Cansado tras haber estado encerrado sesenta de las últimas noventa y seis horas, más otras siete en el coche yendo y viniendo camino del trabajo, tras ir a buscar las lámparas empotrables a colocar en nuestro recién estrenado hogar, paso a recoger aquello que tanto llevo esperando. Cuatro meses el cuadro y otros quince días más las manetas de cambio. Y aún no está terminada, faltan el sillín (nadie sabe dónde está el que aparece en catálogo) y las fundas que cable, que pondré cuando ajuste todas las medidas y sepa cuánto cortar, y el cuentakilómetros, cierres de ruedas, portabidones, etc etc
Antes de llegar a casa tenía cita con el fisio, tres semanas después del IM, con apenas cuatro entrenamientos y un triple olímpico mientras tanto, aún tenía recuerdos en mis gemelos y cuádriceps. Dolió desprenderme de ellos, pero después me sentía más ligero.
En casa todavía me esperaba otro rato largo de ajustes, no contaba con los dos diminutos tornillos en la trasera de la vaina que disponen el ajuste de la rueda con su curvatura receptora en el cuadro, tras un rato girando en uno y otro sentido dichos tornillos , creo que hayé la distancia óptima. Cuando conseguí esto A. me llamó para comer, después me quedé dormido. Me despertó para decirme que se iba a la peluquería, preguntando si no tenía ganas de estrenarla. Estoy cansado, le dije. Mejor, me contestó, así te das la vuelta más corta, se trata de irse haciendo a ella poco a poco.
Me disfracé como en otras ocasiones y escogí una carretera llana y tranquila. Salir de la ciudad se demoró más que de costumbre porque aún no me he hecho a manejar este nuevo manillar. Cogí la antigua nacional, estiré los brazos y miré al frente, buenas sensaciones dando pedales, bonito sonido el conjunto cuadro-ruedas e inesperado dolor de hombros cada diez minutos acoplado. Poco a poco intentaba mantenerme más tiempo en la postura aero, haciendo girar el plato grande, probando los cambios y la compatibilidad entre marcas italiana, japonesa y americana cuando en un instante se deshinchó la rueda trasera.
Hacía buen día, pero estaba a unos veintidos kilómetros de casa. La llamé y aún le estaban lavando la cabeza, aún le quedaría una hora larga de peluquería. Me quité el casco, puse la cabra a pastar en el arcén primaveral y me tumbé en el suelo a tomar el sol. A mi padre no iba a llamarlo, aún no ha superado que abandonara mi primer y colorido CAAD3 por la siniestra Kuota, así que no iba a arriesgarme a que me encontrara con otra compañía. Debió invadirme un microsueño, porque cuando abrí de nuevo los ojos una nube negra se cernía sobre mi. Llamé a otros amigos, pero estaban trabajando aún. Así que me descalcé y empecé a caminar hacia el pueblo más cercano, unos setecientos metros, si el trueno que oía a lo lejos traía lluvia, por lo menos que me encontrara a cubierto hasta que viniera a rescatarme la bien peiná.
Me acordé de que una amiga era de un pueblo de la zona. Normalmente trabaja y vive a sesenta kilómetros de allí, pero probaría suerte, por lo menos la llamada me haría pasar el rato. Qué suerte la mía, estaba visitando a sus padres, a los cinco minutos de montarme en el coche comenzó una tímida lluvia.
Aquí están algunas fotos de la recién llegada, no las pondré de cuerpo entero hasta que no esté terminada. Espero que nos acoplemos bien cuanto antes y que lleguemos lejos.
Me disfracé como en otras ocasiones y escogí una carretera llana y tranquila. Salir de la ciudad se demoró más que de costumbre porque aún no me he hecho a manejar este nuevo manillar. Cogí la antigua nacional, estiré los brazos y miré al frente, buenas sensaciones dando pedales, bonito sonido el conjunto cuadro-ruedas e inesperado dolor de hombros cada diez minutos acoplado. Poco a poco intentaba mantenerme más tiempo en la postura aero, haciendo girar el plato grande, probando los cambios y la compatibilidad entre marcas italiana, japonesa y americana cuando en un instante se deshinchó la rueda trasera.
Hacía buen día, pero estaba a unos veintidos kilómetros de casa. La llamé y aún le estaban lavando la cabeza, aún le quedaría una hora larga de peluquería. Me quité el casco, puse la cabra a pastar en el arcén primaveral y me tumbé en el suelo a tomar el sol. A mi padre no iba a llamarlo, aún no ha superado que abandonara mi primer y colorido CAAD3 por la siniestra Kuota, así que no iba a arriesgarme a que me encontrara con otra compañía. Debió invadirme un microsueño, porque cuando abrí de nuevo los ojos una nube negra se cernía sobre mi. Llamé a otros amigos, pero estaban trabajando aún. Así que me descalcé y empecé a caminar hacia el pueblo más cercano, unos setecientos metros, si el trueno que oía a lo lejos traía lluvia, por lo menos que me encontrara a cubierto hasta que viniera a rescatarme la bien peiná.
Me acordé de que una amiga era de un pueblo de la zona. Normalmente trabaja y vive a sesenta kilómetros de allí, pero probaría suerte, por lo menos la llamada me haría pasar el rato. Qué suerte la mía, estaba visitando a sus padres, a los cinco minutos de montarme en el coche comenzó una tímida lluvia.
Aquí están algunas fotos de la recién llegada, no las pondré de cuerpo entero hasta que no esté terminada. Espero que nos acoplemos bien cuanto antes y que lleguemos lejos.
2 comentarios:
ENHORABUENA!!!! Y lo he puesto con mayúsculas a propósito. Tu nueva "compañera" es una purasangre, así que no esperarías que se dejase domar de buenas a primeras, no? jejeje. ¡Que la disfrutes! Además así ya puedes contar "batallitas" vividas con ellas desde el primer día. Por cierto, para otro día, anota mi teléfono, que yo trabajo no muy lejos.
Solo te puedo decir que estas son unas pedazos de hembras en toda regla. Felicidades por esta nueva montura y muchos muchos Kms. de disfrute. Durante muchos años fui bastante reacio a eso del carbono, pero he de decir, que es otro material.
PD: Hasta en los frenos coincidimos!
Publicar un comentario