martes, 22 de abril de 2014

Marathon des Sables

el desierto sólo se muestra arrogante
hasta que encuentra a su dueño.
G. M. Tavares (adaptado)


Dicen que el Maratón de las Arenas es la carrera más dura sobre la faz de la tierra. Miles de atletas de todos los rincones acuden al desierto del Sahara a disputarla cada año, y van veintinueve, y muchos repiten.

El MdS es una de esas carreras que siempre he querido hacer en la vida, desde que la descubrí en revistas y programas de deportes espectaculares en la televisión, y necesité un buen empujón para dar el primer paso. En su día ya me pasó con el Ironman, y esta vez necesité una buena excusa para cambiar todo lo conocido por una carrera totalmente ajena a mi.

Escogí Sables y no otra carrera, alguno la llamará aventura, por lo que tiene de mítico y por la seguridad que me ofrecía una organización consolidada, que revierte bien el alto coste de la inscripción.


El MdS es una competición en autosuficiencia (la Organización sólo provee de agua limitada y la jaima para el reposo, amén de servicios médicos y de rescate si se necesitan) que recorre el desierto marroquí durante 250km distribuidos en seis etapas, con una jornada en la que se realizan más de ochenta kilómetros. Dicen que este año rondamos los 56º, aunque afortunadamente no tuvimos tormentas de arena ni nos llovió...

Para mí, triatleta de larga distancia, acostumbrado a entrenar en el medio conocido que me rodea: aguas controladas de piscina climatizada, carreteras con cobertura telefónica y caminos desde los que casi siempre veo señales de civilización; que aprovecho las comodidades de dormir en el hogar y alimentarme sin freno cuando lo necesito y que me gusta salir con lo mínimo, no dejaba de ser una aventura 
- completar en una semana el kilometraje que habitualmente realizo en un mes,  
- hacer por primera vez más de 44km de un tirón,  
- correr por terreno desconocido,
- trotar con una mochila con diez kilos a la espalda,
- gestionar la alimentación no sólo durante la carrera cronometrada sino después en un ultra por etapas,
- dormir casi a la intemperie en un saco después de más de veinte años reposando en colchón,
- convivir con siete desconocidos durante una semana,
- aguantar temperaturas elevadas sin tener una piscina o la playa cerca,
-...

así que la aventura no fueron esos siete días fuera de casa, empezó mucho antes, cuando empecé a formalizar la inscripción y a preparar todo lo necesario.  El hormigueo duró meses, haciendo preguntas, buscando consejos, comprando el material y entrenando de manera extraña y fue mucho más intenso que cuando puse en práctica todo lo aprendido y adquirido. La incertidumbre es la aventura. Sentí más emoción cuando de madrugada, con la mochila cargada en modo competición por primera vez me subí a un autobús de línea para llegar al aeropuerto que cuando crucé la última línea de meta.


Fui, corrí, anduve, vi y volví. Seis etapas en las que viví muchos estados de ánimo diferentes. 

Una primera etapa (34km) de contacto donde vi lo que había, donde me sentí extraño y donde cargué por primera vez con una mochila pesada que me hacía un daño tal que no me permitía correr ni cuando el terreno me daba permiso. 

Una segunda etapa (41km) que se me hizo larguísima, incapaz de correr por el dolor de hombros y la gran cantidad de arena en la que no supe ir más deprisa que un paso cada vez más lento, que hizo que la temperatura fuera más alta y el agua más escasa y en la que me planteé por primera vez mi situación allí y su sentido. 

Una tercera etapa (37'5km) donde, resignado, salí al trantrán, a sobrevivir, a llegar, a coger la medalla y a cerrar el capítulo. 

Una cuarta etapa (81'5km) en la que el día antes advertí que sería de relax, parando en cada control a descansar y comer en condiciones y en la que sin querer me vi corriendo de un tirón, incluso en la noche y con un frontal insuficiente, y haciendo top 100.

Una quinta etapa (42'2km) donde la suerte me favoreció, en la que fui liderando la prueba  durante casi una hora y que realicé casi en solitario (los 200 atletas más rápidos saldrían 90' después de que otros 800 y yo tomáramos la salida con la fresca), disfrutando tanto o más que el día anterior al sentir que las fuerzas me acompañaban y que hacía lo que había venido a hacer, rondando también el top 100.

Una sexta etapa (7'7km), no cronometrada, solidaria, de paripé, y que hice andando acompañando a otro amigo menos afortunado. Esta última manga sobró.

Al final, no es lo más importante aquí, pero en una competición no es lo de menos, quedé el 212 de más de mil participantes en una edición ni peor ni mejor que las anteriores pero en la que hubo el doble de abandonos que el año pasado.


Ha pasado una semana desde que regresé, las sensaciones están igual de asentadas que cuando vinieron. He completado una experiencia única, como tantas otras en número infinito, y he vuelto. Haberla superado me llena de satisfacción, pero nada más. He vivido otras situaciones que me han emocionado mucho más. No he tenido largos soliloquios interiores durante las etapas que se hacían infinitas, la deshidratación no me ha hecho ver zarzas ardientes que me revelaban secretos vitales ni vuelvo enamorado del desierto, aunque sí he descubierto capacidades en mi que antes desconocía.

Aquí he vertido mis primeras impresiones de la carrera, es mi intención realizar una serie de entradas sobre el MdS, tanto describiendo cómo me fue como recogiendo los detalles y consejos que un profano del ultra y el desierto como yo puede dar desde su corta y puntual experiencia y que a mi me hubiera gustado encontrar en las redes: material a llevar, cómo es aquello, etc. Espero que a muchos de ustedes les entretenga y que a alguno le resulte útil.

6 comentarios:

Barón de Benta'ko Erreka dijo...

Zorionak por acabar y bienvenidos serán tus consejos para los profanos, ¿para correr allí algun día? No, eso creo que no...

Unknown dijo...

Pues que quieres que te diga...
Si lo leo es por lo miso que antes lo hacía: escribes sencillo, eficaz, con ritmo. Y eso me gusta y se echa de menos.
No hay manera de que yo fuera capaz de hacer lo mismo. Eso del desierto, bueno, vale, también me gusta, pero es lo de menos.

Atalanta dijo...

Durante años varios corredores me dijeron que Sables no es tan duro como parece, pero claro, me hablaban de acabar y poco más. Pero para hacerlo como tú lo has hecho, hay que ser muy duro, hay que ser un hombre de hierro, claro. Siendo el deporte más importante en mi vida que nunca, me cuesta encontrar razones para ponerme, no este dorsal, sino casi cualquiera; sé que nunca haré esta carrera que antaño me hacía tanta ilusión. Sin embargo, esperaré con ganas tu crónica. Enhorabuena, una gran muesca para el curriculum

el chulo dijo...

Yo iria al desierto pero no a correr. y mucho menos hacerlo con tanta gente.
Felicidades por acabar , creo que es un palizón.

Balti dijo...

Enhorabuena Dr.Diego

davidiego dijo...

balti,
muchas gracias, nos vemos a finales de septiembre.

chulo,
si quieres, vas solo.

atalanta,
acabar "es fácil"...
por ahora, me siguen gustando mucho los dorsales y he ampliado el horizonte, ahora está más allá..

muchas gracias, Jumento, de verdad.

barón,
nunca se sabe, algún pupilo?