la carretera se empina y se estrecha y no hay más remedio que agruparse, salvo algún tontorrón que intenta adelantar en metro y medio de calzada. Vuelta por la misma carretera, más peligrosa que la subida al ir más rápidos, rotondas y venir más gente de frente.
El problema empieza al coger de nuevo la NII. Venimos agrupados de la carretera estrecha y nadie se va y nadie se queda. Yo a mi ritmo y me voy. Pero empiezo a oir zumbar la marabunta por detrás y soy absorbido por un pelotón de más de cuarenta. Me voy atrás, mantengo la distancia. Hay un francés en la misma situación y nos entendemos con la mirada. Avanzo por la izquierda, casi por la línea y los adelanto. Al poco me vuelven a pasar. Lo intento otra vez. Y ya me quedo.
Y decido hacer solo (que ya no se acentúa) mi carrera. Al compás del powertap. Apenas veo árbitros y cuando se cruzan con los pelotones no hacen nada. Como voy acumulando puntos sucesivamente pues cada vez más de peor humor.
Vuelvo a oir el zumbido. Me paro, pongo pie a tierra y los dejo pasar hasta que desaparecen. Así tres o cuatro veces. Paso. Bicis de 8.000€, lenticulares, cascos aero, equipamiento de última moda para ir en grupeta, con las manos encima del manillar, sin dar pedales... Bastante público, y bastantes entienden de esto, algunos me aplauden por no chupar.
No sé si será boicot de la Federación Catalana, pero había pocos jueces y pocas tarjetas. A pesar de los 289 descalificados. La norma dice que el juez debe apuntar el dorsal de la gente que sanciona, pero me parece muy difícil apuntar dorsales de 100 personas en movimiento, algunos con cuatro cifras. Mejor sería mandarlos parar a todos en el sito cinco minutos. Incluso traer jueces de fuera, pues la casa madre de la organización es foránea, y cobrar licencia de un día que apenas se notaría en el precio de la inscripción. Y hacer la prueba al margen de la Federación nacional. Y puestos a pensar en ella, ¿qué nos aporta?
Y me bajo a correr, otra globerada más. Me pongo el Garmin pero se corta y después de seis meses con él se pone en un programa que no entiendo. Primeras zancadas, no voy. No tengo fuerzas, me duele la pierna, me duele la barriga. Mal. Mucho calor. Ningún cartel señalando los kilómetros y el circuito a pie un poco desangelado. Avituallamientos surtidos pero calientes y voluntarios que ofrecían todos lo mismo. Ir y volver. Mal. Alegría de ver a Clemente correr suelto. Muchísima gente andando, yo también. Sin querer ser soberbio, hasta hoy pensaba que los medios me los hacía "con una pierna", ando por la zona, hay un medio, pues lo hago. Hasta hoy. Una de las cinco carreras donde peor lo he pasado, y quizás la peor de cabeza. Y de repente, al final, me pongo a correr, 9km de un tirón a unos aceptables 5'/km. ¿?
El último kilómetro urbano, los últimos doscientos en subida, gente animando. Último esfuerzo. Meta, medalla, camiseta y para el hotel. Ducha y comida en chiringuito de la playa, lo mejor.
Ya sabía cómo iba pero me quedaba corto.
Días como hoy hacen que me ponga a buscar el botón de reset. Guardar las cosas buenas y borrar todo. Formatear el sistema y volver a empezar.
poquito a PoCo.
Pequeñas Cosas.
Paciencia y Constancia.
como dice Pablo Cabeza.
we are triathlon? who? otros cien y yo? los dos mil y pico no!