hablar por hablar

Un inciso.

Hablo en este blog de lo mío, porque la mayoría de las veces soy la máxima autoridad en el tema. Aunque hay alguna persona que me lee el pensamiento antes incluso de que se encienda la bombillita sobre mi cabeza, y en estas ocasiones ella también podría opinar. Y la verdad, de poco más puedo opinar que de mí mismo y alguna circunstancia que me ronda.

Viene esta entrada porque estoy saturado de oir a decenas de tertulianos (evito la palabra expertos, porque de ésos sólo he escuchado a un par o menos) en cualquier medio de comunicación, de cualquier orientación, opinar de un error humano.

Quizás en un principio yo opinara lo mismo, y más siguiendo a estos marcadores de opinión, pero por cuestiones laborales conozco a gente de aquí y allí que me van aportando cosas, y se van atando cabos, y resulta que las conclusiones que saco son distintas. Porque es una pena lo que ha ocurrido en el bebé más vigilado de la península, y encima extranjero, que si hubiera pasado en Elche nadie se hubiera enterado, pero no es para empezar a crucificar a todo el mundo subiendo escalones. Al final van a exigir responsabilidades a los votantes de Esperanza, por mantener en el poder a la responsable última de la Sanidad madrileña.

Amos anda...

Y esto va por revistas científicas de kiosko, o de multideporte, o incluso de monodeporte (mis conocimientos son limitados y aún no discrimino) donde los artículos que antes eran respetados e interesantes pierden credibilidad ante otros que versan de algo de lo que se sabe un poquito.

Y si de vez en cuando vemos cómo nos engañan en algo, ¿cuánta patraña no tragaremos en asuntos como la guerra, la gripe, la amenza de otras culturas, la economía, el cambio climático o el lince de Córdoba?

Con Dios y a reflexionar.

Tampoco me hagáis caso, que de nada sé apenas la mitad que aquel filósofo.