noches de cine

Aprovechando el carné de universitario que dejé de ser hace ya ocho años, esta semana he ido al cine, sintiéndome menos bobo al entrar con descuento, porque estoy en un grupo etario que de nada se beneficia. Ni por menor de 18 ni por mayor de 65, ni por familia numerosa ni por huérfano. Ni por estudiante ni por currante en según qué cosas.

Así que he ido a apoyar dos películas europeas. Aparentemente muy distintas pero con algo muy parecido en sus planteamientos.

Amateurs, española, protagonista francesa, actores españoles no profesionales. Pocas palabras. Sin música que adorne. Habitantes de ese otro mundo que convive con nosotros en la misma ciudad. Un capataz, de Vallecas, próximo a su jubilación a pesar de no haber transmitido su saber, se siente vacío. Una chica marsellesa, que sueña con terminar la maratón, acaba de quedarse huérfana. Entre los recuerdos de su madre encuentra la dirección de quien puede ser su padre. Se plantea la cuestión, ¿hasta dónde podemos llegar para no estar solos?

A pesar de situarse la acción en un barrio de Madrid los exteriores, aunque no reconocibles, están rodados en Salamanca. La ciudad también aparece en otros guiños que hace el director y guionista charro.

Para cinéfilos, Gabriel Velázquez es compañero de Chema de la Peña, ambos rodaron Sud Express, y el primero debutó en el largo con Shacky Carmine, en la cual el que aquí escribe tuvo sus tres segundos de gloria y se ganó el primer sueldo de su vida, cinco mil pesetillas de entonces y un bocata.

La ola, alemana, coral, buenas interpretaciones, música estridente que acompaña, planos cortos y buen montaje. Un profesor de instituto, ex-okupa, lanza una pregunta al aire en la semana de proyectos. Sus alumnos, cuyos padres siquiera vivieron el anterior regimen único, niegan que pudiera nacer otro gobierno totalitario. A lo largo de una semana vemos cómo el experimento crece. Y al final todos veremos de qué seríamos capaces.

Ya lo decía Aristóteles cuando éramos miles de veces menos que ahora. Somos seres sociales. Necesitamos al otro. A todos nos gusta formar parte de un grupo, crecemos, nos sentimos poderosos. Y en el grupo somos más fuertes. ¿en cuántos estamos metidos?

Solo no puedo, con amigos sí decía La Bola de Cristal.

Zoon politikon, pero también homo hominis lupus. Cave hominem.