Hoy no trabajaba. Me he levantado remoloneando porque no tenía previsto hacer grandes cosas y vistas las sensaciones de los últimos días parecía que lo mejor era no hacer nada y descansar. Aún así me pasé la mañana haciendo esas tareas que se dejan para las mañanas libres. A. llegaba de trabajar todo el día anterior y estaba cansada, puesto que en los dos últimos meses llevo una natación bastante paupérrima se me ocurrió que fueramos a la piscina, a una normal y compartida, porque la climatizada reservada se acabó para los triatletas y toca buscarse la vida hasta el mes que viene.
Ella se llevó un libro y yo me puse a hacer largos a lo largo, habitualmente donde entreno están a lo ancho. Uno, dos, tres, cuatro mil metros que abandoné cuando el hambre mandaba más que las ganas de hacer los deberes a última hora y los bañistas empezaban a multiplicarse cruzándose a lo ancho. Sobre el reloj fui lento pero lo más importante fueron las buenas sensaciones después de unos meses malos.
Comimos, recogimos y sesteamos una media horita, yo había quedado para salir en bici y ella debía hacer la maleta para pasar unos días con su familia. Mi amigo quería rodar un par de horas para empezar otra vez a entrenar después del machaque que lleva en el último mes. No era mal plan, aunque mi conciencia me invitaba a hacer una hora más. He de reconocer que su ritmo de verano azul coincide con el mío de entreno. Paseo en compañía y charla bajo un sol que habiendo estado escondido todo el año ahora tiene prisa por mostrar todo su poder. Le dejé en casa agradeciendo que rellenara mi único bote y partí a completar una horita más. Para lo que quedaba decidí apretar, ya no tenía nada que hacer. Tras los sesenta kilómetros en compañía una cabeza muy bien asentada sobre un cuerpo trabajado, añadí otros cuarenta y cinco que subieron la media hasta entonces en un par de dígitos y contento y apretando en la última cuesta me fui para casa. A. ya no estaba, pero soy bueno y hago los deberes que me pone, beber isotónico abundante después de estos calores. La noche estaba cayendo y como no me esperaban y ayer edecast me dio bastante envidia, decidí continuar con el entreno completando cincuenta minutos a buen ritmillo.
Y estoy contento, por haberme encontrado de nuevo. He competido poco este año y desde Sudáfrica no encontraba ritmo entrenando. Con muchos días de pasar de todo y hacer lo que realmente me apetecía, sobre todo los días de series. Vale que este año he descuidado la natación en favor de las otras dos disciplinas, pero en cinco años nunca había nadado con tan malas sensaciones como estos últimos meses. Así que he llegado a casa, me he duchado con agua fresquita recordando el buen día y he cenado viendo muchachada nui (nui). Llamada de buenasnoches a cuatrocientos kilómetros y una camita para mi solo que me espera, hasta puedo poner la radio!
pero no puedo dormir, hay demasiada luz, tengo la espalda fluorescente a pesar del Nenuco protección solar 40, claro, que para ir a nadar no me lo di..
Ella se llevó un libro y yo me puse a hacer largos a lo largo, habitualmente donde entreno están a lo ancho. Uno, dos, tres, cuatro mil metros que abandoné cuando el hambre mandaba más que las ganas de hacer los deberes a última hora y los bañistas empezaban a multiplicarse cruzándose a lo ancho. Sobre el reloj fui lento pero lo más importante fueron las buenas sensaciones después de unos meses malos.
Comimos, recogimos y sesteamos una media horita, yo había quedado para salir en bici y ella debía hacer la maleta para pasar unos días con su familia. Mi amigo quería rodar un par de horas para empezar otra vez a entrenar después del machaque que lleva en el último mes. No era mal plan, aunque mi conciencia me invitaba a hacer una hora más. He de reconocer que su ritmo de verano azul coincide con el mío de entreno. Paseo en compañía y charla bajo un sol que habiendo estado escondido todo el año ahora tiene prisa por mostrar todo su poder. Le dejé en casa agradeciendo que rellenara mi único bote y partí a completar una horita más. Para lo que quedaba decidí apretar, ya no tenía nada que hacer. Tras los sesenta kilómetros en compañía una cabeza muy bien asentada sobre un cuerpo trabajado, añadí otros cuarenta y cinco que subieron la media hasta entonces en un par de dígitos y contento y apretando en la última cuesta me fui para casa. A. ya no estaba, pero soy bueno y hago los deberes que me pone, beber isotónico abundante después de estos calores. La noche estaba cayendo y como no me esperaban y ayer edecast me dio bastante envidia, decidí continuar con el entreno completando cincuenta minutos a buen ritmillo.
Y estoy contento, por haberme encontrado de nuevo. He competido poco este año y desde Sudáfrica no encontraba ritmo entrenando. Con muchos días de pasar de todo y hacer lo que realmente me apetecía, sobre todo los días de series. Vale que este año he descuidado la natación en favor de las otras dos disciplinas, pero en cinco años nunca había nadado con tan malas sensaciones como estos últimos meses. Así que he llegado a casa, me he duchado con agua fresquita recordando el buen día y he cenado viendo muchachada nui (nui). Llamada de buenasnoches a cuatrocientos kilómetros y una camita para mi solo que me espera, hasta puedo poner la radio!
pero no puedo dormir, hay demasiada luz, tengo la espalda fluorescente a pesar del Nenuco protección solar 40, claro, que para ir a nadar no me lo di..
2 comentarios:
Eso es lo que se dice arrebañar del día hasta la última esencia de él,... y encima poniendo la radio.
¡Qué envidia macho! Sí, señor, como dicen "Los Planetas": Un buen día. Me alegro de que recuperes sensaciones; lo de la piscina es una faena. Vamos a tener que ir a nadar a algún pantano cercano. Me perdí la muchachada (nunca me acuerdo); menos mal que en el foro J&J tiene post fijo, y Ciego cuelga todos los episodios para verlos después. Un abrazo para los dos!
Pdta: Yo también soy de los de la radio...
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