jueves, 12 de noviembre de 2015

microrrelatos corsarios



El capitán encargado de llevar a buen puerto mi librería favorita, Letras Corsarias, ha organizado un concurso de microrrelatos.Como encontré un rato para escribir un par de ellos y este blog lo tengo bien abandonado, pues aprovecho para trasladarlos aquí y que les entretengan un rato si gustan.



Microrrelatos corsarios
I
Por no mirar a los lados ahora miro al frente. Sólo oí el frenazo. Apenas entendí las palabras del médico, pero lo leí  en sus ojos. Hasta un niño descifraría la radiografía, rotura de una vértebra central del cuello. El sol me acaricia menos cada día a través de la ventana y el mejor momento del día es cuando ella me lee historias como Sherezade hacía con el sultán. Eso me mantiene vivo. Cierro los ojos y  me  imagino dentro de esas historias fantásticas. Cada vez los cuentos son más largos. Hace tiempo que dejé de oir su voz.

II
El naúfrago llega con los pies húmedos al refugio. Fuera la lluvia acelera el paso pero dentro todo se detiene, sólo el crujir de la madera delata avance. La capa en la percha, descansa en el sillón de cuero que conoce mil historias. Toma un libro al azar y sabe que acertará antes de dar el primer sorbo a la taza de café. En el puente el capitán decide qué aspirantes a tripulación descienden a la bodega  para ser desembarcados tan pronto se pueda  y cuáles ingresan, sobre éstos me aconseja como compañeros de viaje en nuevas vidas.

III
Nunca hojeó un periódico pero mirando al cielo sabía mejor que nadie el tiempo que iba a hacer mañana.
Nunca abrió una farmacopea, pero siempre encontró el remedio que buscaba.
Nunca firmó en el registro, pero sabía mejor que el secretario a quién pertenecía cada árbol y cada linde.
Nunca se perdió en una novela romántica, pero conoció de todos los amoríos de sus ovejas.
Su nombre no conoció más letras que una equis, pero la gente la buscaba en la tapa de sus quesos.
Y ahí sigue, en su cabaña, leyendo el paso de los tiempos en la naturaleza que le rodea.

IV
Lee, sé.
Lee, ve.

 V
Despertó de repente y estiró la mano más cercana a la ventana hasta dar con el interruptor de la lámpara que sobre la mesilla de noche compartía espacio con varios ejemplares de diverso tamaño , tomó a ciegas  el que buscaba reconociéndolo por lo ajado de los lomos, mil veces lo había intentado y duramente había avanzado a través de sus páginas, una retirada a tiempo es una victoria repetía el enano corso y por eso no se sentía derrotado. De este modo, en mitad de la noche, como en tantas ocasiones anteriores, se dijo:  “ahora sí”.

VI
Se acostó a su lado abierto el libro por la página señalada y contó por enésima vez aquella historia que siempre parecía distinta según impostara la voz o gesticulara de una u otra manera. Cada noche repitiendo la misma escena para que la pequeña  se durmiera cuanto antes y así disfrutar de unas horas de descanso antes de que el sueño cobrara su precio por un largo día, aunque también temía el momento en que ella no le pidiera por favor por favor otro cuento más antes de dormir porque ya sabía descifrar aquellos signos de los que él era, por ahora, su guardian

VII
En la oscuridad, con la puerta entornada, aún con un beso caliente de su padre en la frente ella soñaba con aquel cuento que una vez había aprendido a leer no se parecía en nada al que su padre le leía cada noche. Pero no se lo diría. Era su secreto.

 VIII
Quedaron a la puerta del Gadis.
Llevaba un abrigo gris cruzado, levemente ajustado, completamente abrochado; un sombrero gris con el ala doblada, guantes grises y corbata a rayas negras y rojo oscuro.
Lo reconocería por el libro que asomaba por el bosillo.

IX

-    Deja de leer y ponte a estudiar.
-    Un poquito más, porfa.

Y una mirada zanjó la conversación.

Y Menelao y Aquiles  y Patroclo y Paris y Elena reposaron un día más de los azares de la guerra.

“… before becoming President of Madrid, she was senator for Madrid as a result of winning 1.55mill of the votes, setting  an unbroken record for the percentage of votes received by one person. During her term as President of Madrid, she built eight hospitals and eighty state schools…”

Suspiró y pensó que las leyendas seguían escribiéndolas los vencedores.

X

Obtenía tanto placer en la búsqueda como en la consecución de su presa, y una vez obtenida, disfrutaba encontrando el lugar exacto en que colocaría el nuevo trofeo. Cerró los ojos con satisfacción, se sentó en su sofá favorito y abrió otro libro.

XI

Desde la Ilíada todas las historias son la misma historia. No hay nada nuevo que no recogiera aquel vate ciego ni emoción que el inglés no enriqueciera en sus comedias y dramas.

Cien palabras para un relato sobre la lectura.

Me pregunto qué dirían Homero y Guillermo en mi lugar.

XII
Había tenido una jornada dura como tantas otras, pero apenas llegaba a casa tomaba el libro de cuentos y se tumbaba a su lado en la cama. Era el único instante del día que tenía para estar con ella. La débil bombilla apenas iluminaba lo justo para tomar el relato como breves apuntes de una función que se sabía de memoria,  le encantaba imaginarla soñando con aquellas historias que se alargaban a propósito para prolongar aquel momento. Después apagó la luz y besó el otro lado de la almohada que cinco años después aún seguía oliendo a  su pequeña.