jueves, 1 de mayo de 2014

Marathon des Sables. Etapa 1.

Parece mentira que no cuidemos la vida, que es un paréntesis.
Tenemos toda la eternidad para no ser.
José Mujica

Son las seis menos veinte de la mañana y estoy en el desierto marroquí esperando que amanezca para empezar a preparar las cosas que llenen mi paréntesis. Me ha costado dormirme, no pillaba la temperatura; saco cerrado, saco abierto... no dormía en uno desde hace más de veinte años, es estrecho y los muslos sudan. Igual que haré el resto de los días, empecé a dormirme con el saco abierto y sin camiseta, acaso un buff en la cabeza para evitar el polvo, si me despierto subo la cremallera y si lo vuelvo a hacer me pongo una camiseta térmica. Pero he dormido bien, a pesar de que me gusta hacerlo de lado mirando siempre a la ventana, y aquí, aparte de escoger entre compañero y tela polvorienta a los laterales, es más cómodo dormir en decúbito supino. Pero me he despertado mucho antes que la gran mayoría de los sableros y eso tiene como ventaja no hacer colas delante del baño y usarlo en soledad. Orinar mirando a las estrellas, es una de las cosas que tampoco tienen precio. Aunque tengas arena en las legañas.

encima del nueve

A las seis empieza la actividad en el campamento. Por los extremos empiezan a desmontar las tiendas. Ha dado tiempo a preparar el desayuno, comentar los ronquidos nocturnos, ir a buscar el agua (1'5L) a la plaza central y volver a meter todo en la mochila antes de que nos quiten la alfombra. A veces más de una hora hasta que den la salida. Si todas las salidas acaban con la paciencia de los integrantes de la haima 86, la primera fue la que más nos enervó, nos hacen formar dentro de los corrales (donde no entramos) para formar un gran 29 que se vea desde el aire y luego sacar un par de fotos, cargados con el equipo completo. ¿Por qué no lo hicimos ayer que estábamos más animosos? Cumplido el trámite toca dirigirse a la salida donde el inventor de todo esto y una traductora nos dan las noticias del día, que si hay una familia americana de tres miembros cuya hija de 16 años es la más joven este año, que si nos espera una etapa de 34km con 12 iniciales con dunas, que si es el cumpleaños de fulanito y fulanita, que si les cantamos el cumpleaños feliz, que si bailamos el Happy de Pharrell Williams... todo esto supone más de media hora todos los días, cargados, bajo el Sol, esperando que suene el Highway to Hell que marca diez segundos para salida, con retraso... el horror, detalles como estos ayudan a que puedan decir que es la carrera más dura del mundo.


Consejo que aprendí el cuarto día: no te pongas la mochila cuando te convoquen a la salida, tírate por ahí, descansa buscando una sombra, prepárate cuando empiece la cuenta atrás y no tengas prisa por figurar en la primera línea o siquiera en el meollo. Sal a tu ritmo, en unos kilómetros la carrera ha puesto a cada uno en su sitio, y si no, lo acabará haciendo, independientemente de dónde te hayas colocado.


campamento al fondo y todos éstos ya van caminando 
con diez horas por delante

Empiezo a correr metido en el mogollón. Mil y pico mochileros en estampida hacia el infinito mientras un helicóptero los sobrevuela una y otra vez. Las salidas siempre son anchas y permiten colocarse. Poco a poco la cabeza se marcha pero yo figuro entre los primeros sin forzar, es una carrera larga y voy al ritmo que creo, y espero, poder mantener. En el km3 empiezan las dunas, y al poco un señor mayor al trantrán se pone a mi lado y sin que haga ningún gesto por dejarme en unos minutos se ha marchado. También hará lo mismo uno cuya cara me suena porque es él quien recomienda la pauta de nutrición de la marca que he comprado. 12km de dunas que nos ponen a cada uno en nuestro sitio, pronto aprendo que lo mejor es seguir la huella de las Hoka, ancha y estable, donde es posible que la arena esté más compacta y que es mejor bajarlas corriendo y zancada amplia. Mucha gente se aleja del camino de hormigas con mochila y decide trazar su propio camino, conocen el desierto.

esta es la duna más grande que he encontrado en las fotos, 
pero ni siquiera es la duna más grande de las pequeñas
que nos encontramos el primer día.

Soy incapaz de ir más deprisa en las dunas. Es mi primera vez. Salir de ellas es una liberación. Empiezo a correr, voy ágil por este terreno de arena sobre piedra o tierra dura, al poco empieza un intenso dolor de espalda que me impide trotar bajo castigo de fuertes pinchazos primero en los hombros y luego en todo el dorsal. Pero voy en un grupo bastante amplio que se dedica a correr y caminar, correr y caminar, caminar cuando no se puede correr. Aprendo  que no sé correr sobre arena ni sobre cauces secos de ríos, superficie que parece compacta y que al pisarla por primera vez se hunde. Hay que cambiar los apoyos, la zancada y evaluar constantemente si la eficiencia energética viene de andar deprisa o de correr despacio.


34km, 970mts de desnivel positivo. 5h43'51", puesto 228. Satisfecho pero preocupado por el dolor en los hombros que impide correr. A posteriori, no me parecerá un día caluroso. Abandonarían 27 personas, casi la mitad del total de 2013, entre ellos la familia americana y un japonés disfrazado de vaca que, dicen, sí fue finisher el año pasado. Ampliaron el tiempo de corte una hora para rescatar corredores. Personalmente me parece mal que salvo catástrofes imprevistas se cambien las reglas una vez empezada la carrera. Cada uno se planifica los ritmos según los tiempos de corte y se retira si ve que no llega. No entro a debatir si sale más económico para la organización mantener tres decenas de corredores en carrera o desplazarlos cientos de kilómetros hasta la próxima ciudad, pero ampliar sin ton ni son los tiempos de corte sin avisar hacen que la gente le pierda el respeto a estas pruebas de resistencia.


Llego al campamento. Recojo el rico té a la llegada, cargo con el agua y me voy a la haima, siempre de las más alejadas de la llegada. Mi zona parece despoblada. 

Caliento el agua y me preparo el liofilizado, mientras, me tomo un batido de vainilla. De postre, compota de manzana. Son las 16h. Poco a poco llegarán el resto de mis compañeros. Algunos al anochecer. Es hora de repasar las heridas en las polainas y los pies. Dos ampollas, las colonizo pasándoles un hilo. Ahora están bajo mi dominio. El resto del cuerpo está bien. Las polainas un poco maltrechas, pero aguantan. La ropa no huele. Y estoy contento porque he aligerado la mochila apenas medio kilo.

 Es hora de sentarnos a comentar el día. El primer día nadie tiene sueño aunque todos sentimos los cuerpos.

Frisco pegó las polainas y se despegaron en los primeros kilómetros, así que llega andando con los pies doloridos por las ampollas. Marcha a la enfermería de donde volverá un par de horas después con la piel recortada y envuelta en esparadrapo.
agradecerás las piedras, buscarás correr por una escombrera
y la vista te engañará, aunque lo veas, el bivouac está lejos

Consejo: QUE UN ZAPATERO TE COSA LAS POLAINAS, y que lo haga bien. En una carrera en autosuficiencia, donde todo pesa, cada detalle cuenta y es muy importante. Pero unas polainas bien cosidas son vitales, y apenas me costó 4€.

Poco antes del cierre llega Vasco. Viene pálido. Le ayudamos a quitarse la mochila, se apoya en las extremidades delanteras y vomita. Vienen los sanitarios, toma de constantes, un antiemético, sales y descansa. Duda si ir a la enfermería a que le coloquen un suero, quedan 5 etapas y sólo es posible ponerse en dos ocasiones so pena de expulsión, y tampoco son gratis, cuestan horas en la clasificación. Decide no ir. Nos contaron que hubo un tiempo con barra libre de sueros y un italiano bien clasificado, que iba muy ligero de mochila, todos los días iba a colocarse unos cuantos.

Anochece. Me duelen los hombros y mañana hay más de lo mismo. Más que hoy incluso.




5 comentarios:

robertin dijo...

Buena frase inicial.....las fotos impresionantes...y seguro que al final la experiencia no será mala. Seguiremos adelante con la siguiente etapa.

A. dijo...

Qué lejano me parece ahora ese día, pegada a la pantalla del ordenador, mirando tiempos de corte y luego la camara del arco de llegada. Y me parece un sueño. Pero ahí estabas, luchando contra los dolores y los granos de arena. Txapeldun!!

Nacho Cembellín dijo...


Es el momento de empezar a soñar con nuevas fronteras... piénsalo.

Atalanta dijo...

Duro, compañero. Buena pinta. Tal vez asustado por lo que restaba.

davidiego dijo...

Atalanta,
nunca había hecho tanto ni en esas condiciones...

Nacho,
la frontera está atravesada. Ahora el horizonte está más lejos. No volveré a hacer esta carrera, pero la autosuficiencia, las etapas.. me han gustado.

A.
más duro era lo tuyo y cómo me animabas!

robertín,
la experiencia, pensada tiempo después, ha sido muy buena, pero en el ajo.. ni fu ni fa (por ahora)