De mi entrada 55, de los más de 4700 curiosos, de vuestros comentarios, del kilómetro mil de la Cervèlo desde que la estrenara aquel 27 de mayo, de mis siete finisher y del octavo en camino, de que al final parece que llega el verano. Y además, como queriendo celebrarlo, hoy me han llegado mis nike P3 spanish limited edition. Rojas, negras y blancas como mi cabritilla. Amarillas por nuestro Sol. Además están personalizadas con las ocho letras que todos queremos llevar.
Escribía ayer Diego que ya había comprado el último detallito para Austria. Me quedé pensando y llamé a otros dos colegas para reflexionar tomándonos un suplemento con cafeína. ¿Existe el último detallito? ¿Estará guardado en el mismo almacén militar que todos los cachivaches que el Dr Jones ha ido encontrando por el mundo? Yo creo que no existe. Nunca acabaremos. Aún queda por llegar el portabidones trasero para la cervèlo, hace diez días llegó la potencia. ¿Acabará aquí una bicicleta que he montado a capricho y al detalle? Yo creo que no. Aunque sean otras cubiertas de obligado recambio, siempre habrá algo. Cada pieza, cada detallito, lleva depositadas horas de estudio sobre su conveniencia, horas de sueños sobre cómo mejorará nuestra montura y nosotros con ella.
Así estábamos los tres, reflexionado sobre la última pieza, la pieza perdida. Y caímos en la cuenta de todo lo que llevábamos metido en esta enfermedad que yo describía en la primera entrada de este blog: Pequeñas cosas, pequeñas piezas, pequeños detalles, pequeñas alegrías, pequeñas piezas, pequeño mi mundo.
El blanquito de la izquierda añadió que no era dinero perdido, que era dinero invertido, a lo que el morenito del medio (que desde que está de gira con Hamlet nos visita menos de lo que quisiéramos) asintió. "Porque yo lo valgo, ya que yo me lo gano yo me lo gasto. Y en cuanto me acabe este café me voy a entrenar, que tengo que amortizar la inversión".
"Y las carreras, que caras están, mira que son careras", "porque tú las pagas" dije, "y mira que lo paso bien aunque llegue en las últimas" y se les empezó a ir la olla, hablando de todas sus medallitas conseguidas y los viajes que se pegaron para conseguirlas. Y la blanca, con carcajada burlesca recitó aquellos versos que Espronceda pone en boca del Estudiante de Salamanca:
¿Qué tenemos dentro de la calota que nos hace pertenecer a esta tribu? Muchas más cosas que medallas y piezas, que puestos y tiempos que saltan de la cabeza de morenito (que aunque no lo parezca aún tiene mucha más vida en el fondo de su pensamiento). Por mi parte yo soy más tímido y no abro mi cabeza así por así. Poco a poco la desgrano en estas letras.
Escribía ayer Diego que ya había comprado el último detallito para Austria. Me quedé pensando y llamé a otros dos colegas para reflexionar tomándonos un suplemento con cafeína. ¿Existe el último detallito? ¿Estará guardado en el mismo almacén militar que todos los cachivaches que el Dr Jones ha ido encontrando por el mundo? Yo creo que no existe. Nunca acabaremos. Aún queda por llegar el portabidones trasero para la cervèlo, hace diez días llegó la potencia. ¿Acabará aquí una bicicleta que he montado a capricho y al detalle? Yo creo que no. Aunque sean otras cubiertas de obligado recambio, siempre habrá algo. Cada pieza, cada detallito, lleva depositadas horas de estudio sobre su conveniencia, horas de sueños sobre cómo mejorará nuestra montura y nosotros con ella.
Así estábamos los tres, reflexionado sobre la última pieza, la pieza perdida. Y caímos en la cuenta de todo lo que llevábamos metido en esta enfermedad que yo describía en la primera entrada de este blog: Pequeñas cosas, pequeñas piezas, pequeños detalles, pequeñas alegrías, pequeñas piezas, pequeño mi mundo.
El blanquito de la izquierda añadió que no era dinero perdido, que era dinero invertido, a lo que el morenito del medio (que desde que está de gira con Hamlet nos visita menos de lo que quisiéramos) asintió. "Porque yo lo valgo, ya que yo me lo gano yo me lo gasto. Y en cuanto me acabe este café me voy a entrenar, que tengo que amortizar la inversión".
"Y las carreras, que caras están, mira que son careras", "porque tú las pagas" dije, "y mira que lo paso bien aunque llegue en las últimas" y se les empezó a ir la olla, hablando de todas sus medallitas conseguidas y los viajes que se pegaron para conseguirlas. Y la blanca, con carcajada burlesca recitó aquellos versos que Espronceda pone en boca del Estudiante de Salamanca:
"goce yo el presente, disfrute yo el ahora,
y el diablo me lleve, si quiere, al morir"
y el diablo me lleve, si quiere, al morir"
¿Qué tenemos dentro de la calota que nos hace pertenecer a esta tribu? Muchas más cosas que medallas y piezas, que puestos y tiempos que saltan de la cabeza de morenito (que aunque no lo parezca aún tiene mucha más vida en el fondo de su pensamiento). Por mi parte yo soy más tímido y no abro mi cabeza así por así. Poco a poco la desgrano en estas letras.
3 comentarios:
Empiezo a darme cuenta del por qué del título del blog... pequeñas cosas... :D Empiezas por una bici, que si ahora un porta botes de carbono, que si unas zapatillas que ponga finisher...Y no, no hay final en esto, porque siempre habrá algo nuevo, tras la P3 saldrá la P4, tras las zipp 1080 saldrán las zipp 1180 (o lo que sea), tras el carbono llegará el titanio... ya se sabe...
Pd: me molan las deportivas, aunque parecen más rollo Chicago Bulls en los primeros años de su majestad del Aire (MJ).
Un saludo!
ahhhhhh, eso es de frikie total..
jejeje..
Pero si yo también tengo unas personalizadas!!!! en mi caso: NIKE HCL.
Mooooolan!
me encanta leer tus "crónicas" de los IM, aunque la envidia me corroe. SALUDOS!
Oye tío, tus amigos son algo siniestros. Molan las zapas. El otro día en la Hiru le decían a Atalanta, que si no nos lanzaríamos a estos desafíos (léase Ironman, Hiru, QH, etc...) por tener un ego desmedido, y no admitir nuestros límites. Taluego!
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