Segundo año consecutivo en este carrera, sii el año pasado el clima previo asustaba y la nieve nos acompañó durante todo el recorrido, éste el sol brilló con fuerza y las condiciones de la carrera cambiaron.
De salida no voy, los primeros kilómetros son en subida y noto como llevo un gremlin mordiéndome ambos aquiles. Soy incapaz de sacudírmelo y de subir corriendo, y al principio es lo que toca. Me pasa casi todo el mundo. Ya voy con los que llevan grandes mochilas y que con bastones siguen un ritmo ágil y sin pausa. Llego al km5 en 52’ y desesperado. Estoy en lo alto de un cortafuegos. Unos cientos de metros más abajo veo a los últimos atletas. Paro el crono y pregunto dónde está el siguiente control. Hay mucha gente animando y mala suerte sería que nadie me bajara en coche. Al fondo, a otros 5km está el siguiente avituallamiento, en un pueblo al final de una suave pendiente. No tengo nada más que hacer esa mañana y, ya que estoy, decido completar el kilometraje semanal.
No soy un gran bajador, pero no es difícil, me dejo caer y sin querer voy adelantando gente que se lo toma con calma. Decidí salir ligero, sin riñonera, pero es un día caluroso y hay que aprovechar a beber agua. Pregunto dónde está el siguiente control y me dicen que a 7’5km. La verdad es que ahora me encuentro más suelto y ya los últimos parece que quedan más atrás, así que sigo. Y cada vez mejor. A partir de este avituallamiento no dejaría de pasar gente. El motor va y el chasis ya no tiene ningún problema. Este año no hay tanta nieve como el pasado, la que hay es en la primera cumbre, blanda. No tengo oportunidad de entrenar sobre nieve, así que no sé correr sobre ella, a pesar de intentar seguir las huellas de los que me precedieron en varias ocasiones hundo la pierna hasta la rodilla. Tras varias maldiciones emprendo el descenso hacia el despoblado de Primout. Increíblemente me veo suelto, para lo que soy, desciendo ágil e incluso adelanto gente en los ensanchamientos del camino.
Primout está en el fondo de un valle por el que discurre un río que seguiremos, bien por la ribera de hierba embarrada, bien literalmente por el río. Habremos de cruzarlo al otro lado, lugar donde se toma el tiempo para la especial cronometrada de la subida a Peña negra, 380mts de desnivel en 1km. Me siento bien, ya no adelanto pesados mochileros, sino gente con aspecto, o postureo, de correr por el monte. Andando deprisa y en ocasiones ayudándome de las manos realizo el ascenso que más tarde me sorprende al comprobar que he realizado la 35 mejor subida del día.
Ahora ya quedan sólo unos kilómetros de descenso por un bosquecillo de piedras y barro, siguiendo a veces el lecho de un arroyo para luego coger el sendero que lleve hasta el pueblo. Varias caídas, una en todo el barro. Algún episodio de no ver las marcas del camino y algún atleta que coge el camino más recto, me hacen perder tres posiciones. El año pasado en este lugar perdí muchos más puestos. Este año han cambiado la entrada al pueblo y se hace desde abajo. No calculaba yo la pendiente final y teniendo un compañero desde hace unos kilómetros y otro participante unos metros más allá, doy un demarraje que me deja casi vacío bajo el arco de meta, con 90" y 30 puestos más que el año pasado pero con una de las mayores alegrías que he tenido en competición. De pensar en retirarme viendo la cola de competición a no sólo remontar puestos a sentirme ligero y con muchas ganas de correr. Viendo parciales más tarde, veo que gente que en el km5 me sacaba 10’ entra en meta otros tantos detrás de mi.
Acaba una semana dura, de bastante carga y recarga. 108km que no han sido de trote y acabo muy satisfecho de mi rendimiento. Aún hoy, cinco días después, tengo agujetas en los cuádriceps, pero no ha interferido en la programación de esta semana aunque si en los andares cotidianos.
Alto Sil es una carrera especial, con frío y con nieve o con sol espléndido y todo derretido y pringoso, es muy divertida, con bonitas vistas y terrenos cambiantes. Si la camiseta fuera una pizca más bonita, sería de las que no me quitaría en todo el año, pero no todo puede ser perfecto, aunque Lolo sabe hacer las cosas muy muy bien. Este año las 400 plazas se agotaron en media hora. Espero seguir estando ágil el año próximo para pillar plaza y para seguir participando en ella.