Unos días después a veces recuerdo Berlín en blanco y negro. Mucho debe a la negra historia que alli empezó y acabó. También los días grises nos han acompañado. Y de vez en cuando pensamientos grises llamaban a nuestras puertas.
campana en el Estadio Olímpico
Comiendo en un japonés la tele está puesta en silencio. Maki y yakitori casan bien con el duelo L.L. León- Rogers, hasta que aparece Fabian. Una línea de texto en la pantalla atraviesa la pantalla. Apenas acierto a descifrar el nombre de un ciclista español, una gran carrera y la palabra doping. O lo que es lo mismo, hacer trampas, no respetar el código.
estela que recoge el código de Hammurabi en el Pergamonmuseum, original en el Louvre
Muchos son los que teníamos por campeones y van cayendo día tras día. Tres días en España y otros tantos casos más de sospecha. No se puede creer más que en uno mismo, y eso si confiamos en el lugar donde conseguimos lo que nos alimenta. En estos tiempos es posible saber hasta el nombre del animal que está en nuestro plato. Sin embargo nos gusta seguir creyendo en historias de coincidencias y hadas.
aquí están todos los campeones de Berlín 1936
Aquellos que debían ser el espejo donde mirarnos, nuestro orgullo, nuestro modelo, nos desilusionan. A muchos no nos cuesta decir que queremos ser un mejor de nosotros mismos, pero nos gustaba tener a quien seguir y ahora estamos desengañados. ¿Dejarías a lo que más quieres entrar en la escuela donde empezaron los que ahora engañan?
Cúpula del Reichstag, de N.Foster, debajo los parlamentarios alemanes
El mayor problema es que ahora tomen a todos por iguales. Y que la tabla rasa se haga al nivel del que ha caído al suelo. Y no distingamos al duro esforzado del tramposo. Y que se relativice el hecho, y en vez de hacerlo bien se pretenda hacer el mal de mejor manera.
Y la semejanza se puede extender al resto de deportes. Si este lo hace, aquel también. ¿Si estos lo hacen, por qué aquellos otros no?
columnas en el Olympiastadion
Y así puede que se apague la llama de la ilusión, de la superación, de las alegrías de la participación, de las tristezas, menos, cuando las cosas no salen, la luz y que nos guía cada día a ser mejores por nosotros mismos a través del esfuerzo.
el pebetero del Olympiastadion
Y muerta la llama puede que muera el deporte. Hay uno malherido. Hay quienes pueden decir que es problema de un territorio, de un país. Hay quienes dicen que al que no le encuentran es porque no loesaben buscar.
una tumba en Dorotheenstädtischer Friedhof, cerca de la de B. Brecht
Los campos quedarán vacíos y habrá quien quiera llenarlos en post del espectáculo. ¿Qué más da el juego limpio si lo que el pueblo quiere es espectáculo? Si todos hacen lo mismo, dejémoslos hacerlo. Una vez que sepamos de qué va el juego da igual. Ya ocurre en otros deportes. Algunos se quedan por el camino, otros deslumbran mientras están en el camino, pero cuando lo dejan los pasos dados le pasan factura, aunque esto no suele verse.
piscinas del Olympiastadion
Este es el monumento al Holocausto. Dos mil setecientos bloques de hormigón cuya altura va creciendo a la par que su separación disminuye según vamos avanzando en su interior. La interpretación es que al principio los prejuicios son pocos, pero luego van creciendo, creando confusión y no nos dejan ver con claridad. Así puede ocurrir con todo.
Holocaust-Mahnmal
Creo que si queremos seguir creyendo en la limpieza debemos filtrar todo. Que todos y todos los deportes pasen los mismos filtros. A veces donde más se busca es donde más se encuentra y no interesa buscar donde no queremos encontrar. Que los tramposos sean expulsados, no sólo de un deporte sino de toda competición.
Mientras quede una luz habrá esperanza. Que no quede la imagen de que si alguien está limpio es porque todavía no han demostrado lo contrario. Y que no se juzgue fuera de donde se debe a los sospechosos, porque a veces la publicidad antes de tiempo pesa más que la condena y más si ésta no acaba siendo tal.