depuis le Château de Carcasonne

Por la inconsciencia de la adolescencia, o quizàs para abandonar èsta en una clase de rito de iniciaciòn, uno busca retos que le cambiaràn la vida, con màs o menos heridas en el cuerpo y el espìritu, pero que le otorgaràn respeto ante sì mismo en caso de completarlos.

Asì, dirìase que me encuentro en capilla ante la batalla. En chanzas con otros pares sobre el valor llegado el momento de darlo todo uno fantasea y quizàs pueda pecar de fanfarronerìa, pero cuando a lo lejos se insinùe el fragor de la batalla o la dureza de la contienda algunos pueden dar un paso atràs y volver a su còmoda existencia, otros, que tanto miedo tienen de regresar vacìos como de seguir adelante continùan, porque la recompensa està delante, siempre delante, esperando a que vayamos a recogerla.

No se persigue màs conquista que el llegar allì donde se ha fijado la vista, quizàs con muescas necesarias, dolorosas pero para siempre indelebles, que nos recordaràn que un dìa lo conseguimos, que un dìa fuimos capaces.

Que si un dìa rozamos la victoria sobre el enemigo (que no es otro que nosotros mismos bajo mil disfraces), entonces podemos conseguir cualquier cosa.

Que no digan que no lo intenté.