viernes, 25 de abril de 2014

Marathon des Sables. Días -2 y -1.

Todo gran viaje comienza con lágrimas.
Por lo que dejamos atrás.
Por lo que deseamos encontrar.

Dejamos atrás el amor conocido
por buscar tesoros que no sabemos
si serán tan valiosos como la ausencia.

Pero acaso no los conseguí soñándolos
y partiendo en su búsqueda?
Busco riquezas en mi travesía
sé que dejo lo más valioso en el lecho.

Antes de que amanecer abandono la cama caliente, me he acostado poco antes. Hoy es el cumpleaños de la pequeña y lo celebramos ayer, eso y mil tareas hicieron que hasta pasada la medianoche no tuviera la versión definitiva de la mochila. Sobra decir que nunca entrené con ella, las últimas semanas estuvo lloviendo y no quise mojar el contenido, estuve entrenando con la versión beta, 6kgrs, que no me impedían hacer rodajes casi en tiempos de sinmochila. La de verdad pesaría 10.130grs, a los que sumaría dos bidones de 750ml...

Consejo para mi: en la próxima carrera en autosuficiencia entrena con el equipo de verdad. Y más veces.


Emoción al subirme al bus que me dejaría en la T4. Diría que el momento más emocionante de los que seguirían, hasta el momento. En el aeropuerto poco a poco se reúne el grupo peninsular, sudamericano y escandinavo que compartirá vuelo chárter a un precio que me pareció excesivo. Cuando lo planteé en el grupo de mail nadie quiso desmarcarse de la línea oficial y buscar métodos alternativos y más económicos para llegar a la salida. Otros años el vuelo iba incluido en el precio de la inscripción.

Consejo que seguí: mochila y equipamiento de carrera en cabina, por si acaso se desvía el equipaje. Pequeña maleta trotera para lo que se necesite los dos días antes y los dos después de Sables, teniendo en cuenta que tocará arrastrarla desde el autobús a la jaima y de ésta al checking por unos 300mts de polvo y pedruscos.

Mi mochila aparentemente es de las más pesadas, pero a lo mejor no van todas cargadas de manera oficial. Empieza el modo relacionespúblicas. De la bloguesfera conozco a Rafa, que me presenta más gente, con los que luego compartiré jaima. Hay gente que va solitaria y gente que ya va con los grupos hechos.

Vuelo que llega con adelanto, pero nos toca esperar al avión de los americanos. Tipos enormes que imagino más en deportes de contacto que penando por el desierto. Los peninsulares somos gente más enjuta que hace tiempo comiendo la bolsa que nos da la organización: selección de snacks franceses, hogaza de pan, lentejas y queso.

Traslado en convoy de autobuses hacia el primer campamento, se hace largo. Tocará arrastrar la maleta hasta la tienda asignada, estamos colocados por países, y éstos por afinidades idiomáticas.


147 tiendas para corredores y aparte una pequeña ciudad para las casi quinientas personas de la organización. El 80% de la energía eléctrica utilizada es suministrada por paneles solares. Hay lío al llegar al campamento, estamos lejos de cualquier núcleo habitado, somos una pequeña república de atletas/aventureros bien en mitad del desierto y dicen que aquí son dos horas menos que en la península aunque los gps digan que sólo llevamos una hora de retraso.

Las ocho personas que entramos en la jaima lo hacemos justito. Presentaciones. Los más de mil participantes parecemos muy distintos, pero tenemos mucho en común, la osadía de hacer esta carrera, los meses de entrenamiento y también hay que decirlo, cierto poder adquisitivo.

Las jaimas son como veis. Y una alfombra a su caer sobre el suelo. Recuérdalo si no quieres llevar esterilla, te tocará levantar la alfombra (si no está llena de las posesiones del resto de compañeros) y barrer los pedruscos, o aguantarte. Los palos pueden retirarse para impedir que entre el sol o el viento. Con el paso de los días se irán llenando de polvo y pinchos secos. 


Hay una presentación de la carrera y explicación del funcionamiento del bivouac. Hay danzas típicas y de pronto se caen las vestimentas blancas. Un equipo de rugby local nos invita al primer torneo de rugby sobre la arena que ocurrirá en unos meses y escinifica una haka. Estos dos días nos dan de comer, caliente y variado, aunque creo que el menú no llenaría las reservas de los veganos. El agua que nos dan es libre. Recomiendo tomar pastillas de sal ya estos primeros días, las meadas son frecuentes, poderosas y transparentes. Se mea porque se bebe, y me temo que con cada meada se van unos pocos electrolitos. La organización suministra bolsas biodegradables para las deposiciones, hay una especie de biombos triples distribuidos por fuera del perímetro del campamento donde meterse a llenarlas, se les hace un nudo y se depositan en un cubo de basura para ser posteriormente incineradas. A mi me encanta mingitar mirando al horizonte, y sobre todo a la bóveda celeste, que aquí se ve espléndida. Este es el primer año que las mujeres tienen un biombo propio para orinar sin ser vistas.

He leído los resultados de estudios sobre el peso y las calorías que llevan los top50, los franceses y los ingleses. Estos últimos son los que más calorías y peso llevan. Pero es falso. Cada participante rellena una declaración de honor donde recoge el material que lleva, el peso total y la distribución y suma de las calorías. Esto no se comprueba, salvo que optes a premio a simple vista tu mochila parezca ultraligera.

Cosas que vi las primeras noches en el campamento: colchones hinchables de camping que la primera mañana de carrera se desechan, igual que las sillas y ollas donde se cocinan sustanciosas cenas  regadas con alcoholes típicos de cada lugar de origen. Hay restos secos de plantas en los alrededores con los que alimentar grandes hogueras.

Los andaluces nos invitan a probar ricas especialidades de la tierra y eso sirve para conocernos un poco más entre los españoles. La verdad es que a lo largo de la carrera me relacionaré con poca gente, me sonarán casi la totalidad de los cincuenta y pico españoles, pero hablaré con menos de la mitad. Sobre todo estableceré vínculos con los componentes de la jaima 86 y con los más extrovertidos de las demás. Casi parece que los solitarios somos los menos, la gente va en grupos desde su lugar de origen.

Me llama la atención la cantidad de gente que corre por tal o cual enfermedad o proyecto. Lo veo loable si sirven como altavoz de situaciones a veces olvidadas, pero no entiendo los que buscan financiación para realizar aventuras particulares bajo el paraguas de una causa justa. Yo lo hago por mi. Por mi principal patrocinador, me sorprende la gente que echa cara y monta proyectos de crowdfunding tanto para ésta como para otras carreras. Si puedes ir y quieres, vete, pero hay cosas mucho más importantes en la vida y útiles para el resto de la humanidad  en la que gastar una cantidad indecente de dinero que recorrer 250km por el Sahara. Y también corro por mi más importante supporter (en el sentido amplio de la definición: soporte, apoyo, hincha, seguidorA..).

Y con estos mimbres llega la noche antes de las siete de la tarde. Nos acostamos aunque cuesta dormirse. Hay muchas cosas que comentar. Mañana empieza la aventura.


martes, 22 de abril de 2014

Marathon des Sables

el desierto sólo se muestra arrogante
hasta que encuentra a su dueño.
G. M. Tavares (adaptado)


Dicen que el Maratón de las Arenas es la carrera más dura sobre la faz de la tierra. Miles de atletas de todos los rincones acuden al desierto del Sahara a disputarla cada año, y van veintinueve, y muchos repiten.

El MdS es una de esas carreras que siempre he querido hacer en la vida, desde que la descubrí en revistas y programas de deportes espectaculares en la televisión, y necesité un buen empujón para dar el primer paso. En su día ya me pasó con el Ironman, y esta vez necesité una buena excusa para cambiar todo lo conocido por una carrera totalmente ajena a mi.

Escogí Sables y no otra carrera, alguno la llamará aventura, por lo que tiene de mítico y por la seguridad que me ofrecía una organización consolidada, que revierte bien el alto coste de la inscripción.


El MdS es una competición en autosuficiencia (la Organización sólo provee de agua limitada y la jaima para el reposo, amén de servicios médicos y de rescate si se necesitan) que recorre el desierto marroquí durante 250km distribuidos en seis etapas, con una jornada en la que se realizan más de ochenta kilómetros. Dicen que este año rondamos los 56º, aunque afortunadamente no tuvimos tormentas de arena ni nos llovió...

Para mí, triatleta de larga distancia, acostumbrado a entrenar en el medio conocido que me rodea: aguas controladas de piscina climatizada, carreteras con cobertura telefónica y caminos desde los que casi siempre veo señales de civilización; que aprovecho las comodidades de dormir en el hogar y alimentarme sin freno cuando lo necesito y que me gusta salir con lo mínimo, no dejaba de ser una aventura 
- completar en una semana el kilometraje que habitualmente realizo en un mes,  
- hacer por primera vez más de 44km de un tirón,  
- correr por terreno desconocido,
- trotar con una mochila con diez kilos a la espalda,
- gestionar la alimentación no sólo durante la carrera cronometrada sino después en un ultra por etapas,
- dormir casi a la intemperie en un saco después de más de veinte años reposando en colchón,
- convivir con siete desconocidos durante una semana,
- aguantar temperaturas elevadas sin tener una piscina o la playa cerca,
-...

así que la aventura no fueron esos siete días fuera de casa, empezó mucho antes, cuando empecé a formalizar la inscripción y a preparar todo lo necesario.  El hormigueo duró meses, haciendo preguntas, buscando consejos, comprando el material y entrenando de manera extraña y fue mucho más intenso que cuando puse en práctica todo lo aprendido y adquirido. La incertidumbre es la aventura. Sentí más emoción cuando de madrugada, con la mochila cargada en modo competición por primera vez me subí a un autobús de línea para llegar al aeropuerto que cuando crucé la última línea de meta.


Fui, corrí, anduve, vi y volví. Seis etapas en las que viví muchos estados de ánimo diferentes. 

Una primera etapa (34km) de contacto donde vi lo que había, donde me sentí extraño y donde cargué por primera vez con una mochila pesada que me hacía un daño tal que no me permitía correr ni cuando el terreno me daba permiso. 

Una segunda etapa (41km) que se me hizo larguísima, incapaz de correr por el dolor de hombros y la gran cantidad de arena en la que no supe ir más deprisa que un paso cada vez más lento, que hizo que la temperatura fuera más alta y el agua más escasa y en la que me planteé por primera vez mi situación allí y su sentido. 

Una tercera etapa (37'5km) donde, resignado, salí al trantrán, a sobrevivir, a llegar, a coger la medalla y a cerrar el capítulo. 

Una cuarta etapa (81'5km) en la que el día antes advertí que sería de relax, parando en cada control a descansar y comer en condiciones y en la que sin querer me vi corriendo de un tirón, incluso en la noche y con un frontal insuficiente, y haciendo top 100.

Una quinta etapa (42'2km) donde la suerte me favoreció, en la que fui liderando la prueba  durante casi una hora y que realicé casi en solitario (los 200 atletas más rápidos saldrían 90' después de que otros 800 y yo tomáramos la salida con la fresca), disfrutando tanto o más que el día anterior al sentir que las fuerzas me acompañaban y que hacía lo que había venido a hacer, rondando también el top 100.

Una sexta etapa (7'7km), no cronometrada, solidaria, de paripé, y que hice andando acompañando a otro amigo menos afortunado. Esta última manga sobró.

Al final, no es lo más importante aquí, pero en una competición no es lo de menos, quedé el 212 de más de mil participantes en una edición ni peor ni mejor que las anteriores pero en la que hubo el doble de abandonos que el año pasado.


Ha pasado una semana desde que regresé, las sensaciones están igual de asentadas que cuando vinieron. He completado una experiencia única, como tantas otras en número infinito, y he vuelto. Haberla superado me llena de satisfacción, pero nada más. He vivido otras situaciones que me han emocionado mucho más. No he tenido largos soliloquios interiores durante las etapas que se hacían infinitas, la deshidratación no me ha hecho ver zarzas ardientes que me revelaban secretos vitales ni vuelvo enamorado del desierto, aunque sí he descubierto capacidades en mi que antes desconocía.

Aquí he vertido mis primeras impresiones de la carrera, es mi intención realizar una serie de entradas sobre el MdS, tanto describiendo cómo me fue como recogiendo los detalles y consejos que un profano del ultra y el desierto como yo puede dar desde su corta y puntual experiencia y que a mi me hubiera gustado encontrar en las redes: material a llevar, cómo es aquello, etc. Espero que a muchos de ustedes les entretenga y que a alguno le resulte útil.

viernes, 4 de abril de 2014

"debe ser bonito ver amanecer en el desierto"

Tras semanas dándole vueltas, ya acostados, la voz que siempre me apoya pronunció las palabras que harían que me decidiese.

Han sido meses de entreno diferentes, pero lo que más cansa es pensar y anticipar qué va a suceder y qué voy a necesitar, en el deporte siempre hay un algo inesperado, pero hasta ahora siempre he sabido por dónde me iba a mover. 

Esta vez no.

Mi plan es ir, ver y volver. Disfrutándolo antes, durante y después. Mi intención es compartirlo todo con vosotros retomando este hábito perdido. 

Podéis mandarme mensajes contándome cómo va el mundo o recordándome que sigo existiendo en ese rincón vuestro dónde me leéis, os lo agradeceré mucho.

Mi dorsal es el 1151 y el enlace donde podéis escribirme y animarme es éste

jueves, 3 de abril de 2014

dos años

Hace dos años comenzaste tu camino y desde entonces no hay día que no me aúpes un poquito más.

Felicidades Å por estar y hacernos disfrutar cada momento al resto del equipo.