Ha salido el Sol, ya hacemos sombra, y las calles se pueblan de gente enseñando sus vírgenes pieles ante la luz, como yo haré pasado mañana a muchos kilómetros de aquí. Ya se ven más ciclistas poblando las carreteras, y los que hemos estado guardándolas durante el frío nos preguntamos si tenemos algún derecho más que el que marquen nuestras piernas curtidas, aunque hay quienes aprovechan bien el rodillo y otros infernales inventos para sufrir a cubierto.
Parece una contradicción, pero cuantas más cosas intentamos hacer más nos cunde el tiempo aunque siempre nos quejemos de que no vendan días de veintisiete horas o semanas de nueve días. Estos dos días me he levantado tarde, he desayunado con calma, he ido a hacer las compras de última hora, he inventado deliciosas recetas con el fin de vaciar el frigorífico de perecederos y apenas me ha dado tiempo a hacer dos sesiones de bici y una de natación, es más, ayer ni siquiera buceé en la red.
Y qué más me dan los foros, y las noticias, si la calle está llena de alegría. La temperatura es benigna, anochece más tarde y hay mil cosas que hacer fuera de casa y que el invierno escondía detrás de las cortinas.
Ya he limpiado la bici, el mecánico ha repasado su funcionamiento y ya duerme en su maleta. No tengo más remedio que ir rápido en Port Elizabeth, más rápido que la sombra que abre este post. No voy a frenar porque me he quedado sin zapatas de freno, no sé cómo, ni cuándo, pero de repente hoy no tenía zapatas de freno. Seguro que más de uno deseaba que esto sucediese para que aprenda de una vez a negociar curvas y bajadas, pero aunque no me gusta cambiar las cosas a última hora intentaré algún arreglo mañana si es que pensar en ello retrasa mi sueño.
El lunes volverá la lluvia a este lugar, pero hoy el Sol ha dejado su firma en mis brazos y gemelos, y la ciudad se ha vestido de luz para que la lleve bien bonita en la distancia.
Parece una contradicción, pero cuantas más cosas intentamos hacer más nos cunde el tiempo aunque siempre nos quejemos de que no vendan días de veintisiete horas o semanas de nueve días. Estos dos días me he levantado tarde, he desayunado con calma, he ido a hacer las compras de última hora, he inventado deliciosas recetas con el fin de vaciar el frigorífico de perecederos y apenas me ha dado tiempo a hacer dos sesiones de bici y una de natación, es más, ayer ni siquiera buceé en la red.
Y qué más me dan los foros, y las noticias, si la calle está llena de alegría. La temperatura es benigna, anochece más tarde y hay mil cosas que hacer fuera de casa y que el invierno escondía detrás de las cortinas.
Ya he limpiado la bici, el mecánico ha repasado su funcionamiento y ya duerme en su maleta. No tengo más remedio que ir rápido en Port Elizabeth, más rápido que la sombra que abre este post. No voy a frenar porque me he quedado sin zapatas de freno, no sé cómo, ni cuándo, pero de repente hoy no tenía zapatas de freno. Seguro que más de uno deseaba que esto sucediese para que aprenda de una vez a negociar curvas y bajadas, pero aunque no me gusta cambiar las cosas a última hora intentaré algún arreglo mañana si es que pensar en ello retrasa mi sueño.
El lunes volverá la lluvia a este lugar, pero hoy el Sol ha dejado su firma en mis brazos y gemelos, y la ciudad se ha vestido de luz para que la lleve bien bonita en la distancia.
no hay alegría más alegre que el prólogo de la alegría (Benedetti)
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