domingo, 30 de diciembre de 2012
lunes, 3 de diciembre de 2012
Un buen día
Abro los ojos, sin ayuda del despertador. Con un beso me despido, preparo el equipo con calma (triple de porsiacasos que de equipación real, que llevo puesta). Desayuno y levanto la persiana para que pueda amanecer.
La radio continua relatando tristeza, pero en mi burbuja, veintitrés grados por encima de la temperatura exterior, voy contento. Lo más difícil del día es aparcar, en cuesta y en camino estrecho. Al sol cambio los piratas por el pantalón corto y me quito una capa de arriba. Esperando quince minutos la salida en la sombreada plaza me quedo frío, menos mal que saludar a los amigos me calienta por dentro.
Dan la salida en un despiste, hacia abajo, zigzagueando hasta salir del pueblo. Casas del Monte, Carrera de Montaña. Subida a los Campanarios. Seis kilómetros hacia arriba, a ritmo, seiscientos y pico metros de ascensión entre lecho de hojas y arroyuelos. Parece bonito, pero sólo voy pendiente del ritmo de mis pies y mi corazón. Adelanto gente, pero sobre todo me adelanto a mi, con ocho semanas de entrenamiento aguanto la cuesta arriba mejor de lo que pensaba.
Corono. Almacenada la energía potencial elevando mi peso a lo alto, es hora de transformarla en velocidad. Me gusta esta carrera, es corrible completamente. Hojas, senderos, rocas, barro... hacia abajo, único freno la rodilla y la palma de mi mano derecha, estoy entero, sigo bajando como un loco, sin disfrutar del paisaje pero sí de la carrera.
El último kilómetro se hace largo. Estando al lado del pueblo, hace un rodeo y pica para arriba. Es la misma sensación que se vive al final de la bici en Lanzarote o en el Embrunman, el nosevayantodavíaqueaúnhaymás. Cruzo el arco de meta. Diecinueve de la general tras quince kilómetros y medio. El primero de los míos tras tanto galgo, o sería mejor decir cabras. Contento. Bocadillo, agua, camiseta y braga. No me quedo a la comida. Ni a la ducha. Seguro que me ducho en mi casa a cien kilómetros antes que alguno que sigue en carrera en el albergue.
La llave en la puerta. Dos preciosas sonrisas en casa. Estreno ducha, nos vestimos, salimos, comemos. Alguna sestea. Película, manta, libro. Paseo para oxigenarnos. Cena, manta, libro. A dormir.
Hoy ha sido un buen día.
No está mal esto del blogger para móviles. Ya no tengo excusa. Aunque da pereza teclear con un solo dedo, como los de antes en las antiguas olivettis.
jueves, 22 de noviembre de 2012
sábado, 17 de noviembre de 2012
otoño
Y delante todo aquel gris
cotidiano y amenazador
estaban los colores.
Sólo había que atreverse
a levantar la vista.
cotidiano y amenazador
estaban los colores.
Sólo había que atreverse
a levantar la vista.
martes, 13 de noviembre de 2012
Los chicos también bailan
Era el before y parecía un after. Diluviando desde que corrimos del tren al autobús que nos lleva a la zona de salida. Me quito el pantalón largo, cambio la camiseta de manga larga por una sin mangas, recargo los bolsillos con un par de geles, miro el reloj y tengo 10’ para dejar la bolsa en el camión que la llevará a la meta. Una hora hasta la salida. Decido quedarme con el chubasquero.
Bajo la marquesina de la gasolinera cientos de atletas bailan, mirando hacia abajo los solitarios y abrazados los que forman parte de algún grupo, voces, una cámara que nos proyecta en dos grandes pantallas de vídeo, canciones, la música que anima a saltar y el cuerpo que busca generar calor tiritando. Muchas botellas de agua en una mano, mirada perdida y las payasadas habituales. Faltan los coches tuneados.
Bajo la lluvia danzando al frío espantando.
Bajo la lluvia danzando al frío espantando.
Chunda chunda.
Me aburro. Me voy a otro garito más tranquilo. El tejadillo de un pequeño kiosco más cercano a mi cajón de salida. Salen los valientes de las aerodinámicas sillas sin guardabarros, luego los patinadores y finalmente los pros (que pueden calentar con su ropa de abrigo hasta 10’ antes de su salida) y decido entrar a la presalida. No sé que droga u hormona causa este efecto, pero la gente que me rodea empieza a emular al increíble Hulk, gritan, beben agua, toquetean relojes nerviosos, empiezan a arrancarse los chubasqueros improvisados que portan y a tirar la ropa por encima de sus cabezas.
Salgo en la segunda tanda de los propulares, sin prisas, pero no tengo dinero, tengo frío (ocho húmedos grados, una hora esperando en camiseta de tirantes y chubasquero) y no hay otra manera de darme una ducha que tirar carretera adelante, así que empiezo a adelantar gente a montones.
Capucha y gafas de sol, pantalones cortos y medias de compresión.
Chunda chunda.
Me quito la capucha cuando la lluvia sirimirea. Soy fácil de encontrar, top R-Light rojo con la cremallera hasta arriba, corro feo pero parece que rápido. Buena compra, ligero, cabe en un bolsillo, no voy empapado, ni por el agua de fuera ni por la de mi transpiración, o lo normal, y además corta el viento que derribará más tarde el arco de meta. La manga tapa el gps (tiene ventana transparente en la izquierda, yo lo llevo en la derecha) pero lo miro cuando el beep me llama y no está mal lo que veo.
Subo y bajo, las mismas caras, los niños crecen, la fiesta de cada año.
Chunda chunda
Me gusta correr la Behobia. El año pasado hubo no sé cuántos deshidratados, no sé si esté habrá hipotermias. Pero nunca falta gente animando, habrá más, habrá menos, pero allí de donde vengo es infinito más. Una barbaridad.
Voy por sensaciones. Correr veloz pero cómodo. Contento. Tres semanas de entrenamiento en la temporada 2012-2013 y una sin correr, creo que habré hecho apenas cinco sesiones al aire libre en total. Mucho rodillo. Ayer salí a correr tras 9 días. Subir Miracruz, bajarlo, subir Miracruz y bajarlo. Para desentumecer, para medir la cuesta.
De noche y calándome. Por la acera y resbalándome.
Chunda, chunda.
Entramos en el puerto de Pasajes. Bajo la cremallera, sale un poquito el sol. Curva a derecha, curva a izquierda. Banda de música y empieza la subida a Miracruz. Decido apretar pero los cuádriceps ahora no van. Se manifiestan, tan calladito que había estado mi cuerpo y se rebela a falta de cuatro kilómetros. No voy a parar ni para quitarme el chubasquero.
Miro el reloj, brutal, mi mejor marca voy a igualar.
Chunda chunda.
Me dejo caer desde Miracruz a meta, intento apretar, pero el cuerpo no da más. Con la mano derecha llevo el chubasquero recogido, como cuando Geile iba a la escuela, pero en versión Godzilla. Los últimos dos kilómetros se hacen largos. Todo el paseo de la playa lleno de gente. Parece que no llueve. Atravieso arcos y arcos de publicidad, pero todavía no veo el que sostiene el reloj. Me dejo llevar. Me dejo llover.
Al final paso sobre la alfombra calado, en tirantes. Como buen vascoconsorte. Rápida recogida de bolsas con comida, medalla y paso por carpa de avituallamiento. Recojo la mochila y me voy a encontrarme con mis chicas. He llegado antes de tiempo. Contaba, como mucho, con hacer un par de minutos más que mi mejor vez de las 7 que llevo y tardar bastante más en alcanzar el punto de encuentro y no sólo no he tardado nada en llegar, sino que he batido mi mejor marca personal en un minuto en estos 20 km, 1h16'57".
Me dejan un móvil. Una llamada para comprobar que están a resguardo en el hotel. No han podido salir con la que caía. Por eso no hay fotos, dejé el móvil a cubierto y mi fotógrafa también.
Si lo busco, no lo encuentro. Me salen bien los noviembres.
jueves, 8 de noviembre de 2012
Episodios Nacionales I
Necesidades básicas.
Supongo, amable lector, que usted será uno de tantos españoles que para cubrir las necesidades básicas, y algún capricho de vez en un cuando cada vez más lejano, ha de trabajar. Dicen que este país es uno donde sus trabajadores echan más horas en el puesto de trabajo y, a la vez, es uno de los lugares civilizados donde la productividad es más baja.
En estos Episodios Nacionales, menos épicos que los galdosianos, intentaré apuntar las costumbres patrias como causa de nuestros males. Aún influenciado por los medios de comunicación, publicaciones y redes sociales, mi intención es preparar estas letras lo menos posible y reducirme a observar lo que veo, o intuyo, a mi alrededor, a vuelapluma, inspirado por las etéreas musas, nada de formarme e investigar, pues no es lo que se fomenta.
Si en su empresa no es mandatorio fichar a la hora de llegada y salida, de tontos es no sólo llegar y marchar a la hora (como Pedro Picapiedra cuando sonaba el pajarraco instantes antes del yabadabadoo) sino también llegar un poquito antes para que los compañeros del turno anterior se vayan a casa un poquito más contentos o retrasar la salida unos instantes, en lo que se solucionan los asuntos pendientes y así dejar un relevo limpio. A veces, ni dejando de trabajar bastante antes de que finalice el horario y no admitiendo asuntos nuevos que podrían solucionarse en instantes, se solucionan las tareas pendientes.
También es aburrido desayunar en casa con la triste compañía de un único diario, la caja tonta o la radio, cada vez más boba. Mejor llegar al puesto laboral e irse a departir con los compañeros a la cafetería, mucho mejores las del exterior del centro de trabajo, y ojear los distintos diarios, sobre todo los deportivos. Este provechoso suceso puede repetirse a media mañana, pues las grasas y azúcares rápidos ingeridos pronto despertarán las hormonas que nos azuzan a ingerir sin freno de nuevo.
unos hogarean en el lugar de trabajo
Otra ausencia a realizar en el curro, justificada por la necesidad de un vicio que nos tiene cautivos, es salir a echar un cigarrito. Cada vez es más difícil, pues las puertas de salida al exterior donde poderse dar al placer sensual están cada vez más alejadas. Mis superiores, comprensivos con mis vicios, me han concedido pequeños paréntesis en mi desempeño diario para consultar las actualizaciones de twitter, facebook, blogs y echar unas partidillas de wordfeud y ruzzle. Probablemente usted también esté leyendo esto para solaz propio, y disminución de la productividad asignada, en la pantalla de alta resolución de su oficina en vez de la de su casa.
y otros quieren trabajar desde el hogar
Puesto que le pagan poco por su trabajo, justo es aportar menos trabajo por su salario, y redondearlo con dádivas de la empresa en forma de material de oficina, fotocopias o minutos de teléfono, que la tarifa plana del hogar sólo cubre números fijos. Tampoco deje pasar la dispensa de acudir a bancos, consultas médicas, talleres, etc. en horario matinal, que ya se sabe el tiempo fuera del horario laboral es para descansar.
De justicia es no trabajar más que el compañero y dejarlo en mal lugar. Si nuestro colega se escaquea, para facilitar que se adapte a nuestro ritmo de trabajo, hacemos lo propio, con lo que a veces la producción raya la nada.
De justicia es no trabajar más que el compañero y dejarlo en mal lugar. Si nuestro colega se escaquea, para facilitar que se adapte a nuestro ritmo de trabajo, hacemos lo propio, con lo que a veces la producción raya la nada.
Seguro que conoce más comportamientos propios de esta raza indómita de currantes hispanos, tómese su tiempo inspirándose en su puesto de trabajo, pues en casa puede olvidarse, y escriba sus incisas observaciones en el apartado pensamientos.
lunes, 5 de noviembre de 2012
gruñidos, desigualdad y el señor Gini.
Comprendo que si la cosa va mal (y no me voy a meter en las razones) haya que repartir. Si la cosa pública va mal, la cosa privada de cada uno irá mal. No me gusta, pero lo entiendo. Me duele que me recorten derechos y pijadas, que de hace tanto tiempo concedidas parecen haberse convertido en imprescindibles, pero es lo que hay. Lo que no me gusta es que no todos lloren, o peor, que unos lloremos mucho y otros se rían en nuestra cara.
Se ha convertido en costumbre interesarnos por la prima de riesgo a primera y a última hora del día. Aunque hayamos hecho lo mismo que ayer, nuestra felicidad futura parece depender de este parámetro que todos manejamos ahora con soltura. Pero sinceramente, estas especulaciones sólo sirven para que los mercados jueguen con la economía de los países. Otro factor es el PIB dividido entre todos los habitantes, el famoso pollo que me he comido con el estómago vacío porque usted, querido lector, se ha comido dos. Creo que en Catar unos pocos se hartan a comer pollos.
A mi me interesa otra cosa, algo más real. Si unos pocos ganan mucho, y muchos ganan poco, la renta per cápita será algo medio, pero esa sociedad no será justa. A mi me interesa algo que mida la desigualdad. Y al señor Gini, teórico fascista para más señas, se le ocurrió el coeficiente que lleva su nombre. Oscila entre 0 y 1, el 0 es que los ingresos y el consumo están distribuidos equitativamente entre toda la población, mientras el 1 representaría una situación hipotética en la cual sólo una persona posee toda la riqueza.
En la clasificación de países por el coeficiente Gini podéis encontrar estados con mejor coeficiente que España, en algunos la riqueza estará repartida más o menos equitativamente, habrá menos diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre, en otros lugares ocurrirá que todos son pobres, o paupérrimos, pero en ambos casos, todos iguales. USA tiene uno de los mayores gastos de sanidad por habitante, sin embargo no ocupa, ni de lejos, uno de los mejores puestos en atención sanitaria a sus habitantes. Las películas nos dicen que viven muy bien, pero su coeficiente Gini no es para tirar cohetes.
Observando esta tabla apreciamos que fueramos más pobres o más ricos, nos fuera bien o mal, un coeficiente que mide la igualdad debería mantenerse estable, sin embargo somos uno de los países donde la desigualdad crece más deprisa... sin embargo, tenemos empresarios y empresas, cada vez mejor situados en la lista Forbes.
Quizás muchos españoles, yo incluido, vean reducido su poder adquisitivo, o directamente sean más pobres. Pero no creo que Esppaña sea cada vez más pobre, es cada vez más desigual, más americana (la mejor sanidad, la mejor educación, las mejores carreteras.. sin apenas impuestos, el que pueda que lo pague, como decía la Mala, lo mío pa'mi saco, pero del saco de todos, tiran unos pocos).
viernes, 26 de octubre de 2012
decíamos ayer
Desde que naciera con la primavera del dos mil ocho nunca había pasado tanto tiempo sin que yo no escribiera unas letras por aquí, y no es mi deseo que este blog muera de inanición-inacción por mi parte, si lo ha de hacer, que sea por la vuestra, lectores, mayor premio que éstos que ahora conceden sin ton ni son perdiendo todo valor.
No he pasado por aquí a contar mi vida porque he estado muy ocupado viviéndola y los másqueteléfonos y tabletas que hay ahora facilitan que deje caer pensamientos en las redes sociales antes de sentarme a plasmarlos con un teclado físico.
Pareja que, afortunadamente, vuelve al trabajo; empaquetar, trasladar, reordenar recuerdos de gran parte de nuestra vida al trasladarnos de casa; una nueva vida cada vez más plena y demandante; y un deseo de llegar a todo, porque para considerar una vida merecedora de tal nombre hay que dedicar el tiempo que nos sea posible a aquello que nos llena, me han tenido, y tienen, muy entretenido.
Hay que priorizar y una vez ordenadas las pequeñas cosas (las grandes caen por su gravedad como una ficha de tetris con la partida bien avanzada), comienzo con las minúsculas. Deportivamente hablando tras intentarlo y no llegar por falta de continuidad en las semanas precedentes, he apretado el botón de reset e intento formatearme y empezar de nuevo, llevo dos semanas. A la papelera, sin posibilidad de reciclaje, se han ido el intento de ser sub1h20' en la media de Bilbao y el de finalizar la maratón de Donosti. Se mantiene la Behobia-San Sebastián, un fijo en mi calendario de pruebas.
Adaptándome, evolucionando, para que todo siga igual. Como dice Jaime, busco el éxito, sólo es uno...
martes, 4 de septiembre de 2012
mierdipublicidad
Me ponen nerviosos los anuncios de la televisión.
No sé si son un reflejo de la realidad o la realidad es así
porque es como sale en la tele.
Pero no me siento reflejado.
Odio el anuncio de esa multinacional cuyo logo te encuentras
en cualquier producto de droguería, ese spot donde sólo aparecen madres que al amanecer despiertan a sus hijos y los machacan para que sean superestrellas
olímpicas. Hasta el momento, y sólo un par de veces desde que dejé de dormir en
casa de mis padres, nunca nadie me ha tenido que despertar para que fuera a hacer
lo que estaba deseando. No sólo parecen unas madres autoritarias, sino que no
aparece un padre en todo el anuncio. ¿Acaso para ser superestrella deportiva
hay que carecer de padre? Lo siento por mi preciosa hija, porque gracias a un
hombre que la adora nunca llegará a nada en esto del deporte.
Y eso que la marca la uso. Que friego, plancho, ordeno el
trastero y limpio los baños, la cocina cuando mi señora no está. Pues en estas
cosas modernas de la división de trabajo, mi pareja prefiere frotar el
porcelánico de la cocina que la porcelana del inodoro. No hay problema, cuando
alguno no está, el otro asume sus funciones sin que a simple vista se note el
cambio. La próxima vez que vaya a hacer la compra me cuidaré de comprar
productos con un anuncio tan sexista en el que me siento humillado.
Otro que me encanta es el de una madre feliz con su bebé, en
este momento está sola aunque en su día tuvo un varón a su lado, puesto que
añora las cenas románticas, los cines y no sé qué más mil historias que hacen
las parejas antes de traer críos a este mundo.. No se sabe si el padre huyó de
casa buscando estas cosas que la madre perdió o si murió en el parto. Porque
por ahí, entre las cuatro esquinas de la pantalla no aparece. Yo, que soy un
avaro y no era muy de cenas, lo único que echo de menos es el cine aunque
menos, porque en contra de los pronósticos de los agoreros de esa secta tan
bien reflejada en Memorias de un hombre en pijama, estoy leyendo más que nunca.
El resto de cosas las seguimos haciendo los que ahora somos tres y antes dos,
una trifamily auténtica, siendo mi niña hace poco, la integrante del equipo de
apoyo más joven del Norseman.
Y que decir del anuncio de los pañales, madres buenorras
felices con sus bebés de anuncio (seguro que photoshopeados pues el único bebé
de anuncio real es el mío). Como si yo, hombre, con pene, coleta, sin afeitar y
con un par de cromosomas, XY, no hubiera cambiado un culo en mi vida.
La verdad es que ya no hago tanto caso a la publicidad,
porque si lo hiciera, mi mujer no sería tan feliz como las de los anuncios.
viernes, 31 de agosto de 2012
Norseconsejos. y III
ALOJAMIENTO
Aconsejo los hoteles que recomienda la organización. En el de meta, en
el que además acaba la maratón de los que luchan por la camiseta blanca, dan un
buffet la tarde/noche de la llegada, pagando. Igual que el desayuno al día
siguiente. Allí se entrega la camiseta finisher y se hace una foto con todos
los participantes.
La población de Rujkan está en el
valle, a unos 18km de carreteras reviradas y con una amplia pero cutre oferta
hotelera. Pero un domingo por la noche es difícil encontrar algo abierto para
comer, aunque por la mañana está animado.
También hay campings y lugares
habilitados para acampar.
No hay pasta party, el día antes
hay una quedada de natación con café y pastas del patrocinador por la mañana y
un triatlón sprint por la tarde (este año se transformó en duatlón por la
temperatura del agua). Hay varios lugares acogedores y ricos para comer y
cenar, teniendo en cuenta que hay que hacerlo con horario europeo y un par de
supermercados, mejor el Joker que el Coop.
COMUNIDAD
Si tienes interés en participar o
te gusta el concepto del Norseman, te recomiendo agregarlos al FB o al Twitter.
Según vaya acercándose la fecha irán subiendo fotos con comentarios que te
animarán; descubrirás al ganador de la primera travesía invernal en el fiordo
así como a los valientes que se atrevieron a hacer el Norseman en primavera
(con trajes secos de submarinismo incluido, tardando un par de días), irás
viendo el estado del circuito según se acerque el día, fotos graciosas… es una
comunidad maja. Seguir a esta gente es
realmente interesante.
CIRCUITO
La bicicleta es subir, subir,
subir, subir, llanear, llanear, bajar, subir, bajar, subir, bajar, subir,
bajar, subir y bajar por el peor tramo de carretera de todos (baches)
La maratón tiene los primeros
25km picando hacia abajo ligeramente, se corre por el arcén izquierdo, no tiene
más historia que la de correr por una carretera noruega (verde, lago, algún
pueblo), después se gira a la izquierda 90º, control de chip, primer
avituallamiento de la organización (agua, isotónico y plátanos con sonrisas
ralladas en la piel y poco más) y empieza el ascenso. Se puede correr según el
estado físico de cada uno, la mayoría caminamos. A partir de ahí, ya se puede
llevar acompañante corriendo al lado.
Control de tiempo en el km32 y
nuevo avituallamiento, los que no pasen tienen recorrido alternativo que
finaliza en el hotel, y continua el ascenso, ahora más ligero hasta el km 37
donde hay un amplio aparcamiento. Para entrar al Gausta hay una puerta, unos
cuantos jueces delante. Si hay buen tiempo pasas, si no, te harían bajar al
control anterior y ahí se acaba la carrera.
Y hay 4.750 mts a meta. Realmente
lo peor, puede ser el último kilómetro, que está lleno de piedras. Aislado, no
me parece muy complicado. Hay marcas rojas que impiden perderse. Y es una
romería de gente subiendo y bajando. En los primeros km he visto incluso niños
en la mochila de sus padres, y más arriba además de niños más mayores, perros,
caminantes de todas las edades y descendedores con buen estilo. Conforme se
asciende, el clima cambia. A mi me llovió cerca ya de coronar. En fotos se ve a
gente que ha llegado en camiseta de tirantes… cuestión de suerte y de estar en
el momento justo.
Desde la cima se ve un sexto de
Noruega. Disfruta del ascenso.
miércoles, 29 de agosto de 2012
Norseconsejos II
EQUIPACIÓN UTILIZADA
En mi opinión, y eso también me
dijeron las personas que consulté, el Norseman es un circuito de cabra. Sobre
todo ligera. Hay más de tres mil metros de ascensión, las bajadas son fáciles y
hay decenas de kilómetros para rodar acoplado. Como se pasa por túneles hay que
llevar chaleco reflectante y luces delante y detrás para ser vistos, si alguien
quiere ver, puede poner luces de mayor potencia. Las bicicletas y peatones
tienen prohibido atravesar túneles, van por una carretera alternativa que suele
ser una vía antigua que a su vez puede tener sus propios túneles.
Este año el agua estaba a 13’5º,
en la web esperaban una temperatura entre 15 y 17º, y se permitieron escarpines
de neopreno. Yo estrené unos Orca que me fueron francamente bien. También usé
gorro de neopreno. Supongo que hay gente que se da grasa en la cara, pero yo
desconozco cuál usar.
Sinceramente, no pasé mucho frío
los primeros 50-55’ ,
luego tuve el primero de una larga serie de calambres y después nadaba
completamente destemplado. Pero nos salió un buen amanecer en T1.
Nadé con calzas de compresión y
decidí usar un culotte pirata, camiseta interior de manga corta, manguitos que
en algún ascenso prolongado retiré, maillot de manga corta, zapatillas de
triatlón (por comodidad) con puntera de neopreno y guantes cortos.
En el km40, lo hubiera deseado
mucho antes pero fue mi culpa quedar ahí, se acaba el primer ascenso y empieza
una enorme y fría meseta. Ahí está el primer control de chip de la bici y una
cafetería. Para ese lugar reservé gorro de poliéster, guantes de invierno
ligeros, maillot de manga larga grueso, chaleco de windstopper y braga de
punto. Al principio me subí la braga todo lo que pude, más tarde me la quitaría
y bajaría cremallera del chaleco, pero me calenté menos que subiendo alguna
cuesta a brigada del viento y no eché nada de más. Incluso abrigado subí la
sensación subjetiva de rendimiento.
Cuando empezó a llover, cambié el
gorro por gorra de lluvia, y el chaleco por un chubasquero, los guantes largos
hacía tiempo que me los había quitado y volví a por los cortos (nunca he usado
guantes en IM y no suelo usar mucho los cortos cuando entreno, pero no fueron
mala elección). Tenía varios pares de calcetines secos de varios grosores de
reserva que no usé.
Los primeros 37’5 km de la
maratón, o la totalidad si no se acaba en el Gausta, son de asfalto. Hasta
llegar a la montaña puede hacer hasta calor. Voladoras, 4quads, camiseta y
pantalón de atletismo Raidlight, ligeros y con bolsillo para geles (para no
depender tanto de asistencia) y gorra. Cambiar las voladoras por zapas de trail
al entrar en el Gausta es opcional, he visto a gente arriba con todo tipo de
zapatillas. Cuestión de agarre, seguridad y preferencias.
Al entrar en el Gausta exigen a
cada persona portar mochila con frontal, ropa de abrigo, comida, agua, móvil
funcionante y dinero. Realmente sopesan la mochila con una mano, y te preguntan
qué llevas. Empecé el ascenso tal como corrí sobre asfalto, cambiando las
Brooks ST Racer por unas Lasportiva Raptor, añadiendo un Buff al cuello y a la
espalda mochila 2’5l Raidlight, compacta y ligera, con 1L de agua (sobró casi
todo) y una cazadora ligera que pronto me puse. También usé unos guantes finos
(ya que los tenía los aproveché), un gorro de forro polar y un cortavientos
Raidlight, que cumplió perfectamete su función y no ocupaba nada. Por si acaso,
llevaba en la mochila, además del frontal, barritas, geles, móvil y dinero, una
camiseta térmica y unos pantalones largos de windstopper.
En la línea de meta cabe poca
gente, apenas los jueces, un par de fotógrafos, asistencia médica y
cronometraje. Cuando yo llegué el clima tampoco era muy agradable. Hay un
refugio calentito con cafetería donde puedes tomar desde una cerveza a un
chocolate caliente y gofres recién hechos. El ascensor está unos 50mts más
abajo.
CLIMA
En el gráfico se ve una
correlación entre la temperatura y la altitud, aunque falta la correspondiente
a la carrera a pie. Desde el inicio del ascenso a la cima, fácil es una
diferencia de 8-10º.
En 2012, un noruego nos confiesa
que es un mal verano, frío y lluvioso. Pero el clima por estas latitudes es
caprichoso. El día anterior tuvieron una carrera con un tiempo estupendo y a mi
me llovió la segunda mitad de la bici y los últimos metros de ascenso. Sin aire
y con el sol brillando se puede estar en manga corta por la calle. No me parece
un clima extremo, el problema de esta prueba es correrla entrenando la semana
previa a 33º, parecido a cuando participando en Utah o Lanzarote es el primer
día que me quito la cazadora y el culotte largo. Prueba de ello es que
muchísimos locales corren mucho más ligeros de abrigo que yo.
domingo, 26 de agosto de 2012
Norseconsejos I
Hace años, cuando al coronel John
Collins se le ocurrió enlazar las tres pruebas de larga distancia de la Isla , muchos le tacharon de
loco. Pero acababa de nacer un deporte que ahora muchos practican con pasión.
Corren tiempos ahora del “y yo
más”, “cuánto más mejor”, “aquí cruzarás tu límite” y otros epítetos que
adornan pruebas de resistencia a cual más dura e imaginativa.
De aquellos primeros triatlones
de unos pocos participantes, que seguramente acabaron siendo amigos, pocos
quedan. La criatura ha crecido, se ha hipertrofiado, y sirve a otros amos que
lo que quieren es ganar dinero más que ayudar ensanchar el espíritu de los que
en ellos confían.
Y muchos se conforman más con la
imagen y los números que con el verdadero sentimiento de vencerse a lo largo de
la prueba.
El Norseman me parece un triatlón
original y radical, original y radical en el sentido de volver a las raíces, a
los orígenes del triatlón y de la larga distancia. Siento haber defraudado a
los que buscan cualquier cosa con estos adjetivos, de los que últimamente se
abusa, pero aunque mole y sea cool (por el frío que puede llegar a
pasarse), afortunadamente no está de moda, y aún no hay medioNorseman, ni acaso
una franquicia a latitudes más meridionales, ni su logo se reproduce mil y una
vez en cualquier artículo destinado al consumo de un grupo de deportistas cada
vez más pijo.
El Norseman es único. Gustará más
o menos. A unos no les llamará en absoluto y a otros los recibirá una y otra
vez con los brazos abiertos, aunque luego en carrera los sitúe en su sitio.
En este triatlón participan 250
personas. Cada vez hay más solicitudes. Apartado el cupo de noruegos y de
élites, el resto de los participantes accede por sorteo y criterio del director
de carrera, que para eso pide un pequeño currículo deportivo en pruebas de este
tipo.
LUGAR
La salida está en Eidfjord, a la
misma latitud que Anchorage (Alaska) y la meta está en el Gaustatoppen, a sus faldas
está la localidad de Rjukan, a 197km de la natación. Dos zonas de transición
distintas separadas por casi 200km en un país en el que la velocidad por ley
está limitada a 80km/h y a poco más por la orografía (curvas, carreteras de
montaña, ferris, túneles, presencia de autovías únicamente en las salidas de
las ciudades...), por lo que conviene reservar hotel rápidamente tan pronto se
sea aceptado en ambos lugares, aconsejo los que recomienda a su vez la
organización, pues ambos están en el centro de todo el meollo y ofrecen más
comodidades que las alternativas que podamos encontrar. Eidfjord es un pequeño
pueblo transición entre el fiordo y las montañas, preciosos alrededores para
visitar, entre ellos el Voringfossen, quizás la caída de agua más visitada de
toda Noruega. Allí fue lo más cerca que conseguimos hotel, a 20km y 6 túneles
de meta, quizás los 20km más duros de todo el circuito de bici.
Recomiendo entrar al país por
Bergen y salir por Oslo. Así hacemos un viaje lineal y descubrimos nuevos
lugares. Si se entra y sale por Bergen, creo que es mejor volver por el mismo camino,
no sólo es el más bonito sino que los que recomiendan los distintos navegadores
me parecen más incómodos y poseen más
trasbordos en ferry. A Eidfjord se llega por Ferry, pero para junio del año que
viene un majestuoso puente unirá ambas orillas.
Los peninsulares de la costa este
tienen más fácil llegar a Bergen, pues de algunas ciudades salen vuelos
directos y más baratos que desde la capital. Si hubiera dispuesto de más tiempo,
mi primera opción era hacer noche en una de estas ciudades y volar sin escalas.
ORGANIZACIÓN
Me gusta la organización del
Norseman, minimalista pero eficaz. Cómodo checking, pegatinas para identificar
el coche, pulseras para identificar acompañante y atleta, dorsal con el nombre,
chip, una bolsa de tela para dejar las prendas que nos quitemos antes de saltar
del ferry y una camiseta de algodón para identificar al equipo. Nada más.
El día antes de la carrera, nos
reunimos todos en el polideportivo del lugar para el briefing en inglés,
espectáculo de danza y saludos en varios idiomas, entre ellos el castellano.
Repaso de los vídeos colgados en la red y apunte de algunas cosas de última
hora. Varios organizadores resolviendo dudas en varios idiomas, entre ellos el
que usamos los dos únicos españoles que allí se encuentran.
Tengo pendiente hablar de los
tramposos, pero no me pareció que en esta carrera la gente hiciera trampas. Ni
atisbo de intento de drafting. Las cuestas, se subían en paralelo. He visto
gente con tres pares de ruedas en el coche, otra cosa es que estuvieran
dispuestos a utilizarlas todas en carrera. Otra situación prohibida es que el atleta
se siente en el coche, reciba ayuda con el vehículo en marcha o que el coche no
esté aparcado con las cuatro ruedas a la izquierda de la línea que delimita la
carretera. No hay arcenes en las carreteras noruegas, pero sí muchos lugares
para detenerse.
APOYO Y VEHÍCULOS
El equipo de apoyo ha de constar
de una persona mínimo y un solo vehículo. He visto desde una moto a un BMW GT,
pasando por caravanas y a toda la familia preparando bidones y ayudando a
vestirse al atleta, aunque sólo dan identificación para una persona. Cuanto más
grande sea el automóvil mejor, mejor ordenado irá todo, a los locales les gusta
llevar las cosas en contenedores de plástico: las cosas de lluvia, de carrera,
de abrigo, repuestos, bidones de colores, comida... Esto está muy bien si se va
con apoyo a tope, pero si se va de turista hay que tener en cuenta que hay que
desplazar todo el equipaje (junto con la bicicleta que el acompañante ha de
recoger de T2 a 25km de meta…) de una transición a otra si se decide hacer
noche en la meta (y ahorrarse 3 horas de conducción al acabar el triatlón,
además la camiseta finisher se entrega al al día siguiente…
Importante que vuestro apoyo esté
mínimamente familiarizado con desmontar una bici y/o cargarla en el coche…
Es un día largo para el equipo de
apoyo: se levantarán a la misma hora que el atleta y tras despedirlo cuando
monte en el ferry pasarán solos lo que dure la natación, luego ayudarán a hacer
la T 1 y T2 lo más
cómodo posible y recogerán todo, conducirán con cuidado, pararán y arrancarán
según lo convenido, pasarán frío, posiblemente se mojen, se agobiarán
intentando cumplir las peticiones del atleta lo más rápido posible y luego
tendrán que buscar un aparcamiento lo más cerca posible del punto de corte para
acompañar al atleta a la cima del Gaustattoppen, cinco pedregosos y empinados
kilómetros. El triatleta bajará en ascensor, el/los acompañantes lo harán por
el mismo lugar por donde subieron (el clima puede cambiar, puede oscurecer...),
aunque vi acompañantes usando el ascensor sin problema (ellos pagan, el atleta
no).
viernes, 24 de agosto de 2012
Crónica de un Norsedemon
El lunes publicaré una serie a apuntes que pueden hacer un poco más fácil la organización y participación en el Norseman de cualquiera de vosotros, hasta entonces, podéis seguir disfrutando de más crónicas en
¡Vive salvaje! ¡Vive Demonfit!
domingo, 19 de agosto de 2012
quiero ser Norseman. y II
La chica veloz está delante. Si he llegado a verla es que voy más rápido que ella. Sin prisa, pero sobre todo sin pausa. Flato, piernas flojas pero me mantengo en carrera. ¿Por qué me habré tomado la transición tan tranquilo? Ahora es tarde y se me han escapado seis que quizás no atrape. Dos kilómetros y cae. 164.
Un poco más delante se aproxima rápidamente un hombre vestido de azul. Miro atrás, la chica veloz se aleja cada vez más. 163.
Saco un poco de ventaja, paso detrás del quitamiedos y aligero. Chica veloz ha pasado a hombre de azul, pero no está en distancia peligrosa.
Aparece mi equipo en el km 9. Ya soy el 161. Bebo y como muy brevemente. Dos besos. Me quedan 2. Creo que pasan 160, ¿no? ¿Y si eran 150?
Si están en el horizonte poco a poco serán míos. Mejora el clima. Cuando tras una curva a izquierda aparece el Gaustatoppen a lo lejos, me emociono. Ya soy el 158. Voy a subir, pero no me relajo. Tengo que pasar más gente, tengo que tener más margen, ¿y sólo si pasaban los 150 primeros?
En modo económico, al tran-tran del hasta el infinito y más allá llego al km 25. Control de chip y primer avituallamiento de la organización, me lo salto, me como tres, aprieto corriendo en la cuesta y cuento con 300mts de ventaja.
Los primeros corren, podría correr. Pero con el estado actual de las cosas, me vale con mantener esta ventaja para que me dejen subir a la cima y conseguir la camiseta negra. Camino rápido, los de atrás corren y caminan, corren y caminan, son más que antes, pero no me cogen. Tampoco pillo a los de delante. Tengo que mantener la posición hasta el km 32. Y lo consigo en la que creo que debe ser el puesto 142.
Estoy supercontento, ¡lo he conseguido! he tirado de todo y ¡he pasado el corte!
Los últimos rivales en el horizonte ahora son amigos. Estonios. Dos amigos, sus parejas y el padre de uno de ellos. Uno corrió ayer y por poco tuvo que conformarse con la camiseta blanca. Les pido permiso para compartir asistencia en el ascenso, ya que no me dejan subir solo y mis chicas no han podido entrenar la ascensión.
Me cambio de zapatillas, cojo la mochila, nos reímos con los controladores de material y pasamos la puerta que nos da permiso para acabar en la antena de radio.
Ya da igual el puesto y el tiempo. Hemos pasado el corte. La subida no es difícil. Hay perros, niños, bebés en las mochilas de sus padres y mucha gente baja corriendo con envidiada técnica.
No es un ascenso muy difícil. Es un ascenso después de un día largo. Y voy zombi.
Y aún así, sin querer, sin que hiciera falta, el acompañante estonio que corrió ayer sigue conmigo, a veces me empuja y a veces me da su mano para tirar de mi. Ha dejado a sus amigos atrás y se ha venido conmigo. Me pide la cámara para hacerme fotos sin que me de cuenta. Me pide que me vista cuando empezamos a estar a más descubierto y comienza a soplar el viento.
Me pregunta cuándo voy a sacar la bandera. Le digo que no llevo. Me mira extrañado. Le cuento que no me siento orgulloso de la situación actual de mi país. Me mira como si hubiera visto al yeti en una montaña noruega. Hablamos un poco. Le explico que somos un país de tramposos.
4.750 mts de camino. 1.800mts de altitud. Se hace largo. Pero sigo avanzando. A falta de 200mts la épica aumenta porque empieza a llover. Un completo, por favor.
Cruzo la línea. Estoy bien. Foto sonriendo y pasa rápidamente al refugio. Apenas hay sitio en meta para unas doce personas.
El refugio es grande. Dentro hace calor. Está lleno de triatletas comentando la jugada. Pido un chocolate caliente y un gofre con mermelada de fresa.
Llega el equipo estonio, nos abrazamos, me acabo el chocolate y me despido.
Tengo que volver, tengo que volver, tengo que volver.
Quiero que mis equipo llegue aquí arriba. Quiero que nos abracemos en lo alto. Pero antes quiero hacer una carrera donde reviente tras darlo todo, donde suba fuerte y llanee rápido. Quiero volver a saltar de ese ferry y nadar en el mágico fiordo al amanecer y quiero volver a disfrutar del precioso circuito de bici. Quiero volver con calma, con más días y disfrutar de este país como se debe. Quiero volver a organizar esta aventura como acostumbro y no como lo he hecho, quiero planificar bien la asistencia. Quiero hacerlo mejor.
Quiero salir en la foto con todos los participantes (esta vez llegamos tarde), quiero otra camiseta negra, quiero la camiseta verde (5 negras), si algún día sueño con la rosa (2 verdes) seguro que se han inventado la amarilla.
Tras mi primer IM, mi primer LZ, éstos han sido mis mejores 226km, sobre todo por esos 25km de carrera donde apreté los dientes y me sentí capaz.
viernes, 17 de agosto de 2012
quiero ser Norseman. I
La
noche antes de una competición nadie duerme. No duerme el organizador, no
duermen ni los atletas ni sus acompañantes, no duermen quieres preparan el
desayuno a las 2am.
Sólo Å duerme.
A
las tres estamos preparando la bici y el material que necesitaré en T1. Hace
buena noche. Además de las farolas y el aura del mágico ambiente precarrera nos iluminan antorchas.
Un
cuarto de hora antes de las cuatro todo son abrazos y palabras que no hacen
falta pronunciarse y que todos entendemos.
A
las cuatro todos estamos en el ferry que se mueve perezoso hacia la entrada del
fiordo.
A
falta de cinco minutos para las cinco me asomo al filo de la cubierta del
ferry. Apenas cinco segundos después un nudo en el estómago mientras floto en
el vacío anticipa mi entrada en el agua.
Doscientos metros a nuestra izquierda, la sirena del ferry nos da la salida, las piraguas se apartan
y doscientos cincuenta soñadores empezamos a nadar hacia nuestro sueño.
El
día empieza a clarear, es fácil orientarse. Línea recta hacia la hoguera y
las luces del pueblo y luego giro de noventa grados paralelo a la costa hacia
la izquierda.
Sinceramente, al principio no noto que el agua esté a trece grados y medio. Llevo patucos y gorro de
neopreno. La cara y la mano no se quejan. Deslizo cómodo. La natación es
limpia. El gps me dice que puedo bajar de una hora si mantengo este ritmo
durante apenas mil metros más.
Contractura
en el gemelo izquierdo, paro a tratar a estirar y el gemelo derecho se queja.
Mal. Más o menos continúo hasta tierra. Empiezo a sentir un poco de frío.
Un hora y ocho minutos, unos pasos saliendo del agua y caigo. Contracturas en las piernas. Llego
donde mi bici y mis As me esperan. Me tumbo en el suelo y A. me estira
como puede. Parece que un loco me ha conectado un electroestimulador al tope de
potencia. Isquios, cuádriceps, gemelos… todos y cada uno de los músculos se van marcando sobre el antes uniforme relieve de mis piernas. No te preocupes txiki, hay más como tú.
Duele.
Con
calma me pongo unos piratas, una camiseta interior, manguitos, guantes, el
maillot corto Demonfit, un chaleco reflectante y conecto las luces de la bici.
Con calma salgo de T1 hasta que vuelva a encontrarme con mi equipo.
Cuarenta
kilómetros de continua subida, pasando por túneles, algunos iluminados con
velas, otros goteando agua del techo, algunos abiertos y otros cerrados
durante más de dos kilómetros. Siempre ascendiendo.
No
voy. Doscientos días preparando éste y me tiene que salir uno en el que las
sensaciones no acompañan. Con calma, con cabeza. Piano se va lontano.
Cuarenta
kilómetros. Empieza la meseta de Hardangervidda. Control de chip y encuentro con las As. Con la ropa que les
dejé. Maillot manga larga, guantes de invierno, chaleco windstopper y braga. El
recorrido es precioso. Lagos a los lados de la carretera, casitas en lugares
imposibles, montañas a lo lejos, nieve, niebla en la carretera. Dicen que es el
lugar más meridional donde se ve el zorro ártico y que por aquí está la manada
de renos más grande de Noruega. Los únicos animales que veo van acoplados sobre
dos ruedas.
En
esta parte llana recupero un poco pero sin poder dar lo que pensaba que tenía.
El circuito me encanta. No hay drafting ni amagos. Somos pocos y en un
país civilizado. Los mismos coches me adelantan y paran un poco más adelante
una y otra vez. Ya tengo animadores fijos.
Kilómetro
95. Primera bajada importante. Empieza a llover. Sesenta y pico kilómetros por
hora. Reventón trasero. Tardo decenas de metros en frenar y parece que me pasa media
carrera. Desmonto la cámara. El equipo de apoyo consigue aparcar 200mts más abajo.
Recambio la cámara por otra nueva, me cuesta colocar la cubierta y le doy aire con
bastante dificultad, habitual lo primero, extraño lo segundo. Con calma. No voy
bien pero voy a llegar.
Cuando
todo está listo doy un último repaso. El flanco de la cubierta tiene una herida
por donde escapa parte de la cámara. Mi Asistencia tiene de todo. Cambio la
cubierta. Si compitiera por un puesto, la carrera se me ha ido aquí. No deja de
pasar gente.
Acaba
la bajada, comienza otra subida, acaba la lluvia. Mi Apoyo me ofrece cambiarme
por ropa seca como hacen otros triatletas. Le digo que cuando llegue abajo, que
tras varios kilómetros con el chubasquero es fácil enfriarse. Acierto. No
dejará de llover hasta el kilómetro ciento setenta.
En
una subida la rueda trasera se descentra. No la había apretado demasiado para
que mis Ayudantes pudieran desmontar fácilmente la bici en T2. Nueva parada. Me
encuentro a mis Animadoras comiendo y aprovecho para hacer lo mismo y cambiar
de sabores.
Subida
larga, bajada larga. La historia se repite. Cuando queda ya la última bajada y
es hora de apretar para ganar algo de tiempo la carretera se bachea. No son
baches con falta de asfalto, son bañeras. Algún coche desalmado pasa por alguno
y salpica, pero suelen ser respetuoso. Me acoplaría e iría fuerte, pero un
bache anterior casi me tira de la bici al pillarlo despistado, la rueda no
lleva demasiada presión y tengo miedo de macharla. De todas formas, sin pausa
pero con calma.
T2
está un par de kilómetros más allá del km180. Un pradera verde, seca y soleada.
Me quito la ropa despacio, juego con la pequeñA, A. va y viene del coche con
cada uno de mis caprichos. Viene una chica verloz, entre 3 asistentes se desviste,
come, se viste y se va. Ni se ha sentado.
Empiezo
a correr. Una niña me enseña un cuaderno donde ha escrito 165. Supongo que es
el puesto que hago en este punto. A estas alturas de la carrera ya no me
planteaba luchar por la camiseta negra, pero está ahí. Seis personas delante.
Decido apretar un poco y sobre todo no parar. Tengo 25km para recoger a los
caídos. Espero que me de tiempo, espero no caer yo.
me quedo descansando, ¡hasta el domingo!
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