Y de la combi blanca se bajan unos pocos larguiruchos más, y empiezan a mirarnos a través de esas cajitas negras que hacen mil ruidos extraños, como hacen siempre, aunque cambien sus ropas no cambian sus costumbres. No puedo evitarlo, salgo de mi casita, me acerco a la valla, me estiro y empiezo a cantar. Ahora todos están pendientes de mi, ni mis hermanos deslizándose colina abajo son capaces de llamar más la antención. Nunca falla, puedo repetir mi número mil veces que siempre seré el número uno.
Míralos, otra vez, levantando esa nube de polvo en el ripio. Les miro con desprecio y me contestan deteniéndose y sacándome mil fotos. Idiotas. Ahora salto sobre la valla y ahí os quedáis, pringaos.
Despligo mis orejas y siempre oigo lo mismo: "ahí, ahí, al lado del arbusto, pero qué raras son, son como conejos gordos sobre cuatro patas. Sácales una foto". Qué pesados.
Estoy afiebrado, espero que no se acerquen y me obliguen a correr. Mira que dan la lata, a estas horas sólo se pueden mover los turistas. Se creen que no los veo pero sé que están pendientes de cada uno de mis movimientos, intentan no meter ruido pero molestan. Que pillen un trocito de piel de mi muda y se larguen de una vez. ¿Acaso creen que no sé que soy segundo plato? Hasta el mes pasado no era a mi a quien venían a ver, sino a nuestras enemigas las orcas y sus primas las ballenas gordas.
No sé si alegrarme de que se queden en la playa descansando o prefiero sentirme el protagonista y que vengan en barcos a tocarme las narices, incluso los hay osados que se enfundan en esas negras pieles gordas y se acercan a nadar conmigo con aletas en vez de pies. Cada día es más difícil pasar un día en paz.
Corre hijo corre, que nos pillan.
Qué rico! Cómo me gusta este sitio. Quieres más ñoquis? Tengo sueño (...)
Jo... doce horas fuera de casa para ver cuatro bichos. Carreteras de gravilla y distancias enormes, no sé si fue buena idea venir aquí en esta época. En diciembre esto debía estar petado de ballenas y ahora no hay ni una. A ver si llegamos pronto a Puerto Madryn y me voy a trotar un poco. Menudo ambiente que hay, patinadoras, skaters, joggers, jugadores de rugby y jugadoras de hockey... Incluso hay senegales vendiendo bisutería como en las playas españolas. Al final me tengo que dar un baño para contarlo en el blog...
un pingüino cualquiera de los más de cinco mil de la pingüinera de Punta Norte.
Míralos, otra vez, levantando esa nube de polvo en el ripio. Les miro con desprecio y me contestan deteniéndose y sacándome mil fotos. Idiotas. Ahora salto sobre la valla y ahí os quedáis, pringaos.
el guanaco del camino de Punta Cantor.
Despligo mis orejas y siempre oigo lo mismo: "ahí, ahí, al lado del arbusto, pero qué raras son, son como conejos gordos sobre cuatro patas. Sácales una foto". Qué pesados.
La liebre patagónica de la Estancia Rincón Chico.
Estoy afiebrado, espero que no se acerquen y me obliguen a correr. Mira que dan la lata, a estas horas sólo se pueden mover los turistas. Se creen que no los veo pero sé que están pendientes de cada uno de mis movimientos, intentan no meter ruido pero molestan. Que pillen un trocito de piel de mi muda y se larguen de una vez. ¿Acaso creen que no sé que soy segundo plato? Hasta el mes pasado no era a mi a quien venían a ver, sino a nuestras enemigas las orcas y sus primas las ballenas gordas.
El lobo marino del Faro Punta Delgada.
No sé si alegrarme de que se queden en la playa descansando o prefiero sentirme el protagonista y que vengan en barcos a tocarme las narices, incluso los hay osados que se enfundan en esas negras pieles gordas y se acercan a nadar conmigo con aletas en vez de pies. Cada día es más difícil pasar un día en paz.
El elefante marino de Puerto Pirámides.
Corre hijo corre, que nos pillan.
El ñandú de la cuarta carretera.
Qué rico! Cómo me gusta este sitio. Quieres más ñoquis? Tengo sueño (...)
misstake.
Jo... doce horas fuera de casa para ver cuatro bichos. Carreteras de gravilla y distancias enormes, no sé si fue buena idea venir aquí en esta época. En diciembre esto debía estar petado de ballenas y ahora no hay ni una. A ver si llegamos pronto a Puerto Madryn y me voy a trotar un poco. Menudo ambiente que hay, patinadoras, skaters, joggers, jugadores de rugby y jugadoras de hockey... Incluso hay senegales vendiendo bisutería como en las playas españolas. Al final me tengo que dar un baño para contarlo en el blog...
dvdg
hasta mañana.
un blogger cualquiera que ve el mar mientras escribe.
14 comentarios:
¡Volved ya, que aquello es muy peligroso!
Vaya reunion de especímenes no? me refiero a los skaters, patinadoras.....:-)). disfruta
jajaja :-)
ya serían más que 4
Dos bichos más en la Argentina...
Sonás chévere, ché!!!
mira que estas ballenas se están haciendo rogar!
Sigue disfrutando de las ballenas que no se ven y de ese otro mundo que como muy bien escribía Cortázar es como una erre arrastrada, un país soñado por la Maga desde la otra punta de su cama; saludos y sigue contando cosas.
Venga a viajar "párriba" y "pabajo"...
Aunque no te dejo pensamientos por aquí seguimos leyéndote y a la estela en tus viajes en la distancia. También viajamos por ahí los que te leemos ;-) Thanks
Esto es un no paraaaarrrrrr!!!!, yo vi mogollóno de ballenas francas, incluso una con su bebé desde el paseo de Puerto Madryn,pero claro fui en noviembre, vi mucho bichos pero.... no me pude bañar en ningún sitio salvo en las bañeras de los hoteles jejeje
Venga, venga a seguir disfrutando, viendo, fotografiando, contando, ... aquí os seguimos puntualmente.
Besicos.
Bueno, si hubieras visto esas orcas y ballenas que echas de menos, quizás no te pegarías el baño ese que planeas tan agusto
PD. Ya es curiosa la liebre esa, sí. Le han concedido en jamones lo que le quitaron de orejas.
ramón,
no lo sabes tú bien, por eso queremos seguir...
emilio.
mucho ambiente.
furacán,
una colonia de 5.000 pingüinos, pero al día siguiente vimos una de 1 millón... o eso dicen.
popi,
especie protegida.
manu,
chévere me suena más a culebrón venezolano... ;)
sislen,
al final las vamos a ver en Canarias.
manuel,
un erre arrastrada con lenta cadencia, porque todo va más despacio.
diego,
no lo sabes tú bien.
akela,
para ellos el agua está fría, pero tampoco fui el único valiente ni era para tanto.
edecast,
a ti.
jesús,
la liebre era supercuriosa, además pareciera que andara en vez de desplazarse a saltitos.
Interesante, jugadoras de hockey...
dani,
ñam, ñam...
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