Pongamos que por un lado tenemos a los partidarios del mono y por otro a los seguidores del dos piezas. O a los de corta y de larga. A los predominantemente ciclistas o a los que prefieren la carrera a pie. Da igual, el caso es polarizarse.
Supongamos que el colectivo de todos los triatletas escoge a sus representantes, que no son más que quienes van a gestionar las cuotas que éstos pagan religiosamente para estar dentro del sistema. Se suele hacer por inercia, si les preguntas es por convicción, aunque aprovechan cualquier entreno o competición no para hablar de las bondades de lo suyo sino para destruir al contrario. Dentro del territorio hay tantas federaciones como mafiosillos de tres al cuarto, alguno con vocación de servicio, quieran pillar algo. En unos sitios manda la larga, cuestión de clima, de orografía, en otros los de corta, hay lugares en los que a la gente le encantan las carreteras empinadas y en otros presumir de bicicletas último modelo por rectas sin fin. Pero al final dan igual tus ideas, porque se trata de seguir en el despacho y quedarse con algo de lo que deben repartir. Y las grupetas minoritarias apoyan a uno o a otro, indiferentemente, con tal de arañar algo para ellos, un maillot, una caja de barritas, o reglas propias.
Suben los precios de las inscripciones, del material, algunas carreras fallan en su organización, faltan avituallamientos, no se corta el tráfico, y la oposición echa la culpa al que manda en su comarca, aunque en la de al lado los de su cuerda, que son los que gestionan, hagan lo mismo. Y no hay diálogo, hay insulto.
Pero el problema no viene de tal o cual federación, sino de la internacional. Que lo que pasa en este terruño está pasando en todos los lugares. Un deporte olímpico es lo que tiene, que es global.
Y los tiempos se repiten como el eslabón de una cadena al hacer girar el plato de la historia.
Y bla, bla, bla, y gritos, y te empujo y te echo a la cuneta, y le doy una patada a tus zapatillas en la transición o te bajo la cremallera del neopreno mientras nadas. En vez de montar todos juntos, escucharse y pasar al relevo. Habrá que hablar dónde se para a repostar y poner un ritmo que todos puedan seguir, pero lo importante es que todos sigan la misma ruta.
Y parece que cosas que pasaron hace tiempo no van a volver a repetirse, o que sólo ocurren en lugares lejanos o a gente analfabeta y tan distintos a nosotros como los jugadores de hockey hierba. Pero hace nada pasaron ahí al lado, y cada vez se oyen voces más extremas que resultan elegidas en la federaciones de otros lugares.
Quizás sólo falta un poquito más de desigualdad para que salte la chispa.
Mal vamos.
Mal vamos.
8 comentarios:
Que te voy a contar que no sepas...
Mucho miedito da eso, y cuando salte no vamos a poder hacer nada por evitarlo...
dupont,
pasa lo mismo en el tri que en el cualquier otro lado.
popi,
migrar?
No sé de qué hablas, no hago tri, no sigo la actualidad, pero tiene tufillo, algo pasa, muchos jaleos, mucha gente flipada, mucho rencor bajo la piel. Malo, sí. ¿Pasa siempre cuando se crece? ¿Como un adolescenre rebelde, tocapelotas e insoportable que algún día dejará de serlo? Hay intereses, y el poder -y el dinero- es el mejor afrodisíaco. Sucks.
s
pero s, en un blog de tri no voy a hablar de gaviotas y rosas, de la España de hace 60 años, de Chile y Argentina, de la antigua Yugoslavia...
Si me refiero a mí, que no sé de tri y sus ambientes como para opinar bien opinado. Pero desde fuera, oyendo a unos cuantos, leyendo bloggues y foros te das cuenta de que hay un cierto hedor, pequeño quiero pensar, y no es agradable, para esas cosas está el balompie, ¿no?
s
La verdad es que es triste. Al final, lo mejor será mantenerse al margen. Participar en pruebas pequeñas y disfrutar del camino (vamos, como ahora en mi caso).
s y x,
si alguien ve semejanzas con las federaciones será que no me equivoco.
la próxima semana hablaremos del gobierno, o estaba hablando ya?
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