Es lo oye al otro lado del teléfono Paul. Es civil, conductor de camiones. No tiene uniforme ni blindados. Está en Iraq ganándose la vida. Igual que lo intenta la población nativa. La que no diferencia entre unos extranjeros y otros. Buscan dinero, publicidad, poder ganarse la vida.
Nos hemos acostumbrado a que un país se erija como policía del mundo, aunque luego pasen la factura y crean que tienen derecho a interferir en la política de los demás países según convenga a sus intereses económicos o estratégicos. Escribo desde Europa Occidental, aunque no esté de acuerdo con ellos, me interesa que sean los buenos, porque así están de mi lado. A pesar de que lleven toda la vida bombardeándome con su cultura... Aunque no se sepa quién gobierna allí, si las grandes corporaciones empresariales o un poder secreto. Es curioso que el país que intenta sembrar la democracia por todo el mundo elija a un gobernante con las elecciones amañadas o con gran abstención de su población.
A Paul le han atacado. Le han disparado, metido dentro de un ataud de madera y enterrado. Cuando despierte verá que únicamente conserva su ropa, una navaja, un mechero y que le han dejado una blackberry programada en árabe. Una voz con fuerte acento le dice que tiene aire para 90', lo que dura la película, en la que a veces no se ve más que oscuridad o leves destellos, y aún así es una película, no una obra radiofónica. En la oscuridad de la sala de cine, quieto en la butaca, con la tensión, compartes un poco su calvario por intentar salir.
Un sólo personaje, un ataud y un móvil, al otro lado del cual descubrirá las motivaciones de sus secuestradores y rescatadores, de la burocracia y los subterfugios legales que los grandes tienen para quitárselo todo a los pequeños. Dan ganas de meterlos a todos en el mismo saco, perdón, ataud.
¡me rindo!
No voy a comentar más para no sacar a la luz al enterrado. Muchos no querréis verla por la sensación de angustia, si queréis sentir angustia de otro tipo os recomiendo otra película. Una persona que no sabe lo que quiere y se dedica a buscar algo que la llene con todo el arsenal económico del que es capaz. Tres países, uno del llamado primer mundo donde intentará integrarse en su cultura y otros dos donde irá a descansar, sin preocuparse de aprender la lengua o las costumbres. Por lo menos la chica lo intenta y ese es un punto a su favor, sólo un punto por debajo de ser una historia totalmente inane. Por el salario del que enseñó a montar en bici a la protagonista y el coste del catering, el salmantino Rodrigo Cortés borda la película, la de verdad. Y Concursante os la veis en casa, también recomendable del mismo autor.
5 comentarios:
Nos la apuntamos a ver que tal resulta. Gracias por los consejos.
Un saludo
Me la apunto. Estuvo apunto de caer este finde, pero al final ganó un silencioso Cloney de retiro espíritual en un pueblecito.
Aunque fuera de lugar y con retraso:
Enhorabuena por ese pedazo de Maratón, y sobre todo, porque al final no saltó ningún tornillo.
A la primera le tengo ganas. La segunda la están poniendo en el pueblo. Iba a verla ayer -por colaborar más que nada, para que no acaben cerrando el cine- aunque sabía que la película me iba a gustar poco o nada. Al final me dio pereza. Mi próxima entrada también dedicada al maravilloso mundo del doping.
Enhorabuena por el maratón berlines, cita obligada para el que suscribe.
De las pelis, la primera estoy para verla esta misma semana.
La segunda, ni con solomillos sospechosos.
ángel,
una cámara, un actor y un ataúd. Y te mantiene en la butaca.
jesús,
el americano pasó por aquí la semana pasada.
gracias! aún no me creo que llegara entero.
atalanta,
difícil dilema cinematográfico, pero creo que esta vez no te echarán de menos.
muy buena tu entraRDA.
mildo,
y si ves la segunda y se te quitan los siete males??
y si descubres lo que realmente te llena en la vida?
gracias, he puesto el listón alto para mis próximos 42,195kms.
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