martes, 19 de enero de 2010

viajar

No niego que me encanta viajar. Caminar por las calles de otros lugares, buscando las diferencias y semejanzas con las propias es una manera de aprender, de ser más rico al encerrar en la memoria esa mezcla de aromas y ruidos, del tacto de los distintos materiales y de cómo la luz incide en ellos. No hace falta ir muy lejos para viajar, a veces basta con sumergirse dentro de un libro y crear un mundo con la imaginación, pero hay otras que necesitamos conocer cosas nuevas para construir con ellas nuevos recuerdos imaginarios, o darnos cuenta de que en otro lugar, nuestros recuerdos existen.


A veces caminamos por lugares que hemos visto mil veces en revistas o en la televisión, y a lo mejor no es exacto, pero puedo decir que algo de ello tienen. Así no nos extraña Groenlandia cuando hemos visto tantas veces Alaska por la tele y algún pueblecito de Nueva Zelanda se parece a otro del lejano oeste, hasta hay vaqueros con sus botas y todo. Porque el viaje había empezado mucho antes, casi la primera vez que vimos esas imágenes y quisimos estar ahí. Cada vez que paso por Callao miro arriba a ver si Santiago sigue colgado del cartel de Schweppes y si algún día corro la NYC marathon creeré que he paseado por las avenidas de Manhattan ayer mismo al comprar el pan.


Si salir al extranjero supone abandonar la tranquilidad de comprender nuestro entorno no es menos reconfortante el esfuerzo de hacerse entender fuera de su abrigo, de intentar averiguar el sabor de palabras extrañas en la carta de un restaurante, de adaptarse a los horarios de vida, de dividir y multiplicar continuamente las cifras para convertirlas a un precio entendible. El goce de encontrar un rincón mágico oculto de las recomendaciones de las guías y donde si hay turistas, no lo parecen.


Y tenemos el vicio de sacar fotos, y la costumbre que se pierde poco a poco de llenar las páginas de la Moleskine, pero que se suple con unas letras en el blog. Al final, lo leído (no se sabe ya dónde), lo vivido, lo reflexionado y lo escrito se funden, y las letras que dejamos y las fotos que hicimos nos sirven de índice de recuerdos que ya no sabemos si fueron reales o inventados, pero igual da, porque eso es lo más parecido a la eternidad que tenemos, recordando vivimos dos veces.

Cádiz, Santiago de Compostela, Venecia

11 comentarios:

Si te lo tengo que explicar... dijo...

Viajar, viajar con la mente o de forma corpórea... Pocas actividades hay que me hagan sentirme más vivo y que me enseñen más de mí mismo.
Genial. Gracias.

Pdta:Me encanta la frase final

MAE dijo...

Sabes, siempre que viajo pienso en las veces que volveré al lugar que acabo de ver y son mogollón, me encanta la fotografía, entre otras cosas, porque me hace re-vivir y volver a lugares que probablemente no vuelva, no por nada, simplemente porque hay un montón que quiero ver antes de repetir uno.

Es precioso viajar y re-viajar ¡¡tenemos tanto que ver y aprender!!. Preciosa foto la de Cádiz, la de Venecia tampoco estaba mal ¿en la plaza de S. Marcos quizá?

Besicos viajeros

Nacho Cembellín dijo...

Estás echando de menos tus viajes del año pasado, eh zagal???.

No vivo pensando en el de este verano a Costa Rica junto al campeonato del mundo de Raid de Aventura y el de marzo de 2011 y la Iditarod.

Angel dijo...

Viajar es algo tan hermoso, conocer otras culturas, ver a otras gentes, el placer de lo distinto a lo cotidiano.

Buenas palabras y fotos. Otra cosa mas que nos une, aparte del deporte, compañero.

Un abrazo.

Furacán dijo...

Que bonita te ha quedado la entrada. Me ha gustado, eso es viajar, el resto es desplazarse en el espacio.

A. dijo...

Sin más que añadir y es que me has dejado sin palabras...

davidiego dijo...

ironmanu,
ya te he visto vivo y requetevivo en Asturias...

mae,
no es S. Marcos, es una pizzería al lado del Puente de la Academia.
tanto que ver y nosotros tan pequeñitos...

nacho,
no lo pasas mal tú tampoco..

ángel,
seguro que más cosas hay que nos unan.

furacán,
a estas alturas, tendrás toda Galicia como índice de recuerdos, no?

misstake,
si no hay palabras habrá que hacer más fotos.

ser13gio dijo...

Gran entrada. Para mí viajar tiene las tres clásicas fases del antes, durante y después. En la anterior me gusta leer, soñar cómo será de verdad, conocer algo de su historia, pero no planear casi nada de antemano; el durante es pura exploración, me olvido de casi todo en mi vida y sólo hay el ahora, me encanta; el momento después, suele dejarme vacío, no me apetece revivirlo ni recordarlo, tiene que pasar un tiempo para que lo aprecie, quizá porque aunque me gusta estar en casa, algo de mala leche me entra por volver a la rutina.

Pocas cosas considero que se puedan hacer mejor en la vida que viajar, por todo lo que supone y que tan bien relatas.
s

yomordiakofiannan dijo...

muchas gracias s, viniendo de ti es un gran halago. La verdad es que en el bolsillo de esta pareja se va de lujo, y no paran de soñar con nuevos destinos.

Jetlag-Man dijo...

Que le den a la tranquilidad del entorno. Yo sigo disfrutando algunas cosas, pero reconozco que viajar en los libros no pierde maletas, ni hay atrasos, ni colas, ni te desnudan siete veces para lo mismo. Bonita entrada.

Jetlag-Man dijo...

Olvidaba mencionar que muchos viajes son interesantes, pero cuando vas muchas veces a países que no te gustan nada -y solo- es un castigo. Desde octubre sólo viajo por Asia/pacífico, así que sólo me interesan Japón, NZ y Australia (ya está bien de tercer mundo y moros -sin acritud-).