Salamanca, que desde hace ocho siglos tiene una de las universidades más antiguas de Europa, también era en el siglo de Oro español, uno de los mayores lupanares del continente.
El infante Juan, hijo de los católicos Reyes, estudió en esta ciudad y ordenó que todas las meretrices se reunieran en un único lugar, denominado Casa de la Mancebía, donde estaban bajo la tutela de un cuidador, el Padre Putas (cargo oficial, por designación real, muy demandado en la época).
Felipe II, que casóse en aquesta ciudad con princesa portuguesa, con 16 años ya apuntaba como caballero recto y cristiano, se asombró sobremanera de que la ciudad del saber fuera una especie de Gomorra, así que redactó un edicto por el que las meretrices de la ciudad fueran expulsadas de la misma durante los días de Cuaresma y Pascua a más de una legua de distancia, así que las cruzaban al otro lado del río, el Tormes.
Y es que esta ciudad, en estos tiempos, tenía un censo de más de ocho mil estudiantes cuando la misma Madrid apenas sobrepasaba los once mil habitantes a principios del siglo XVI. Imaginaros el mundo estudiantil de la época y todo lo que lo rodeaba: estudiantes, clérigos, taberneras, tunantes, borrachines, pendencieros, caballeros, pordioseros...
Así que al finalizar la celebración de la Semana Santa, los estudiantes cruzaban el río para ir a buscar a las rameras el lunes siguiente al de Pascua y devolverlas a la ciudad, tal lunes como hoy. Y en la ribera del río, con gran algarabía y alboroto, tras dar buena cuenta de las viandas que llevaban se entregaban al alcohol y a los bajos instintos tantos días postergados, finalizando todo en una gran orgía, remojándose en el río hombres y mujeres sin el más mínimo decoro.
Mi casa está en lo que antaño eran los márgenes del Barrio Chino de la ciudad, ahora reconvertido en casco histórico y pisos nuevos. Las busconas han cambiado de residencia y ahora hay que buscarlas, el que sepa sabrá do hallarlas. Pero aunque ya no haya la fiesta de ir a por ellas al otro lado del río, sigue la costumbre de celebrar una gran merienda la tarde de hoy, lo que se conoce como el Lunes de Aguas (quizás llamado así, porque aunque sea día de picnic en el campo con la familia y amigos, degustando esa empanada típica llamada hornazo cargada de chorizo, jamón, huevo y demás cosas del comer, siempre suele estar pasado por agua).
Y ahora que han prostituido este país, dan ganas de cruzar el río a vividores y gestores, a nepotistas y arribistas, a los golfos campechanos y toda su familia, a los derrochadores y malcalculadores, a los viciosos y ladrones de lo público, a los irresponsables y a los defraudadores, a todos los pícaros de este siglo de Oro del enriquecimiento fácil. Y no ir a buscarlos nunca.
Y ese es el significado del Lunes de Aguas y de la fiesta que hoy se celebra. Aunque a fe mía que habría más regocijo si el Lunes de Aguas fuera el Lunes de la Ordalía de las Aguas, meter a todos los anteriores en un saco y sumergirlos en el río, y que Dios repartiera justicia. O dentro del hornazo, y después, al horno grande!
6 comentarios:
Gran entrada, no sabia de tal lunes de aguas, parece ser que el campechano se fue, quizás por ser similar a una meretriz?
Me gusta el vocabulario que usas en la entrada, ahora que cada vez escribimos peor.
Saludos.
M.
¿¿¿Donde estarán las putas y los yonkis del Bar Sol???
Al gran horno con todos ellos!!!
Ese hornazo si que iba a resultar indigesto ::))
markitu$,
el campechano está ahora con la pata quebrada riéndose de todos.
gracias por el piropo.
jumento,
aún queda alguna mujer que fuma a la puerta del número 50 de la calle Cervantes, los yonquis ya no se dejan ver mucho. Vivo a 75mts del antiguo Casablanca...
A.
amén.
alejandro,
que se lo coman los que no entren en el horno.
Buena entrada.
Interesante actualización de la costumbre.
Cruzarlos a la otra orilla de un río... mejor un océano.
PD. Fuera de tema..., Segunda vez que me tientas, para i a por la ballena blanca. Me rendiré.
Publicar un comentario