domingo, 28 de noviembre de 2010

furacaneando

Final feliz a una semana sin días laborales.

Tercera competición en tres domingos consecutivos: B/SS, Ruéu del Jálama y esta mañana el Cross de Cabrerizos. Mucho frío, tanto que el pulsómetro se negó a funcionar, abandonando la huelga nada más llegar  a casa y ponerme a hacer rodillo. Recuerdo que la primera vez que corrí por aquí, hace muchos años, no más de 60 personas tomaban la salida. Hoy he quedado el 65 de más de quinientos, llegados no sólo de Salamanca.

cero grados de temperatura y muchos grados de cuesta final...

Salgo mal, pero son 9km justos y me digo que cuando queda poco más o menos es cuando empiezo a apretar en los triatlones, así que decido ir fuerte. No soy atleta ni sé correr con gente, así que si podía, simplemente me iba. Y me ha ido bien, remontando puestos en un continuo sube y baja. Tras estas tres citas vuelven de nuevo los tiempos tranquilos, de no madrugar y descansos ordenados.

 qué sonrisa se queda cuando se ha disfrutado...
La semana empezaba con la primera tragedia shakesperiana, esa donde un general victorioso pero caído en desgracia con el nuevo emperador y su esposa ofrece, los hijos de ésta como banquete en venganza por las ofensas sufridas. Asistimos a la representación de pie, a cambio picoteo de Mugaritz. Fue el interesante Titus Andronicus, de la Fura dels Baus. 


Lleno de energía con tal menú marchamos a Gijón, donde por las mañanas entrenaba a la orilla del mar y por las tardes teníamos sesión triple de su fantástico Festival de Cine.  Películas curiosas, tal vez pronto se estrene La mitad de Oscar, que no os recomiendo, o el premio al mejor guión, Der Räuber, la historia  real de un atracador de bancos que entrena en la prisión donde está cumpliendo condena. Y de ahí saldrá listo para batir el record austríaco en maratón, disciplina que combina con su otra afición de robar bancos. No simpatizo mucho con un protagonista psicópata con sólo dos cosas en mente, correr y robar. Entre las nueve vistas, tal vez destacar The freebie, con una interesante reflexión sobre la pareja. Y entre película y película han caído un par de libros.
 éstas tan sólo son  mis entradas

Y de vuelta a casa pasamos por León y el MUSAC, donde sacamos alguna foto curiosa y aumentó mi duda sobre qué es arte...


Esta mañana el cross de Cabrerizos con el que abría la entrada y después comida con Espe y paseo turístico por la ciudad adoptiva de A.
Con semanas como ésta no estaría mal que en vez de siete días las semanas durasen treinta días.

Mañana vuelta a la realidad. Y gracias.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

nacer

Se nace cuando se puede. Cuando la vida tiene a bien darte una, u otra, oportunidad.

La primera vez que naces apenas lo aprecias, casi se estaba más agusto con el medio controlado y las necesidades cubiertas. El nuevo ambiente parece hostil y hay que pedir las cosas, aunque afortunadamente no falte quien esté ahí para satisfacer la más mínima necesidad.

Las sucesivas veces que naces tampoco las eliges, aunque ahora realmente las aprecias y agradeces. En el momento quizás lamentes la mala suerte que te ha llevado ahí, pero enseguida aprecias la fortuna de seguir en pie en este mundo.

Nací por primera vez hace treinta y cuatro años, cuatro meses y quince días. Entre otras volví a nacer hace cinco meses. Caída tonta que cada vez que la pienso me parece más seria.

Hace seis meses y un día nació la de la foto. Julia. Nuestra sobrina. Espero que sepa apreciar el regalo que tiene, tenemos, todos los que estamos aquí.


Qué suerte que justo a mi me haya tocado ser yo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

terra ignota

A veces, el gps no muestra más que una línea verde a seguir y nada más. Como si no existiera nada más, un inmenso vacío amarillo. Es la terra ignota. Si miro por la ventanilla veré sucederse miles de robles y castaños de hoja amarillenta, pero detrás de la primera línea del bosque sus secretos están a salvo.


Y terra ignota era para mi correr por el monte. Así que para iniciarme nada mejor que hacerlo a la par que una clásica que nacía, los Jaramugos fueron los padrinos de ambos. Como buena Jaramugada sólo conocíamos dónde empezaba, San Martín de Trevejo, pueblo de la sierra cacereña donde se habla la fala, rama del Galaico-Portugués que aquí perdura desde tiempos de la romanización...


Once atletas, un ciclista y Curro asistimos a la llamada. Unos de pelo corto, otros de pelo largo, unos abrigados, otros con camiseta de algodón, unos novatos, otros veteranos, pero todos con algo en común, las ganas de disfrutar del tercer domingo de noviembre.


Para empezar a ascender primero hay que conocer los orígenes. Una antigua calzada romana, la parte más dura del recorrido nos daba la bienvenida. Más adelante miles de hojas se encargarían de alfombrarla, mientras centenarios árboles nos animaban.


A pesar del reagrupamiento pronto quedaron formados varios grupos. Yo me dejé llevar por los que abrían camino, pero eso no significaba que lo conocieran. Como handicap por andar más, a los cuatro primeros nos acompañaba un incansable demonio de pelo negro que iba delante y atrás haciéndonos trastabillar y meter el pie donde no debíamos.

tengo que preguntarle a su dueña que es lo que le da para desayunar

El plan era fácil, subir el monte y luego rodearlo brevemente para volver al pueblo a comer. Veinticuatro kilómetros escasos eran lo previsto. ¿Pero qué es lo que tenemos previsto? Una Jaramugada es como la vida. Sabes dónde empiezas, pero no dónde acabas y aunque te deje satisfecho siempre quieres más. Calzada romana, asfalto, rocas gordas, piedras sueltas, hierba, sendas anchas, caminos que se hacen al andar, casas rurales que atravesar por el jardín y puertas a saltar... todo es posible en un Jaramugada.




Al final las vacas nos confundieron y aparecimos en Hoyos. A veinte kilómetros del lugar de partida y, también, de destino. Duro destino. Como novato había cargado con todo el equipo, ropa para contingencia y comida que no usé y también el bendito móvil. Una llamada y todo solucionado. A veces me pasa que por las mañanas tengo un compromiso, una carrera, una cita, y pongo el despertador pero me despierto sin ayuda unos minutos antes. Aquí ocurrió algo parecido.  Yo estaba programado para 24 kilómetros. No más. Fue alcanzarlos y ser alcanzado por el bajón. Y los más valientes decidieron tirar hasta que nos encontraran... puerto arriba, y si los hubiéramos dejado la media maratón del Jálama se hubiera convertido en entera.


Solo (que ya no se acentúa) caminé en este descenso. Estoy muy contento de haber aguantado el ritmo, dónde únicamente me vi limitado en las subidas pronunciadas y aunque en las bajadas me viera desbocado estos locos aún me adelantaban. Tengo mucho que aprender pero fue un buen comienzo.


Al final estirar y prepararse para la próxima. Parece que mis piernas ya la han olvidado, pero yo no.  Hoy he  trotado más rápido por el carril bici pero iba pensando en otros paisajes. Ha  sido una jornada preciosa. Ganó Curro, en espera de que pase el control antidoping, porque su exhibición no fue humana.

 Los totems del tobillo cumplieron su función protectora. Por dos veces aterricé mal pero los ligamentos estabilizaron la articulación y no pasó a mayores. Una ampolla explotó tan rápido como nació, como un fuego de artificio y otro par de ellas aún sobreviven. Mis delicados pies tienen que madurar, pero van por buen camino.


 Hasta el pastor de las cabras corredoras se perdió, y eso que llevaba gps...


domingo, 21 de noviembre de 2010

Sólo el que ensaya lo absurdo es capaz de conquistar lo imposible


En eso estamos.

cita: don Miguel de Unamuno y Jugo

viernes, 19 de noviembre de 2010

solución al número anterior

Parece ser que no todos habéis podido encontrar todos los significantes en la sopa de letras de mi tobillo. He aquí el diseño original, aunque como el tatuaje es un arte vivo, mutó antes de trasladarse a la piel.




Aquí un Taniwha para colgar del cuello, es frecuente encontrarlos en Nueva Zelanda. En el hecho con tinta puede verse cómo los dos laterales forman el rostro de otro. Entre ambos, dos eslabones de cadena.



 Aquí está el tiburón martillo jugueteando con la manta, o raya, arriba a la izquierda.


El Koru es el helecho al nacer, antes de desperezarse. El colgante se lo trajo A de recuerdo de nuestro viaje a las antípodas. En el tatuaje se ven varias volutas que asemejan al koru.



 Y la tortugA, con el hibiscus. Debajo los dientes de tiburón.


Y finalmente el Tiki, insuflando vida. Recuerdos de Taupo y las dos imágenes que nos guardan el sueño, estos son Hei tikis





jueves, 18 de noviembre de 2010

mi pequeña historia

Mi pequeña historia circunvala mi tobillo. Así puede empezar a leerse donde se desee y no deja huecos abiertos.

El diseño anterior, de elección puramente estética, se ha transformado en un  taniwha, una critatura poderosa con características del aire (cabeza de pájaro), tierra (cuerpo de hombre) y agua (cola de pez). Sostiene un
tridente, que ha resultado ser muy parecido al de un habitante de Timanfaya...

Para guardar la simetría, otro taniwha en el otro lado forma con el primero la cara de un gran taniwha que mira hacia atrás protegiendo mi espaldas.

Entre los dos taniwhas hay un tatuaje que todos habéis tenido alguna vez, dos eslabones de cadena...

En el lado derecho, igual que los traídos de NZ que ahora reposan sobre el cabecero de nuestra cama, un tiki mira hacia delante para protegerme de lo que de allí venga. La mano del tiki es protectora, casi como hago yo en mi trabajo. El tiki está insuflando vida, viento, que se transforma en una triple espiral en movimiento...


Hay olas por debajo y una cadena de dientes de tiburón que refleja adaptabilidad y símbolo de protección del mar. Por encima, motivos koru, la hoja nueva del  helecho que  se extiende para alcanzar la luz, esforzándose para tener perfección y fomentando nuevo crecimiento. Representa el desarrollo de una nueva vida, con la esperanza del futuro, pero también la necesidad de esfuerzo para lograr crecimiento y perfección.

El tiburón martillo quiere representar determinación, fuerza y tenacidad, con motivos que simbolizan velocidad. A la izquierda y arriba del tiburón, una manta  representa libertad y elegancia. Parecida a la que me encontré entrenando la natación en mi primer IM LZ.

La tortuga representa la familia, su caparazón está formado por la flor del hibiscus con las connotaciones que ya conocéis y la letra A, sin el punto...


La casualidad ha querido que haya once dientes de tiburón, los mismos que el número de triatlones 226  en los que he participado, o los años que hace que conocí a la del caparazón de la tortuga, o los mismos dientes de la corona pequeña del piñón de los días de volar...

miércoles, 17 de noviembre de 2010

me duelen los ojos

He dudado si debía poner el parental advidsory al iniciar esta entrada. Que tengo un vicio es ya sabido, y los vicios son lo que tienen, que a veces sientan mal. Y me duelen los ojos de ver lo que veo. Afortunadamente, los habituales que pasamos por los lugares comunes dejamos caer algún acento o alguna errata, que no considero falta. Escribir bien dice mucho de nosotros, aunque pueda costar un poco (darle al corrector ortográfico, preguntar a quien tengamos cerca o consultarlo en la RAE, bien online bien en papel ) causa  mucho placer en quien nos lee, por lo menos no daña los ojos. 




En apenas una hora he encontrado esto que veis. Desgraciadamente hallar algunos comentarios en el FB, blogs o foros es moneda habitual y suele ofrecerme una paupérrima imagen de quien firma, pero encontrármelo en el escaparate de una agencia de viajes, retirado tras advertencia de A. o en el esperado libro de J. Sáez (que contiene otras tres igual de gordas) me hace pensar en el fin del mundo. Quizás soy un exagerado, o un esnob. Pero me hace daño en los ojos.

martes, 16 de noviembre de 2010

zumbidos

Llevaba tiempo pensándolo pero necesitaba una excusa. Mi primer tatuaje lleva en el tobillo derecho desde el veinte de septiembre de 2002. Aún recuerdo el zumbido de la máquina y el dolor cuando empezó a perforar la zona por debajo del maleolo. Pero tenía ganas de ampliarlo y como estos días he estado enclaustrado, con nada de agua y poco sudor, decidí volver a tatuarme saliente de guardia, pues la mañana no la iba a utilizar estudiando.

Los días previos fueron de medidas, de buscar una historia y un diseño que aprovechara el anterior. Al final el resultado ha sido un poco fruto de la casualidad, pero satisfactorio. Acudí al mismo tatuador que la vez anterior aunque esta vez había cambiado de local.

Los puristas dirán que he hecho trampas. Que me he dopado. Tengo pendiente una entrada sobre el dolor, pero en este caso no lo veía necesario. He usado lidocaína tópica. La apliqué dos horas antes de la operación aunque resultó que la hora de la cita se demoró más de una hora por cambios de diseño en el último momento, por eso durante la primera mitad de las dos horas y media largas apenas me enteré, aunque progresivamente empecé a sentirlo.

Reconozco que el propio olor del desinfectante de la consulta del odontólogo ya me revuelve por dentro. Incluso a veces he asistido a un teatro donde olía igual y se repitió la sensación desagradable aunque el entorno fuera todo lo contrario. Las horas previas no se puede evitar que los nervios te atrapen, y cuando estás en la camilla mientras prepara el material ya no hay vuelta atrás. Ves cómo carga las agujas, la máquina de 7 agujas en forma de pincel y la de 9 en forma de brocha, cómo se llena el pequeño taponcito con apenas un par de mililitros de tinta negra. Todo el material dispuesto por el estudio.

Ponte cómodo, ponte así, relájate.


Parece fácil. Pero se hace largo. Y el zumbido se mete hasta dentro. La máquina ancha duele más que la fina, y también zumba más. Cuando se acercaba el zumbido anticipaba el dolor. Igual que en el sillón del dentista.

Apenas dura ya el edema de tobillo, de 21cm de perímetro pasé a 24cm, pero sólo molestó las primeras 24 horas. Al día siguiente ya estaba corriendo. Sigo protegiéndolo con crema y va cicatrizando bien.


Entre la lista de zumbidos desagradables, aparte de los que produce el dentista,  también está el del mosquito en la oscuridad de la noche. El único zumbido que me gusta es el de las ruedas de perfil, pero creo que el tobillo ha quedado bonito.

domingo, 14 de noviembre de 2010

nervios

Este fin de semana se han mezclado nervios y lluvia. Hay muchas clases, no me gustan, pero nos hacen sentir vivos. Un par de semanas nervioso, cambiando los horarios y las actividades habituales. Pasando horas sentado en la sillla como hacía tiempo que no hacía, estudiando conceptos que no me motivaban. Porque una cosa es estudiar pensando en su aplicación posterior en tu trabajo y otra leyes y conceptos más abstractos.  Me volvieron a salir los granos de cuando era estudiante y me subía por las paredes por hacer cosas pero la ansiedad de dedicar todo el tiempo posible a lo importante me limitaba. Y por fin llegó el día.

Antes de una carrera das vueltas en la cama. La planificas, piensas el recorrido. Antes de un examen también, repasas conceptos y das la luz para afianzar los número cuando dudas al repetirlos en la cabeza. En ambos visitas más el baño de lo que es costumbre y tienes ganas de que empiece enseguida para acabarlo cuanto antes, o no.


El examen, contento. No lo hubiera realizado mejor aún teniendo los apuntes sobre la mesa. Preguntaron lo que no esperaba, incluso una ley aprobada hace apenas un mes. Y lo preguntaron como no lo esperaba. Nadie está contento, yo sí. Estudié como creía que debía hacerlo e hice el examen lo mejor que pude. Tengo la conciencia tranquila. Mucha gente abandonó a los 10'. No creo que sea un examen honesto ni que no haya habido filtraciones. Es más, la forma de evaluarnos no me parece justa, pero si ha habido ética y todo el mundo se ha enfrentado al examen en igualdad, no creo que lo haya hecho tan mal, no será de diez, pero sí de más de 5, y con aprobarlo podré incluir los méritos que serán el 60% de la puntuación total.

Después del examen, paz. Los demás, desasosiego, decepción , frustración.

Rumbo a Donosti. La buena temperatura parece desmentir todas las predicciones de lluvia para el día siguiente. Recogida de dorsales en el Kursaal. Feria y bolsa del corredor escueta, mucho francés y catalán. Muchas quejas, igual que en el foro de la propia carrera, pero nadie se pierde esta carrera. La gente no sabe lo que tiene, ni lo que quiere. A mi me encanta.

Este año me toca ir de pie en el tren. En apenas 4 metros cuadrados me encuentro a Manolo, que ha venido de Gran Canaria ex profeso para participar, y a Javier, asentado en BCN tras su periplo en la India. Si fuera el revisor del tren no sé cuántos más conocidos encontraría.

Toca entregar la bolsa en el guardarropa una hora antes de tomar la salida. Una bolsa de basura me protege de la incipiente lluvia. Tomo un café. Caliento. Estiro. Hago movilidad. Me acerco a mi cajón de salida y la música a todo volumen ya me hace vibrar. Dos grandes pantallas muestran a los patinadores tomar la salida. Entrevistan a populares, a saharahuis pidiendo apoyo para su causa. Me pongo una pegatina de SOS Sahara, pero dura poco, lamentablemente no veo entrar ninguna en meta.

Cuando queda poco más de media hora entro en el cajón de mi grupo. Con otros cuantos, me pongo a dar vueltas en círculo alrededor de la mediana. Poco a poco la vuelta es cada vez más corta y me quedo ya quieto cerca de la línea de salida, guardando el puesto. Suena Héroes del Silencio, la gente la canta. Nadie está quieto, revisan pulsómetros, cordones, medias. Empiezan a volar camisetas y chubasqueros por encima de las cabezas. Ahora atrona We'll rock you. Salen los pros y parte de los dorsales verdes. Los demás empezamos a caminar hacia la línea de salida donde está la alfombra que lee el chip. Me veo en la pantalla grande. Empiezan a contar hacia atrás. Toca en euskera. Lau, iru, bi, bat... aprieto start.

Salimos desbocados. Bolardos de plástico y mediana en mitad de la carretera. No estaban ahí hace dos años. La carretera es más estrecha que antes y no se puede ir por la acera. Cuatrocientos metros hasta que se puede ir medianamente agusto. Ha empezado a llover tímidamente. Pero la gente, la clave de esta carrera está ahí, tan fija como las cuestas a las que nos vamos a enfrentar.

Hoy cambio la forma de competir. Pruebo a correr por ritmos. Intento mantenerlos. Voy cómodo. Realmente van coincidiendo con los pulsos que antes me guiaban. Me acuerdo de la carrera y voy colocándome según sean las curvas. Voy contento. Jesús está conmigo. Coronando el kilómetro cuatro lo adelanto. Un hombre de casi cincuenta años. Con barba y corona de espinas. Va vestido con una corta tela blanca a modo de taparrabos y una pulsera en el tobillo sostiene el chip. Va sin camiseta. Y descalzo. Se lleva los ánimos de todo el mundo.


Mucho triatleta. Disimulado o evidente. Y se empieza a ver gente del mundo de los trails. Parece mentira, pero voy concentrado en la carrera y fijándome en la gente que me acompaña. Ellos van con zancada elegante,  sé que yo no, pero vamos al mismo ritmo. Cada vez empieza a llover más. Pero las cuestas siguen. Y la gente también. Con paraguas siguen animando. Aurrera, Oso ondo, gora, aupa. Si eres neska te animan más. Tengo sensación de ir rápido, pero sólo adelanto, apenas, en las cuestas. Tengo miedo de pasarme y quedarme. El pulso no se dispara, tengo sensación de poder dar más pero desconozco cuánto, así que me quedo conservador y empiezo a pensar en el tiempo final.

No sé por qué, pero  pensaba que en la última Behobia hace dos años mi marca era de 1h21'40". Esa era la marca a batir. Para ello debía llevar un ritmo de 4'/km, conseguido el año pasado, en carreras llanas, y secas.

Paso por el quinto kilómetro en 19'48". Justo y quedan las dos peores subidas. Por el ecuador de la prueba el crono marca 43'25". Quizás en las bajadas logre rascar algunos segundos si además consigo mantener el ritmo. Os invito a leer la crónica del 2008, porque con lluvia y adelantando gente, esta es un calco de la anterior. No cojo agua, pero no dejo de chocar manos si no me tengo que desviar del camino. Sólo miro hacia delante. Aprieto y los ritmos por kilómetro van bajando tímidamente.

Buena señal si no suben las cifras, lo bonito de esto es que no hay nada seguro y que cada logro hay que lucharlo, y continuo apretando los dientes. Decido conservar hasta la última bajada y darlo todo en los últimos dos kilómetros. Batir la marca anterior está ahí.

Llego al puerto de Pasajes en casi una hora. Quedan poco más de cinco kilómetros, voy fresco y empiezo a pasar más gente de lo habitual a pesar de que todos tienen buena planta. Tengo libertad al final y decido apretar. Sale bien. En llano alcanzo ritmos de serie. Curva a la izquierda. empieza ese kilómetro y pico de cuesta interminable y la gente no deja de animar. Alguno incluso me anima por mi nombre. Aprieto más los dientes y sólo me fijo en los cinco metros por delante, buscando el hueco por donde meterme. Creo que cada vez llueve más. Acabo de pisar un charco y la zapa derecha hace aguas. Pero sólo pienso en correr. cada vez más deprisa. Estoy aguantando.

Décimoquinto kilómetro en 1h3'9". Puedo bajar de 1h20'. Tengo que mantener el ritmo. Arzak marca la bajada. Se ve el mar. Voy a tope. Sé que puedo ir más rápido pero no sé ir más rápido. Hoy el percherón ha decidido ir a trote rápido. Cada vez es más difícil adelantar gente, se forma un pequeño grupito y me uno a ellos. Quizás un día Ale Martínez dedique una entrada a la mecáncia de fluidos referido a los atletas que adelantan  en carreras multitudinarias. Es curioso cómo avanzamos. Cada vez hay más densidad de atletas y la pista parece más estrecha. Último kilómetro. Varios arcos hinchables y en el último un reloj.

Sé que Ainhoa debía andar por aquí. Pero no la veo. Tampoco me fijo mucho porque sólo tengo una meta, la meta, cuánto antes mejor. Esprinto aún más, puedo. Me sale a 3'33" el último kilómetro para rebajar unos segundos la hora diecinueve.

Estoy muy contento. Paro el crono. Entrego el chip. Cojo un poco de fruta y voy corriendo al lugar donde he quedado con A. La espero 40'. No me ha visto pasar. No hay foto. Esperando me doy cuenta de que llueve de verdad, y hace fresco. No lo había sentido corriendo.

Me echo una carrera hasta el hotel. Un detalle que dejen usar la habitación para ducharse a los corredores. Coincido al subir en el ascensor con uno. Contamos las batallitas que dan de sí siete pisos. Al bajar en el ascensor coincido con otro triatleta. 


Al final ha quedado una crónica muy larga, pero ha sido una semana y una carrera muy intensa. A ver qué tal salió el examen. Ah, y la marca a batir no era 1h21', sino 1h23'07"...

El salmantino Rafael Iglesias batió a Chema Martínez, pero lamentablemente otro compañero y su familia no han acabado igual de bien. A 300mts de meta ha fallecido. Un abrazo a los suyos.