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lunes, 9 de junio de 2014

Marathon des Sables. Etapa 6 y última. No cronometrada

El problema es que no tenemos una visión de conjunto 
de nuestra vida. Ni hacia el futuro ni hacia el pasado. 
Cuando las cosas salen bien decimos sencillamente que tuvimos suerte.
Pascal Mercier

Última etapa del Marathon des Sables. Una Charity stage de 7'7km a favor de Unicef. A primera hora de la mañana nos entregan una camiseta de algodón azul con el logo de esta OG (organización gubernamental) de obligatorio uso durante la etapa, igual que la participación, inexcusable hacerla en autosuficiencia y llevar la camiseta.

ojo a los pies, el de las zapatillas de goma se hizo al menos dos etapas con ellas


Este etapa, y similares maneras de recaudar con la excusa de la actividad física, me parece una idiotez soberana. Gracias a este evento, la escuela del pueblo final de etapa, que enseña a unos 100 niños, recibirá 30 portátiles donados por Laboratorios Novartis Marruecos. 20 computadores adicionales serán donados al centro solidario Marathon des Sables. Dice la wikipedia que esta farmaceútica es una de las cinco más potentes del mundo y que anualmente gana unos 6000 millones de dólares (pongamos que la división marroquí únicamente 50 millones), y dona unos ordenadores que le vienen a costar 30 x 300$... y MDS, que obliga a más de mil corredores (que han pagado el salario mínimo interprofesional español más de tres veces por una semanita de aventura controlada en el desierto) dona veinte ordenadores adicionales!!
- Sr Bauer, si Vd no quiere cronometrarme la última etapa, tenga usted 50€ para sus niños y lléveme al hotel, que no tengo ganas de hacer el paripé durante dos horas con la que está cayendo. Y como yo, supongo que otros cuantos.

celebritis...

¿Cuánto costó que en el día de ayer nos tocaran los elegantes músicos de la Ópera de París? ¿y que la Poletti y otras autoridades y representantes de patrocinadores viniesen a entregar los premios?

No la corrí porque no servía para nada, yo fui a hacer una carrera, no a pasear por el desierto. No la corrí porque me apetecía más acompañar a compañeros de haima que no podían correr. Creedme cuando os digo que una vez la mochila alcanzó un peso aceptable y viniendo de las dos últimas etapas, estaba en condiciones para haber aguantado unos pocos días más a buen ritmo. Y doy fe de lo duro que se me hizo caminar durante casi ocho kilómetros sobre la arena. Así que no sé quien tiene más mérito, si esos que no se relacionan con nadie y cuyas tiendas de campaña son las últimas en desmontarse por las mañanas, o esos que sin pretenderlo, vienen a correr como puedan y acaban obligados a andar sobrecargando articulaciones y puntos de apoyo que no habían trabajado, y que por su lentitud sufren las mayores temperaturas en carrera y conocen la eternidad entre los puntos de control.Y eso que la etapa era facilita, nada de desnivel, únicamente arena pero fácil de transitar. Todo el mundo se hizo foto con la calavera de un camello que parecía estar allí ad hoc.


Llegamos a la meta. Sin emoción. Con ganas de irnos para el hotel. Perfecta organización. Nos entregan bolsa de comida. Agua y una hogaza de pan. Esta vez los lugareños abarrotan la llegada, la seguridad nos separa de ellos, y por primera vez en estos días me siento dentro de un zoológico, nosotros somos los raros. Como llegamos de los últimos, montamos en uno de los autobuses del convoy y enseguida arranca. Nos quedamos dormidos y aún así el viaje se hace muy largo. Por el camino atravesamos poblaciones con apenas una calle principal, la carretera. Según nos acercábamos a Ouarzazate veíamos moteros, gente con caravanas o todoterrenos. Una vez llegados a la ciudad, lento distribuir por los distintos hoteles ya que la caravana de autobuses iba en pleno a todas partes. En el hotel nos esperaba la maleta del primer día y un compañero de habitación desconocido si al hacer la inscripción no habíamos indicado nuestras preferencias, yo lo hice, pero el que habría sido mi compañero decidió no participar al final.



Media pensión bien surtida. La verdad es que yo no llegué muerto de hambre ni me excedí demasiado esos días. Sólo echaba de menos beber frío, aunque es curioso que en carrera daba igual y el agua entraba sin hacerle remilgos. La cerveza a 4€ se llevó el escaso efectivo que pensaba gastar por allí. No olvidéis el bañador por si queréis hacer unos largos y no habéis acabado con heridas, lo cual higiénicamente sería poco recomendable.


Un par de días de relax para comentar lo vivido una y otra vez y planificar otros retos en caliente. La última noche hay fiesta en una discoteca donde los que quedan con ganas siguen bailando y se rematan los coqueteos que hubo durante la carrera, que los hay. 

Curioso que ni siquiera vine demasiado quemado del desierto,y al salir un par de días después en Salamanca un día sin protección volví con moreno agromán y que mientras el resto de compañeros de la 86 perdieron entre 2 y 5 kgrs, yo al día siguiente de llegar al hogar había engordado uno. No volví con el cuerpo destrozado, pero tampoco tuve ganas de salir a correr inmediatamente. Realmente, acostumbrarse de nuevo a la vida habitual, lavar el equipo y devolverlo todo a su sitio mantienen a uno ocupado. Y la supercompensación existe, quince días después de volver, y apenas 4 entrenamientos en busca de la escasa y mala técnica de carrera perdida, media maratón de Ciudad Rodrigo, 1h20'39". Creo que nunca he tenido mejor motor en mi vida pero peor chasis, varios días con agujetas como no he tenido nunca y tres ampollas en los pies, la primera vez que me las han producido unas zapas de asfalto, y eran las habituales. debí tener la zancada más rara de los 100 primeros. Aún ahora está costando recuperar el ritmo anterior a mi aventura del desierto, pero espero tener toda una vida para encontrarlo.

Perdonad la demora en publicar estas impresiones, pero la vida marca sus ritmos, espero en breve empezar a comentar el material utilizado y otras cuestiones de la carrera.

viernes, 16 de mayo de 2014

Marathon des Sables. Etapa 5. La última cronometrada

De las miles de experiencias que tenemos, sólo conseguimos
 expresar con el lenguaje, a lo sumo una, y aún así, ésa,
 la expresamos de un modo fortuito y sin el cuidado que merecería. Entre todas las experiencias mudas, permanecen ocultas aquellas que, sin darnos cuenta, han otorgado a nuestra vida su forma, su tonalidad y su melodía.
Pascal Mercier


Hoy los doscientos más rápidos salen hora y media después. Así que sin pecar de chulería me coloco en primera línea de salida, a las 7am, dos horas antes de lo habitual. Apenas ha dado tiempo a hacer las rutinas diarias cuando ya estoy esperando el pistoletazo de salida. Con las prisas no encuentro una de las cintas que sujetan el saco a la parte inferior de la mochila, pero es el penúltimo día, el saco cabe dentro de la mochila. La gente sale espantada, pero en trescientos metros me coloco en cabeza y durante diez kilómetros voy liderando la prueba. No hay pérdida. La pista es fácil y continuamente pasan todoterrenos que me animan. No miro atrás, no quiero convertir mis piernas en estatuas de sal. Quiero disfrutar del momento. El horizonte es mío, nada se interpone entre él y yo. Sólo existimos ambos. Yo corro, y él se acerca.

Poco antes del CP1 me pasa un atleta que nadie diría que lleva 200km en las piernas, zancada bonita, ágil y calzado de plástico en los pies. Oigo sus pasos acercarse y lo veo alejarse. Me pasan muy pocos y al rato no nos movemos de nuestras posiciones. Los voy viendo igual que me verán los que lleve detrás.


El paisaje ha cambiado, hay algún arbolillo. La pista es algo más dura de lo habitual y la arena se lleva mejor. He sido afortunado de salir temprano, así no sufro tanto los rigores del calor. Al CP2 llego solo y todos me aplauden y me animan por mi nombre. Es bonito sentirse hoy un poquito más importante. Hay cuestas donde pierdo algún puesto, por aquí delante vamos todos solos. En un descenso me encuentro un paquete de seis botellas que se debe de haber caído de un camión. Como no vulnera la autosuficiencia, relleno los botes, me refresco y dejo la botella unos pasos delante.


No sé si es porque voy bien, porque el viaje se acaba o porque el paisaje es más bonito y variado, pero esta etapa me gusta más. No me duele nada. Puedo levantar la vista. Ninguna parte de mi susurra pidiendo atención y el paso fluye. Pero no estoy pensando ninguna frase trascendental. Hacia el km30 llegamos a una zona poblada con algo de verde y en un giro de noventa grados aparece el CP3. Habitualmente los puntos de control se ven desde lejos y parecen no llegar nunca. Éste aparece de improviso y hay bastante gente animando. Mientras bebo, relleno los bidones, y me refresco con el agua sobrante se me acerca una doctora.
- Salut David, tu est bien? Ça va?
- Ça va, merci. Trés bien!
- Estás seguro? No necesitas nada?
- No, estoy bien. Muchas gracias.
- Es la última vez que te voy a decir esto, estás bien?
(silencio)
(sonrisa)
- Muy bien, muchas gracias!
(sonrisa enorme, ojos de emoción).

Es el último puesto de control antes de la meta dentro de diez kilómetros, poco más de una hora y habré acabado. Es la tercera vez que me emociono en esta carrera.


Lástima que el terreno ahora sea pestoso. El lecho de un río seco, arenoso, flanqueado por cultivos verdes a ambos lados. Lo intento, está hecho, pero no me parece eficiente correr. Así que camino deprisa y me pasan los que sí son eficientes. Cuando estoy apunto de salir del arenero me pasa el líder de la etapa de hoy. No parece que haga nada extraordinario. No va a velocidad supersónica. Pero va ligero, no se hunde. Como viene se va.



Toca subida terrosa y una vez arriba se ven cuatro kilómetros de dunas tamaño medio tras las cuales debe estar la meta. Esto está hecho, son los kilómetros de dunas en que más seguido he corrido, me pasan otros dos pros, que en este caso si dan la impresión de ir como locos. Subo, bajo, subo, bajo. Alguno adelanto. Sigo los escalones que unos pocos han trazado por delante en las dunas y ahí está la meta. Un poco más animada de lo habitual porque han venido algunos familiares. Miro atrás. No hay lágrima de sal ni nadie que me vaya a hacer sombra en mi momento. Paso la línea de meta, me colocan la medalla y me abraza Patrick Bauer, no sé si me dice algo, aplausos. Saludo a la cámara, sé que me están viendo aunque luego me entere que fui tan rápido en la etapa que no me esperaban hasta un poco más tarde y no me vieron.



Un periodista viene a hablar conmigo. Estoy fresco. Me pregunta sobre la carrera. No es un infierno.La comida liofilizada está buena. Puedo ducharme si encuentro 1L de agua que no me vaya a beber. Me ha gustado. Te haces. No volveré. Oye, me voy a tumbar un rato a la haima y a quitarme la mochila. No soy de los buenos, es que he salido hora y media antes. Debe estar a punto de llegar un catalán que pasé hace un rato, a lo mejor te interesa más porque en Salamanca no suelo leer el Periódico de Catalunya. Muchas gracias a ti. Nos vemos mañana.

111 en la etapa, 4horas53´07", a 8'6km/h


Me tomo un té.

Me quito la mochila.

Llamo por teléfono. Te quiero

Me ducho mientras se prepara la comida.

Como y me relajo mientras llegan los demás.

Está hecho. 

No hay más.

(continuará la crónica de Sables)

viernes, 9 de mayo de 2014

Marathon des Sables. Etapa 4. La Reina.

un alma que no se fija una meta se pierde.
ningún viento ayuda al hombre que no va a puerto alguno.
Michel de Montaigne

"Me viste hoy? patas OK. energía OK, pero los hombros OUT. La clasificación me da igual. Quiero la muesca y a otra cosa. Esto es feo y a mediodía me hundo, salimos muy tarde. (...) anochece a las 19:40, frontal [NAO] OUT!! tengo pilas. El plan es hacer etapa larga 80km en 2días, en el libro "parece fácil", hay CP cada 11km +-, reposaré en cada uno, comeré caliente y potente y seguiré hasta donde me coja la noche, calcularé para hacer como mucho 60-90' con frontal y dormiré en CP que me pille hasta las 5am, desayuno y salgo con la fresca. El mediodía me mata. Hoy gominolas derretidas y los iphone con aviso de "petado por calor" (...) no te asustes si de repente desaparezco, con el sol vuelvo. (...) esto te lo hacías tú con aguador y sin mochila.. ;* habiendo llegado hoy, salvo desgracia, esto está hecho. tty+!"
mail de dvdg a A. del 8 abril, previo a la etapa reina.


El cuarto día aprendí. Esperé a la sombra y sin mochila que den la salida. En el último momento me cargo y salgo a final de pelotón. Piano. Los 50 mejor clasificados saldrán tres horas después. Los europeos nos animan. Piano piano si va lontano y poco a poco voy adelantando gente y sin darme cuenta estoy en el grupo de cabeza. Tanto es así que ficho el cuarto en el CP1. Cada vez que paso por una alfombra y mi tobillo pita me acuerdo de A. que me está siguiendo desde casa. Hoy no sólo ve que estoy vivo, sino que en este momento estoy bien, muy bien. Es importante llegar bien colocado a este punto, no lo he buscado pero afronto solo la subida del 12% medio de dos kilómetros de longitud con unos 500mts finales al 30%. No estorbo a nadie y nadie me estorba. Es una montaña y vamos por el límite duna/roca. Para el tramo final hay una cuerda. Avanzo despacio pero sin pausa. Y como Orfeo, sin mirar atrás. No quiero ver la marabunta desesperando por mi torpeza y sobre todo no quiero mirar abajo, sólo al frente. Arriba las vistas deben ser espectaculares, pero me lanzo por un lecho de piedra con tranquilidad para no tener daños colaterales, me pasa bastante gente pero no me importa, el día es largo.

 


Estoy corriendo por un llano infinito y de repente caigo que llevo bastante rato corriendo del tirón, que no me duele la espalda. Hace rato que no me adelanta nadie y llevo viendo a los mismos delante bastante rato. Llega el CP2. Bebo, recargo y me refresco. Apenas paro más tiempo que el que tardo en completar la operación descrita.

Sigo corriendo. Esto es novedad.

km 32. Llega el CP3 que parecía la tortuga perseguida por Aquiles. Misma operación que en CP2. Y continuo mi marcha corriendo-andando. Subiendo dunas gigantescas y bajándolas desbocado, aún así hay gente que lo hace más rápido que yo. Pero estoy contento de como está transcurriendo el día. Son las 13h y ya llevo casi la mitad de la etapa.


Pasamos por un hotel con un pequeño jardín verde donde luego me enteraría que se quedarían atletas a comer. En otras etapas, algún sablero ha comprado una Coca-Cola por 5€ a un marroquí que las ofrecía, a ellos les parecerá una burrada, seguro que más de un extraterrestre de los que le pasan por delante de ellos pagan más por una lata en su gimnasio. Más de una vez me he quedado con la imagen chocante de cómo en mitad de la nada alguien espera pacientemente a que un occidental le compre una baratija. De vez en cuando nos encontramos con lugareños, sobre todo son  los niños  los que se esperan para vernos más de cerca. Ellos nos animan. Ellas apenas nos miran directamente. Sorprende ver camisetas del FCB salidas de ninguna parte.  La carrera transcurre por lugares deshabitados, apenas pasamos por casas aisladas rodeadas de tierra seca y yerma. Pocas cabras, algún camello. No se ve mucha vida aparte de los locos de las mochilas y sus pastores en todoterreno y helicóptero. En algún bivouac, de lejos se veía lo que podía ser una ciudad. Y por las mañanas, y sobre todo el primer día, se veía gente del lugar vendiendo collares o simplemente pidiendo o a la caza de todo lo que tiramos en buen uso sólo porque añade peso a nuestras desacostumbradas espaldas, pero respetan un perímetro invisible a nuestro alrededor. Y además hay seguridad invisible.


Pidiendo la comida en un pack de oferta ahorraba bastante dinero aunque no podía escoger los sabores. Lo mejor de todo es que no tenía que pensar. Karim Mosta me decía qué y cuándo comer cada día. En esta etapa hablaba de hacer una comida caliente a mitad de camino. En este caso el CP4, sito en el km45'3. Son las 15:31, así que es buena hora para comer. Monto en hornillo. Enciendo la pastilla burlando la suave brisa que se empeña en apagar la incipiente llama. Espero pacientemente a que se caliente el agua en la taza. Vierto el agua en el sobre de liofilizado y me tumbo mientras transcurren 5' en que la comida toma aspecto comestible. Bebo tranquilo. Me felicito por haber llegado aquí en seis horas y media, quedan cuatro de luz y puedo avanzar bastante antes de pararme a dormir.

Ayer Vasco no llegó perjudicado a la jaima. Simplemente no llegó. A pocos después de la salida se sentó a la sombra de un árbol y tiró la bengala. A los 5' estaba montado en un helicóptero con 39 de fiebre. Cuando le vi a las 22h ya podía hablar. Llevaba 7horas recibiendo sueros y aún le quedaban otro par. Para él se había acabado la carrera, pero no la vida. Puede seguir intentando cosas, como ese cruce del Estrecho a pelo que ya consiguió. Yo no he visto ningún caso, pero en las tertulias de cuando nos reunimos todos los de la 86 se cuenta de gente que se cae en redondo delante de alguno, o de gente tirada que por favor pide que alguien lance su bengala. Y que hubo un momento en que el cielo parecía un festival de bengalas. La organización no te abandona en ningún momento. Casi todo el tiempo de carrera hay un todoterreno a la vista (patrocina Jeep pero sólo vi dos, en cambio había decenas de Landcruisers) y, como se ha visto, si se precisa, el helicóptero raudo y veloz rescata al accidentado. Con su permiso, le rapiñé el frontal. Vasco no lo iba a necesitar y el mío no funcionaba.

Os he dejado a la sombra. Mientras se prepara mi comida. Veo a la gente pasar. Apenas he tomado un par de cucharadas de tabulé cuando pasa Karim Mosta, el que me recomendó parar a comer. Cada vez pasa más gente,  incluso los tres primeros pros que son un visto y no visto y pasa un popular que me pica. He comido más de la mitad del sobre, la verdad es que no entra más. Recojo las cosas, me cuelgo la mochila y empiezo a moverme. La verdad es que se ve más gente que cuando me tumbé a comer, pero tampoco demasiada.

CP5, km 58'1, diez minutos para las seis. Queda hora y tres cuartos largos de luz . El siguiente control es en 11km. Estoy bien. No me duele nada. Y como veía que podía, pues seguí.


CP6, km 69'7. ¿Os he dicho alguna vez que nunca había pasado de desplazarme a pie más de 44km seguidos (y eso fue porque me perdí)? Pues casi llevo 70 y no es de noche. 

Si es posible, ¿por qué no va a ser verdadero?
A. Pereira

Estoy bien. Tengo ganas de correr y de hecho lo hago cuando la arena me deja. Incluso cuando sale el orgullo corro sobre la arena. Jamás pensé que llegaría hasta aquí en perfecto estado y menos a estas horas. Así que si es un sueño, vamos a lo grande. Hoy toca apretar, pero porque quiero. Porque estoy contento y el fin es estar más contento.

El atardecer nos coge en unas diminutas dunas. Sin saber por qué aparece un pro a mi lado y con gestos me marca el camino. Por un lado me halaga que me haya escogido, ¿pensaría llegar a meta con luz y no lleva frontal para ahorrar peso? ¿me ha visto bien y busca mi frontal? por otro me agobia, y me suma responsabilidad. Cuando es noche cerrada le enciendo el stick luminoso y en una duna en la que no me da por correr se me va. Mejor. Al poco enciendo mi frontal prestado. Apenas ilumina 3mts por delante. No todo iba a ser perfecto hoy. Me sucede en varias ocasiones llegar a un obstáculo y tener que rodearlo al pie y no haberlo evitado en la distancia. Me canso de esa pobre luz  y busco mi Nao en el fondo de la mochila, hago un último intento de que ocurra el milagro y funcione, sin éxito, quito la batería y coloco dos pilas. La luz es muy pobre, pero me siento más cómodo con él que con el anterior. En esta operación me ha adelantado un pelotón y me enciende, así que me pongo a correr por la arena, buscando trocitos de piedra o tierra dura como un loco para poder correr más a gusto. Balizas fluorescentes nos trazan la ruta, y los haces de luz, pocos como el mío, me marcan el camino. Trece kilómetros corriendo a oscuras por el lecho seco y polvoriento de lo que fue un río se hacen largos. Me coge un español, me saluda e intento ir con él sobre la arena. Pero la sensación de gastar demasiado corriendo sobre la arena me lanza a andar de nuevo.

Se acaba la arena, giro a la derecha y ahí, al fondo, hay luces. Os diría que con el único sonido de mis pasos sobre la arena y mi vida moviéndose en la mochila y preciosas estrellas en el cielo sin nada que las distraiga el marco es incomparable. Pero es mentira. Miro al suelo, y aunque levantase la vista, el frontal me impediría ver los astros. Y estoy dispuesto a ser rápido. No voy a pararme a ver el paisaje. Ya lo haré en el campamento, está ahí al lado. Me acelero. El piso es pista dura. Veo que el gps marca 5-6´30"/km, paso gente y nadie puede seguirme. La verdad es que este ritmo cansa, pero por la derecha va un frontal paralelo a mi y parece que va a alcanzarme. Si he empezado a correr no voy a parar, apenas deben quedar 2km, 10' a ritmo alto, olvidado en estas latitudes, debo aguantarlos. El frontal que se ha retado conmigo me va a coger, de repente se desdobla y compruebo que es un coche de la organización. Giro la cabeza y hay una hilera sin fin de polifemos luminosos que vienen a atraparme. No lo van a conseguir. Las balizas se desvían pero yo voy hacía el arco de meta, apenas estoy a un metro cuando comprendo que no voy a poder evitar un arroyuelo de barro. A cualquiera que le cuente que pisé el único charco del desierto...

Llego a meta supercontento. Sé el tiempo. No sé si es bueno o malo. Pero estoy contento. He corrido a gusto, es la primera vez que hago tanto de un tirón y aún he llegado con fuerzas de hacer un sprint. Llevo el agua a la haima y voy corriendo a llamar por teléfono, los he pillado abiertos. A. está supercontenta, dice que mi parcial es el 63! (tened en cuenta que 50 pros salieron 3horas después y aún no han llegado, así que finalmente sería el 94 en la etapa, con 12h10'01", a 6'66km/hora). Así que me emociono, segunda vez en una semana. No es que me crea nada, pero es que no dejo de crecer, de sacar cada vez un yo mejor, y eso mola.

Ceno con calma, me ducho y me quedo helado, me meto en el saco. Por  primera vez me pongo tapones en los oídos, para que los que vayan viniendo no me despierten. Y me tomo la licencia de esparramarme un poco más por la alfombra, supongo que alguno no llegará esta noche y podré ocupar su lugar.

Tardo en dormirme lo mismo que ayer, poco, pero más contento.

martes, 6 de mayo de 2014

Marathon des Sables. Etapa 3

En cualquier ejercicio hemos de entregarnos
 hasta los últimos límites del placer
y evitar comprometernos más allá, 
donde el dolor empieza a intervenir.
Michel de Montaigne

No hay que dejarse llevar por el sentimiento del deber,
 por la pasión o por la ambición
más allá de donde uno quería y quiere ir, 
hay que comprobar sin descanso el valor de las cosas,
no sobrevalorarlas y acabar cuando acaba el placer. 
No convertirse en esclavo, ser libre.
S. Zweig



Ayer no disfruté. Ayer no le vi sentido a esto. Así que el plan es control de daños. No sacrificar presente y futuro a medio plazo y amortizar la experiencia llevándome la medalla de esta batalla sin perder demasiado.

Quienes os pasáis por aquí con mayor o menor frecuencia sabéis que no me achanto cuando las cosas se ponen feas, pero no busco el límite, no busco pasarlo mal por pasarlo mal y presumir de ello. Si salgo y caen chuzos de punta o tengo que abrir camino en la nieve lo hago, pero si pintea, me quedo en casa. Creo que mucha gente ha perdido la perspectiva, el  pain es una estación intermedia que podemos encontrar por casualidad o porque estamos dándolo todo, pero no es la estación de destino. Para mi y conmigo, la violencia gratuita no tiene sentido. Están los recuerdos, cuando empecé a preparar esta aventura, perdí un mes por recaer en una lesión anterior. Y en las últimas semanas aparecía un dolor conocido cuando pasaba de dos horas. Así que tenía que lidiar con llevarme a casa y hacerlo lo más sano y salvo posible.


El plan es correr hasta donde pueda, la primera hora, tirarme en las haimas de cada CP y llegar al siguiente de la manera más rápida posible pero sin pensar ya en el tiempo. Se trata de llegar cuanto antes para evitar las horas centrales de calor, pasar el menos tiempo posible en carrera y empezar a recuperar enseguida.


Cuando elegí el material escogí llevar sólo 1'5L de agua cada vez. En los CP pares dan 3L. Los primeros días tiraba lo que no bebía o cargaba. Ahora me echo el agua encima y empapo el buff que me coloco al cuello. Es una chorrada, pero voy bastante mejor que ayer, tanto que hoy ya no paro media hora en los CP, apenas la mitad. Y arranco mejor.

Consejo para mis futuras carreras en calor: tan importante como hidratarse bien, es refrigerarse, es casi tan rentable beber como bajar la temperatura corporal, bien echándose agua por encima, que se evapora rápido, cómo colocándose prendas empapadas que van refrescando durante más tiempo.


Es equivocado pensar que correr en el desierto es como hacerlo en una playa grande, arena y dunas. Hay montañas, o eso parece, y hay dunas enormes. Tras estar casi una hora intentando llegar a la cima, cuando estoy arriba sólo pienso en bajar y afrontar la siguiente. No paro a hacer fotos ni a exclamar la belleza y la maravilla de las vistas. No es turismo. Es una carrera. Quizás esto es bonito en una moto de enduro o en un todoterreno, pero no a pie, bajo la solana, con el agua contada, casi diez kilos a la espalda y a un paso cansino que hace que el mismo paisaje se quede en la retina para siempre a base de no cambiar.

6h56'06" para 41km, a 5'58km/hora. Llego a meta en la mitad de la clasificación, el 427. Supongo que ese es mi sitio. Ni con los que andan ni con los que han venido a andar, que son legión, con sus mochilas de 30, 40 o 60L, bastones y un paso firme y sin pausa.

Estoy contento porque he pasado el ecuador de la prueba. Lo de mañana está chupado, 81km en 34horas, me lo planteo en dos etapas de 40km en 17horas cada una, bastante más tiempo del que dan para jornadas más cortas. Estiro. Me ducho, me lavo la cabeza. Saco el lomo y el jamón del bueno, que en un lugar como éste no hay que escatimar.  Estoy como nuevo. Esto (casi) está hecho.

último día que compartí quilómetros con este señor, quizás a final de mes otra vez...

domingo, 4 de mayo de 2014

Marathon des Sables. Etapa 2.

Nunca hubo más comienzo que el de ahora,
ni más juventud o vejez que las de ahora,
y nunca habrá más perfección que la de ahora,
ni más cielo o infierno que los que hay ahora.
Walt Whitman

Me llevé un libro a Sables, recomendado por un buen amigo, sobre la infancia de su autor en un país parecido a éste en que me encuentro. Lo dejé en la maleta, no quería sumar más gramos a una mochila a punto de reventar tanto ella como mi espalda y, como descubriría más tarde, sería algo, únicamente en este momento y este lugar, totalmente inútil. La carrera y sus preparativos me dejan libre a las 16horas como muy tarde. Entretener las horas hasta el anochecer es fácil. Hacer cola para enviar un mail, hacer una cola más reducida para llamar 5', estirar, ducharme o estudiar el perfil de la etapa del día siguiente. Echaba de menos estar tanto tiempo tirado, literalmente, sin hacer nada. Y sin pensar en nada. Nada de yoga o historias zen. Tumbado, despierto, con la mente despejada mientras el tiempo pasa como la arena llevada por la brisa.




Me levanto y la espalda no me duele. La etapa de hoy parece más corrible que la de ayer. Así que cuando dan la salida, voy en el grupito que persigue a la élite, a un ritmillo que sobre el asfalto un observador pensaría que somos de los últimos en llegar pero que aquí es todo lo contrario. El viejecillo de ayer tardaría en pasarme y poco después me alcanzaría el dolor de espalda, un par de kilómetros antes de llegar al primer punto de control (CP), no está mal, 75' para cubrir 11'5km. Bebo agua y empiezo a correr. No puedo, todavía veo el CP y no puedo correr. Mi problema, y lo he hablado con algunos élite a los que también les pasa, es que no sé andar. No sé correr, pero en los últimos años corro rápido. No sé si sabré andar, pero no sé andar deprisa. Poco a poco empiezo a hundirme en la arena. Ni el terreno ni mi espalda me dejan correr. Aún en otra superficie podría alternar caminar y correr. Pero aquí y hoy no puedo. Cada vez ando más despacio y primero me pasan autobuses de corredores y después trenes de andadores. Y si la memoria no me falla, la distancia entre CP1 y CP2 es más larga de lo habitual, 15km. 15km dan para mucho. 3horas andando bajo las horas más calurosas del día dan para mucho. Mucho casi llega a ser demasiado.

qué hago aquí?; casi llevo  la media de mis kilómetros semanales a principios de la segunda etapa y lo que queda...; mañana, si llega, más de lo mismo; y menos mal que aún no me ha salido ninguno de mis viejos dolores; vaya calor!, el horizonte no llega nunca y hace rato que se acabó el agua; mucho entrenar la carrera pero nunca me he puesto a andar deprisa, a salir de aquí cuanto antes; porque he pagado un dineral; porque al final lo dije en el facebook; porque A. cree en mi; porque ayer éstos tardaron 10horas, y yo llevo 3 y pico, aún no me han pasado, malo ha de ser que no me de tiempo a llegar dentro de límite, para retirarme tiempo tengo; venga, otro paso...


Estoy aquí. Estoy ahora. Y mientras pueda, voy a acabar lo que toca hacer. Lo que he venido a hacer.

El Marathon des Sables da muy bien en la tele, planos amplios desde el helicóptero, preciosas fotos desde la arena, arena amarilla como la crema de un pastel, cielo puro azul como la imagen de la felicidad. Pero en carrera eso no lo ves. Todo lo veo como en un filtro quemado de instagram, más apagado y mortecino. Y apenas capto la amplitud del lugar. Soy humilde y agacho la cabeza ante los cincuenta y tantos grados que dicen que pillamos, me humillo ante el poder de la arena. Apenas veo más allá de la punta de mi visera, y por el rabillo del ojo veo pies que se arrastran y que aún así me adelantan. La piedra que está en la punta de mi visera parece que no cambia, si no es ella es su hermana que para el caso es lo mismo. Y en el llano interminable, esa duna, esa montaña que venía dibujada en el libro de ruta, está en el mismo lugar desde hace horas. Y yo que creía que entrenar en los caminos de la Meseta me tenía inmunizado de la distancia eterna.


Al final todo llega, y yo llego al CP2. Lleno los bidones, me bebo media botella de un tirón y la otra media caerá durante la media hora que dormito en las haimas que colocan en los controles. Cuando vuelvo a colocarme la mochila parezco otro. Estoy más fresco, camino pero voy más rápido. No hay tanto pensamiento negativo, y cuando el terreno me deja, podría ser sancionado por los jueces de marcha atlética. El CP3 llega en 8km y con él una tumbada larga a la sombra, después hay que subir una montañita corta al 15% y dejarse caer por una duna que se me antoja vertical. Yo, miedoso de las alturas, amplio la zancada y vuelo duna abajo aunque sean verticales. El único material en el que haría esto, si esas bajadas fueran de roca, tierra o incluso hierba casi tendrían que venir a rescatarme.

Me pasa mi compañera de haima. Va hablando alemán fluido con un teutón enorme. Me pasan a ese ritmillo que en la cinta continua no sabes si es andar deprisa o correr despacio y que soy incapaz de seguir. Poquito a poco se funden en el horizonte.



Llego a meta. El 528, de la mitad para atrás. 7h30'382 para 41km, a 5.46km/hora. Desde el CP2 ha cambiado mi táctica y estrategia si algún día las tuve. Ahora se trata de sobrevivir al menor costo posible. De llegar. De coger la medalla y volver a casa. Y a otra cosa.

Poco a poco llega el resto de integrantes de la 86. Vasco hace una entrada clavada a la de ayer, pero sin vómito. A pesar de los consejos no quiere ir a colocarse suero. Hoy estamos todos más perjudicados. Frisco, sin polainas desde los primeros kilómetros de MdS, se va a su cita rutinaria con los cuidadores de pies, que recortarán aún más la piel más externa de sus pies. Poco a poco la piel nueva, inexperta en este lugar, irá conquistando todo el espacio a la piel vieja y dura, curtida en horas de entreno. Poco a poco una marca se va extendiendo por el campamento, los que tienen los pies rojos de la mercromina y los que no.


Hoy no hay ampollas nuevas, después de estirar parece que la espalda no me derrotará hoy. Comer, aparte del placer de saborear la comida y de saber que recargo energía, me da el gusto extra de saber que mañana cargaré con otro medio kilo menos como poco. Mañana el plan es otro.

jueves, 1 de mayo de 2014

Marathon des Sables. Etapa 1.

Parece mentira que no cuidemos la vida, que es un paréntesis.
Tenemos toda la eternidad para no ser.
José Mujica

Son las seis menos veinte de la mañana y estoy en el desierto marroquí esperando que amanezca para empezar a preparar las cosas que llenen mi paréntesis. Me ha costado dormirme, no pillaba la temperatura; saco cerrado, saco abierto... no dormía en uno desde hace más de veinte años, es estrecho y los muslos sudan. Igual que haré el resto de los días, empecé a dormirme con el saco abierto y sin camiseta, acaso un buff en la cabeza para evitar el polvo, si me despierto subo la cremallera y si lo vuelvo a hacer me pongo una camiseta térmica. Pero he dormido bien, a pesar de que me gusta hacerlo de lado mirando siempre a la ventana, y aquí, aparte de escoger entre compañero y tela polvorienta a los laterales, es más cómodo dormir en decúbito supino. Pero me he despertado mucho antes que la gran mayoría de los sableros y eso tiene como ventaja no hacer colas delante del baño y usarlo en soledad. Orinar mirando a las estrellas, es una de las cosas que tampoco tienen precio. Aunque tengas arena en las legañas.

encima del nueve

A las seis empieza la actividad en el campamento. Por los extremos empiezan a desmontar las tiendas. Ha dado tiempo a preparar el desayuno, comentar los ronquidos nocturnos, ir a buscar el agua (1'5L) a la plaza central y volver a meter todo en la mochila antes de que nos quiten la alfombra. A veces más de una hora hasta que den la salida. Si todas las salidas acaban con la paciencia de los integrantes de la haima 86, la primera fue la que más nos enervó, nos hacen formar dentro de los corrales (donde no entramos) para formar un gran 29 que se vea desde el aire y luego sacar un par de fotos, cargados con el equipo completo. ¿Por qué no lo hicimos ayer que estábamos más animosos? Cumplido el trámite toca dirigirse a la salida donde el inventor de todo esto y una traductora nos dan las noticias del día, que si hay una familia americana de tres miembros cuya hija de 16 años es la más joven este año, que si nos espera una etapa de 34km con 12 iniciales con dunas, que si es el cumpleaños de fulanito y fulanita, que si les cantamos el cumpleaños feliz, que si bailamos el Happy de Pharrell Williams... todo esto supone más de media hora todos los días, cargados, bajo el Sol, esperando que suene el Highway to Hell que marca diez segundos para salida, con retraso... el horror, detalles como estos ayudan a que puedan decir que es la carrera más dura del mundo.


Consejo que aprendí el cuarto día: no te pongas la mochila cuando te convoquen a la salida, tírate por ahí, descansa buscando una sombra, prepárate cuando empiece la cuenta atrás y no tengas prisa por figurar en la primera línea o siquiera en el meollo. Sal a tu ritmo, en unos kilómetros la carrera ha puesto a cada uno en su sitio, y si no, lo acabará haciendo, independientemente de dónde te hayas colocado.


campamento al fondo y todos éstos ya van caminando 
con diez horas por delante

Empiezo a correr metido en el mogollón. Mil y pico mochileros en estampida hacia el infinito mientras un helicóptero los sobrevuela una y otra vez. Las salidas siempre son anchas y permiten colocarse. Poco a poco la cabeza se marcha pero yo figuro entre los primeros sin forzar, es una carrera larga y voy al ritmo que creo, y espero, poder mantener. En el km3 empiezan las dunas, y al poco un señor mayor al trantrán se pone a mi lado y sin que haga ningún gesto por dejarme en unos minutos se ha marchado. También hará lo mismo uno cuya cara me suena porque es él quien recomienda la pauta de nutrición de la marca que he comprado. 12km de dunas que nos ponen a cada uno en nuestro sitio, pronto aprendo que lo mejor es seguir la huella de las Hoka, ancha y estable, donde es posible que la arena esté más compacta y que es mejor bajarlas corriendo y zancada amplia. Mucha gente se aleja del camino de hormigas con mochila y decide trazar su propio camino, conocen el desierto.

esta es la duna más grande que he encontrado en las fotos, 
pero ni siquiera es la duna más grande de las pequeñas
que nos encontramos el primer día.

Soy incapaz de ir más deprisa en las dunas. Es mi primera vez. Salir de ellas es una liberación. Empiezo a correr, voy ágil por este terreno de arena sobre piedra o tierra dura, al poco empieza un intenso dolor de espalda que me impide trotar bajo castigo de fuertes pinchazos primero en los hombros y luego en todo el dorsal. Pero voy en un grupo bastante amplio que se dedica a correr y caminar, correr y caminar, caminar cuando no se puede correr. Aprendo  que no sé correr sobre arena ni sobre cauces secos de ríos, superficie que parece compacta y que al pisarla por primera vez se hunde. Hay que cambiar los apoyos, la zancada y evaluar constantemente si la eficiencia energética viene de andar deprisa o de correr despacio.


34km, 970mts de desnivel positivo. 5h43'51", puesto 228. Satisfecho pero preocupado por el dolor en los hombros que impide correr. A posteriori, no me parecerá un día caluroso. Abandonarían 27 personas, casi la mitad del total de 2013, entre ellos la familia americana y un japonés disfrazado de vaca que, dicen, sí fue finisher el año pasado. Ampliaron el tiempo de corte una hora para rescatar corredores. Personalmente me parece mal que salvo catástrofes imprevistas se cambien las reglas una vez empezada la carrera. Cada uno se planifica los ritmos según los tiempos de corte y se retira si ve que no llega. No entro a debatir si sale más económico para la organización mantener tres decenas de corredores en carrera o desplazarlos cientos de kilómetros hasta la próxima ciudad, pero ampliar sin ton ni son los tiempos de corte sin avisar hacen que la gente le pierda el respeto a estas pruebas de resistencia.


Llego al campamento. Recojo el rico té a la llegada, cargo con el agua y me voy a la haima, siempre de las más alejadas de la llegada. Mi zona parece despoblada. 

Caliento el agua y me preparo el liofilizado, mientras, me tomo un batido de vainilla. De postre, compota de manzana. Son las 16h. Poco a poco llegarán el resto de mis compañeros. Algunos al anochecer. Es hora de repasar las heridas en las polainas y los pies. Dos ampollas, las colonizo pasándoles un hilo. Ahora están bajo mi dominio. El resto del cuerpo está bien. Las polainas un poco maltrechas, pero aguantan. La ropa no huele. Y estoy contento porque he aligerado la mochila apenas medio kilo.

 Es hora de sentarnos a comentar el día. El primer día nadie tiene sueño aunque todos sentimos los cuerpos.

Frisco pegó las polainas y se despegaron en los primeros kilómetros, así que llega andando con los pies doloridos por las ampollas. Marcha a la enfermería de donde volverá un par de horas después con la piel recortada y envuelta en esparadrapo.
agradecerás las piedras, buscarás correr por una escombrera
y la vista te engañará, aunque lo veas, el bivouac está lejos

Consejo: QUE UN ZAPATERO TE COSA LAS POLAINAS, y que lo haga bien. En una carrera en autosuficiencia, donde todo pesa, cada detalle cuenta y es muy importante. Pero unas polainas bien cosidas son vitales, y apenas me costó 4€.

Poco antes del cierre llega Vasco. Viene pálido. Le ayudamos a quitarse la mochila, se apoya en las extremidades delanteras y vomita. Vienen los sanitarios, toma de constantes, un antiemético, sales y descansa. Duda si ir a la enfermería a que le coloquen un suero, quedan 5 etapas y sólo es posible ponerse en dos ocasiones so pena de expulsión, y tampoco son gratis, cuestan horas en la clasificación. Decide no ir. Nos contaron que hubo un tiempo con barra libre de sueros y un italiano bien clasificado, que iba muy ligero de mochila, todos los días iba a colocarse unos cuantos.

Anochece. Me duelen los hombros y mañana hay más de lo mismo. Más que hoy incluso.




viernes, 25 de abril de 2014

Marathon des Sables. Días -2 y -1.

Todo gran viaje comienza con lágrimas.
Por lo que dejamos atrás.
Por lo que deseamos encontrar.

Dejamos atrás el amor conocido
por buscar tesoros que no sabemos
si serán tan valiosos como la ausencia.

Pero acaso no los conseguí soñándolos
y partiendo en su búsqueda?
Busco riquezas en mi travesía
sé que dejo lo más valioso en el lecho.

Antes de que amanecer abandono la cama caliente, me he acostado poco antes. Hoy es el cumpleaños de la pequeña y lo celebramos ayer, eso y mil tareas hicieron que hasta pasada la medianoche no tuviera la versión definitiva de la mochila. Sobra decir que nunca entrené con ella, las últimas semanas estuvo lloviendo y no quise mojar el contenido, estuve entrenando con la versión beta, 6kgrs, que no me impedían hacer rodajes casi en tiempos de sinmochila. La de verdad pesaría 10.130grs, a los que sumaría dos bidones de 750ml...

Consejo para mi: en la próxima carrera en autosuficiencia entrena con el equipo de verdad. Y más veces.


Emoción al subirme al bus que me dejaría en la T4. Diría que el momento más emocionante de los que seguirían, hasta el momento. En el aeropuerto poco a poco se reúne el grupo peninsular, sudamericano y escandinavo que compartirá vuelo chárter a un precio que me pareció excesivo. Cuando lo planteé en el grupo de mail nadie quiso desmarcarse de la línea oficial y buscar métodos alternativos y más económicos para llegar a la salida. Otros años el vuelo iba incluido en el precio de la inscripción.

Consejo que seguí: mochila y equipamiento de carrera en cabina, por si acaso se desvía el equipaje. Pequeña maleta trotera para lo que se necesite los dos días antes y los dos después de Sables, teniendo en cuenta que tocará arrastrarla desde el autobús a la jaima y de ésta al checking por unos 300mts de polvo y pedruscos.

Mi mochila aparentemente es de las más pesadas, pero a lo mejor no van todas cargadas de manera oficial. Empieza el modo relacionespúblicas. De la bloguesfera conozco a Rafa, que me presenta más gente, con los que luego compartiré jaima. Hay gente que va solitaria y gente que ya va con los grupos hechos.

Vuelo que llega con adelanto, pero nos toca esperar al avión de los americanos. Tipos enormes que imagino más en deportes de contacto que penando por el desierto. Los peninsulares somos gente más enjuta que hace tiempo comiendo la bolsa que nos da la organización: selección de snacks franceses, hogaza de pan, lentejas y queso.

Traslado en convoy de autobuses hacia el primer campamento, se hace largo. Tocará arrastrar la maleta hasta la tienda asignada, estamos colocados por países, y éstos por afinidades idiomáticas.


147 tiendas para corredores y aparte una pequeña ciudad para las casi quinientas personas de la organización. El 80% de la energía eléctrica utilizada es suministrada por paneles solares. Hay lío al llegar al campamento, estamos lejos de cualquier núcleo habitado, somos una pequeña república de atletas/aventureros bien en mitad del desierto y dicen que aquí son dos horas menos que en la península aunque los gps digan que sólo llevamos una hora de retraso.

Las ocho personas que entramos en la jaima lo hacemos justito. Presentaciones. Los más de mil participantes parecemos muy distintos, pero tenemos mucho en común, la osadía de hacer esta carrera, los meses de entrenamiento y también hay que decirlo, cierto poder adquisitivo.

Las jaimas son como veis. Y una alfombra a su caer sobre el suelo. Recuérdalo si no quieres llevar esterilla, te tocará levantar la alfombra (si no está llena de las posesiones del resto de compañeros) y barrer los pedruscos, o aguantarte. Los palos pueden retirarse para impedir que entre el sol o el viento. Con el paso de los días se irán llenando de polvo y pinchos secos. 


Hay una presentación de la carrera y explicación del funcionamiento del bivouac. Hay danzas típicas y de pronto se caen las vestimentas blancas. Un equipo de rugby local nos invita al primer torneo de rugby sobre la arena que ocurrirá en unos meses y escinifica una haka. Estos dos días nos dan de comer, caliente y variado, aunque creo que el menú no llenaría las reservas de los veganos. El agua que nos dan es libre. Recomiendo tomar pastillas de sal ya estos primeros días, las meadas son frecuentes, poderosas y transparentes. Se mea porque se bebe, y me temo que con cada meada se van unos pocos electrolitos. La organización suministra bolsas biodegradables para las deposiciones, hay una especie de biombos triples distribuidos por fuera del perímetro del campamento donde meterse a llenarlas, se les hace un nudo y se depositan en un cubo de basura para ser posteriormente incineradas. A mi me encanta mingitar mirando al horizonte, y sobre todo a la bóveda celeste, que aquí se ve espléndida. Este es el primer año que las mujeres tienen un biombo propio para orinar sin ser vistas.

He leído los resultados de estudios sobre el peso y las calorías que llevan los top50, los franceses y los ingleses. Estos últimos son los que más calorías y peso llevan. Pero es falso. Cada participante rellena una declaración de honor donde recoge el material que lleva, el peso total y la distribución y suma de las calorías. Esto no se comprueba, salvo que optes a premio a simple vista tu mochila parezca ultraligera.

Cosas que vi las primeras noches en el campamento: colchones hinchables de camping que la primera mañana de carrera se desechan, igual que las sillas y ollas donde se cocinan sustanciosas cenas  regadas con alcoholes típicos de cada lugar de origen. Hay restos secos de plantas en los alrededores con los que alimentar grandes hogueras.

Los andaluces nos invitan a probar ricas especialidades de la tierra y eso sirve para conocernos un poco más entre los españoles. La verdad es que a lo largo de la carrera me relacionaré con poca gente, me sonarán casi la totalidad de los cincuenta y pico españoles, pero hablaré con menos de la mitad. Sobre todo estableceré vínculos con los componentes de la jaima 86 y con los más extrovertidos de las demás. Casi parece que los solitarios somos los menos, la gente va en grupos desde su lugar de origen.

Me llama la atención la cantidad de gente que corre por tal o cual enfermedad o proyecto. Lo veo loable si sirven como altavoz de situaciones a veces olvidadas, pero no entiendo los que buscan financiación para realizar aventuras particulares bajo el paraguas de una causa justa. Yo lo hago por mi. Por mi principal patrocinador, me sorprende la gente que echa cara y monta proyectos de crowdfunding tanto para ésta como para otras carreras. Si puedes ir y quieres, vete, pero hay cosas mucho más importantes en la vida y útiles para el resto de la humanidad  en la que gastar una cantidad indecente de dinero que recorrer 250km por el Sahara. Y también corro por mi más importante supporter (en el sentido amplio de la definición: soporte, apoyo, hincha, seguidorA..).

Y con estos mimbres llega la noche antes de las siete de la tarde. Nos acostamos aunque cuesta dormirse. Hay muchas cosas que comentar. Mañana empieza la aventura.


martes, 22 de abril de 2014

Marathon des Sables

el desierto sólo se muestra arrogante
hasta que encuentra a su dueño.
G. M. Tavares (adaptado)


Dicen que el Maratón de las Arenas es la carrera más dura sobre la faz de la tierra. Miles de atletas de todos los rincones acuden al desierto del Sahara a disputarla cada año, y van veintinueve, y muchos repiten.

El MdS es una de esas carreras que siempre he querido hacer en la vida, desde que la descubrí en revistas y programas de deportes espectaculares en la televisión, y necesité un buen empujón para dar el primer paso. En su día ya me pasó con el Ironman, y esta vez necesité una buena excusa para cambiar todo lo conocido por una carrera totalmente ajena a mi.

Escogí Sables y no otra carrera, alguno la llamará aventura, por lo que tiene de mítico y por la seguridad que me ofrecía una organización consolidada, que revierte bien el alto coste de la inscripción.


El MdS es una competición en autosuficiencia (la Organización sólo provee de agua limitada y la jaima para el reposo, amén de servicios médicos y de rescate si se necesitan) que recorre el desierto marroquí durante 250km distribuidos en seis etapas, con una jornada en la que se realizan más de ochenta kilómetros. Dicen que este año rondamos los 56º, aunque afortunadamente no tuvimos tormentas de arena ni nos llovió...

Para mí, triatleta de larga distancia, acostumbrado a entrenar en el medio conocido que me rodea: aguas controladas de piscina climatizada, carreteras con cobertura telefónica y caminos desde los que casi siempre veo señales de civilización; que aprovecho las comodidades de dormir en el hogar y alimentarme sin freno cuando lo necesito y que me gusta salir con lo mínimo, no dejaba de ser una aventura 
- completar en una semana el kilometraje que habitualmente realizo en un mes,  
- hacer por primera vez más de 44km de un tirón,  
- correr por terreno desconocido,
- trotar con una mochila con diez kilos a la espalda,
- gestionar la alimentación no sólo durante la carrera cronometrada sino después en un ultra por etapas,
- dormir casi a la intemperie en un saco después de más de veinte años reposando en colchón,
- convivir con siete desconocidos durante una semana,
- aguantar temperaturas elevadas sin tener una piscina o la playa cerca,
-...

así que la aventura no fueron esos siete días fuera de casa, empezó mucho antes, cuando empecé a formalizar la inscripción y a preparar todo lo necesario.  El hormigueo duró meses, haciendo preguntas, buscando consejos, comprando el material y entrenando de manera extraña y fue mucho más intenso que cuando puse en práctica todo lo aprendido y adquirido. La incertidumbre es la aventura. Sentí más emoción cuando de madrugada, con la mochila cargada en modo competición por primera vez me subí a un autobús de línea para llegar al aeropuerto que cuando crucé la última línea de meta.


Fui, corrí, anduve, vi y volví. Seis etapas en las que viví muchos estados de ánimo diferentes. 

Una primera etapa (34km) de contacto donde vi lo que había, donde me sentí extraño y donde cargué por primera vez con una mochila pesada que me hacía un daño tal que no me permitía correr ni cuando el terreno me daba permiso. 

Una segunda etapa (41km) que se me hizo larguísima, incapaz de correr por el dolor de hombros y la gran cantidad de arena en la que no supe ir más deprisa que un paso cada vez más lento, que hizo que la temperatura fuera más alta y el agua más escasa y en la que me planteé por primera vez mi situación allí y su sentido. 

Una tercera etapa (37'5km) donde, resignado, salí al trantrán, a sobrevivir, a llegar, a coger la medalla y a cerrar el capítulo. 

Una cuarta etapa (81'5km) en la que el día antes advertí que sería de relax, parando en cada control a descansar y comer en condiciones y en la que sin querer me vi corriendo de un tirón, incluso en la noche y con un frontal insuficiente, y haciendo top 100.

Una quinta etapa (42'2km) donde la suerte me favoreció, en la que fui liderando la prueba  durante casi una hora y que realicé casi en solitario (los 200 atletas más rápidos saldrían 90' después de que otros 800 y yo tomáramos la salida con la fresca), disfrutando tanto o más que el día anterior al sentir que las fuerzas me acompañaban y que hacía lo que había venido a hacer, rondando también el top 100.

Una sexta etapa (7'7km), no cronometrada, solidaria, de paripé, y que hice andando acompañando a otro amigo menos afortunado. Esta última manga sobró.

Al final, no es lo más importante aquí, pero en una competición no es lo de menos, quedé el 212 de más de mil participantes en una edición ni peor ni mejor que las anteriores pero en la que hubo el doble de abandonos que el año pasado.


Ha pasado una semana desde que regresé, las sensaciones están igual de asentadas que cuando vinieron. He completado una experiencia única, como tantas otras en número infinito, y he vuelto. Haberla superado me llena de satisfacción, pero nada más. He vivido otras situaciones que me han emocionado mucho más. No he tenido largos soliloquios interiores durante las etapas que se hacían infinitas, la deshidratación no me ha hecho ver zarzas ardientes que me revelaban secretos vitales ni vuelvo enamorado del desierto, aunque sí he descubierto capacidades en mi que antes desconocía.

Aquí he vertido mis primeras impresiones de la carrera, es mi intención realizar una serie de entradas sobre el MdS, tanto describiendo cómo me fue como recogiendo los detalles y consejos que un profano del ultra y el desierto como yo puede dar desde su corta y puntual experiencia y que a mi me hubiera gustado encontrar en las redes: material a llevar, cómo es aquello, etc. Espero que a muchos de ustedes les entretenga y que a alguno le resulte útil.