domingo, 31 de julio de 2011

doce más uno, y dos.

Así que estoy, de nuevo, con ganas en la maratón de un ironman. Sonrío a A. y me concentro en mantener el ritmo y pegar sorbitos periódicos a los botellines con gel. Personalmente me gustan los circuitos a tres o cuatro vueltas, los pasos son por lugares conocidos y fijar una meta más cercana hace que la carrera pase antes. Este maratón transcurre por las dos orillas del río, la única subida es la que exige subir a los puentes, pero no son demasiado pronunciadas. Avituallamientos bien dotados y bastante y animado público para lo negro del día. Sigue lloviendo a ratos, no siento frío, y cuando no llueve la temperatura es bastante agradable.


La verdad es que adelanto a bastante gente. Faris debe ir 400mts por detrás de mi en su última vuelta y una de las tres primeras chicas 100 mts detrás del líder en su tercera, es una bobada, pero me anima mantenerlos a los dos siempre a la misma distancia en los giros. Y sigo contento en la segunda vuelta. Primera media maratón en 1h40'.



Los kilómetros van pasando, el ritmo decae hasta uno cómodo de crucero y las tripas funcionan perfectamente, aunque he debido hacer otras dos paradas. A partir de la tercera vuelta me empieza a doler  todo, las rodillas, los tobillos, los isquios e incluso las caderas, aflojo el ritmo pero no camino. Los dolores aparecen y desaparecen, cuando se distraen intento dejarlos atrás apretando el ritmo, pero llega un momento en que la rodilla derecha dice basta. Hacía muchos años que no tenía este dolor y ya lo tenía olvidado, a pesar de que nuestro idilio duró un mes donde nos dedicamos al reposo absoluto. No voy a parar, así que paseamos durante 10-12' y vuelvo a correr hasta que reaparece.



Y puesto que los experimentos hay que hacerlos en las condiciones de laboratorio más parecidas a la realidad decido forzar las tripas, un par de trozos de riquísima tarta de queso con sus correspondientes vasos de Coca-Cola que tolero perfectamente.


Un poco de rabia, durante la prueba no pensé que fuera a hacer un tiempo aceptable, sí antes, pero controlando ritmos y sin fallar a pie como iba pensaba en rozar las 10h30. Si aprieto puedo bajar de las once horas. A ratos lo veo posible, cuando camino veo que el tiempo se aleja. Tras un rato caminando desaparece el dolor miro el gps y queda un kilómetro y poco, llevo 10h55' de carrera. No tengo más planes hasta el otoño, así que apuesto la rodilla y acelero el ritmo a ver si soy capaz de bajar de las once horas. No hay dolor. La lluvia empieza a caer otra vez con fuerza y ya piso la alfombra roja. No choco manos y no veo a A. aunque la oigo animarme. Adelanto a un padre y sus dos hijos de la mano. Atravieso a un trío que va tapando la calle con malos modos, uno se pica conmigo pero no aguanta ni diez metros. Llego a meta solo. Diluvia. Las gradas vacías. Tres segundos sobre las once horas. Lástima.


Contento porque he vuelto a correr de un tirón. La lesión no depende de mi, he hecho las cosas bien, es mala suerte quizás buscada por una mala zancada o mil detalles que no he tenido en cuenta pero que no puedo controlar. Las tripas no se han retorcido, han seguido asimilando alimento y transformándolo en energía como deben hacer siempre.

La primera transición fue larga y la quise hacer deprisa, aún así fue lenta, como la natación, la bici y el tiempo final. En todo el año no he nadado cómodo, pero no puedo exigir más respecto a lo invertido, pero la temporada que viene me esforzaré más. En bici me toco un día de esos que cuando salen en un entreno te vuelves a casa para aprovechar el tiempo en algo más productivo, pero de trescientos sesenta y cinco días que tiene un año tenía que caer en uno de los dos que es obligatorio terminar los 180 km.

Así que postre final de temporada un poco soso, agridulce por la carrera a pie y ligeramente amargo por todo lo demás. Pero me quedo con ganas de más dulce aunque tengo el cuerpo un pocoplof, esta es mucha mejor sensación que la de hace unos meses, tener fuerzas para seguir entrenando un par de días después y la cabeza harta de no encontrar lo buscado tras meses de entrenamiento.


Y cinco días después, la rodilla apenas me molesta.


Se acabó el triatlón por este año.

Eso creo.

Por cierto, el lunes siguiente hubiera sido un día perfecto para correr un ironman.

viernes, 29 de julio de 2011

doce más uno

La memoria del hombre de hierro es mala, y siempre la última maratón parece la peor, también su soberbia es alta, y se cree invencible.

Afrontaba este triatlón de modo un poco distinto a los anteriores, llegaba más descansado, con mejor alimentación y los días previos no me dedicaba a otras actividades lúdicodeportivas extenuantes.

Sabía que iba a llover, y a refrescar. Y llevé material oportuno, más para calle que para competir, y si algo faltaba ahí está la feria para estrenar lo que haga falta. Los días previos eran más frescos que en la península, pero se podía ir por el día con chancletas y pantalón corto. Llovizna, souvenir romántico alemán.

La meta está en la zona más monumental de la ciudad, arrasada durante la Gran Guerra. Enormes gradas a los dos lados y pantalla gigante de vídeo, emociona imaginarlas llenas mientras se recorre la alfombra roja.


La natación está a 25' de autobús. El subanestrujenbajen es gratuito, un autobús urbano lleno de triatletas con sus cabras y familias, nómadas de lux... La vuelta es más relajada, sentados en bancos los triatletas se reúnen en corrillos que puntúan monturas y traseros.


Se da la posibilidad de dejar la bolsa de la T1 colgada o en un barreño al lado de la bici. Opto por lo segundo, porque únicamente tengo que desprenderme del neopreno sin ningún otro cambio de ropa.

 Quince minutos después de los pros salimos los propulares. Circuito en L de fácil orientación que exige un paso por la playa. Nado con buenas sensaciones, sin embargo el tiempo que marco es lento. Hace buena temperatura, no llueve. Salimos de la laguna por una empinada rampa de arena que exige un esfuerzo extra.


A los 20' de rodar en la bici, acoplado por una llana autovía, comienza a llover y voy protegido por el casco y la postura aero. Con el paso de los kilómetros voy percatándome de que hoy es uno de esos días en que no se va, no pasa nada en especial pero no voy. Comienza a llover más y el joule recoge 14 grados.


Los manguitos los dejé en la bolsa de la T1 porque cuando cogí la bici no sentía frío. La predicción daba lluvia tres horas después, casi al final de la bici. Así que decidí no cargar con un chaleco cortavientos al quedarme sin bolsillos, pues cuando me estaba vistiendo en el hotel se rompió sin arreglo la cremallera del top que me ha acompañado en los últimos dos años, así que tuve que utilizar otro que me llevé para entrenar la carrera... es lo que tiene correr el IM número 13.


Sobre todo pasé frío en la segunda hora, tanta pena debí dar que almas caritativas, gracias Xavier, se ofrecen a dejarme prendas de abrigo, pero no tiene sentido desvestir un santo para vestir a otro. La fortuna favorece a los audaces, pero la desgracia se ceba en los pobres. Los mejores, los que salieron antes y los más rápidos, se encontraron la lluvia mucho más tarde, además de que se levantó el viento en la segunda vuelta.


Esta lluvia constante cala lentamente hasta los huesos y mis riñones trabajan a tope para eliminar la lluvia de mi interior. Sólo en la bici varias paradas, cinco para las aguas menores, una para las mayores. Así no se va a ningún lado. El circuito puede ser rápido, pero mi torpeza en la bici y lo deslizante del circuito hace que no arriesgue nada. Subida de cincuenta metros por empedrado donde resbala la rueda trasera. Además hay abundantes giros, pasos por pueblos y rotondas minúsculas con el carril central empedrado. Podía ser un circuito precioso, con varias cuestas donde se acumularan espectadores, pero la lluvia hace que se muestre un poco desangelado, algunos valientes bajo sombrillas degustan cerveza a nuestro paso.


Al llegar a la carpa de la T2 me lo tomo con calma. Ojalá me sacaran un capuccino y unas pastas. Me seco los pies con uno de los dos pares de calcetines que dejé en la bolsa y me pongo los otros, dedo a dedo, con tranquilidad, no tengo prisa por salir a correr, sin embargo mis piernas están mejor que mis ánimos y se lanzan hacia la primera vuelta.

continuará...

domingo, 24 de julio de 2011

es mi turno

Después de tantas frías mañanas que te has levantado con mi lado de la cama vacío; de todas las bolsas de la compra que has cargado; de los platos que has cocinado a veces para comer a horas no habituales; de las preocupaciones que te has llevado por mis retrasos; de las veces que  has tenido que vestirte, arrancar el coche y meter un lugar incierto en el gps para venir a buscarme; de los batidos que me has preparado y de los bidones que has llenado y mantenido todo lo fresco que se podía; de mancharte al abrazarme sudado; de todos los gritos que has pegado para animarme; de quitarme de la cabeza esas ideas, de animarme a llevarlas a cabo o símplemente hacerme reflexionar un poco más sobre ellas; de ir y venir al taller y colgar la bici en su sitio; de desmontarla y montarla; de ayudarme a lavarla; de apoyarme durante esos 20' en el rodillo; de no dormir la noche antes y de madrugar la mañana de la prueba; de echarte carreras para darme algo de comer o sacarme guapo en una foto; de calcular los tiempos en que vuelves a verme y alegrarte si paso antes o dudar si lo hago después; de burlar a los jueces para acompañarme; de esperar para verme salir de la zona reservada; de pegar codazos para conseguir un buen sitio y verme mejor...

 Sólo me queda rematar.

jueves, 21 de julio de 2011

entreno mental

Hoy he estado entrenando duro. El domingo está cerca.

 

Como cualquier ironman europeo que se precie, en Frankfurt llueve. 


Así que he estado poniendo los pies en remojo.


 Y bailando su danza, para que la lluvia sea mi amiga.

miércoles, 20 de julio de 2011

stand by

vuelta y vuelta,
mis ojos hacen fartlek, pasan un par de páginas
y vuelven a cerrarse.
¿podría acostumbrarme?

martes, 19 de julio de 2011

lo que toca

dormir todo lo que te pida el cuerpo,
elevar las piernas,
soñar,
creer firmemente que el trabajo está hecho,
alimentarse bien,
no aprovechar para hacer otras actividades exigentes,
stand-by mode,
ainhoar, en resumen,
recuperar las energías.

lunes, 18 de julio de 2011

Mr X y el Monstruo

El monstruo es un gigante bueno que siempre impone respeto pero que asusta más a quienes no lo conocen. Si te acercas a él preparado pasarás un buen rato, te sentirás fuerte como él y recordarás las sensaciones el resto de tu vida. Eso hará que nunca dejes de prepararte para encontrártelo una y otra vez.


Este año es cuando mejor me encuentro. Ya tuve una choque hace unos meses con el monstruo y me dejó en mi sitio a pesar de no exigirle demasiado, de ir con la confianza del trabajo bien hecho y de haberme divertido tras jugar con bestias más pequeñas. Hace años, las primeras veces, sin conocerle apenas, me lo encontré y me fue muy bien. Sin embargo últimamente siempre algo estropea la cita.


Tras unos días cansado, de encontrarme bien unos días sí y otros no, de sorprenderme en los ritmos corriendo y en bicicleta a pesar de creer que me falta un puntillo todavía, estoy de vacaciones. Espero en estos días hacer una de las partes más importantes del entrenamiento, esa que siempre es la que menos cuido tras empezar este año con la alimentación. Confío en mi entrenador, confío en los que me rodean, es hora de confiar en mi.


domingo, 17 de julio de 2011

historias para princesas insomnes


para S, que dice que tengo mucho cuento 

Su padre esperaba unas manos que de mayor fueran fuertes, que le ayudaran a talar árboles y arrastrar leña. Por eso la abandonó en lo más oscuro de aquel bosque. Fue encontrada por un cervatillo huérfano que la arrastró a una pequeña aldea de tres casas; una de paja, otra de madera y la última de piedra. Se crió en la de paja, la más humilde, pero la que compartía todo lo que tenía.

Creció y se convirtió en trampera y con las pieles de los gatos que cazaba se fabricó unas botas por las que volaba entre la espesura de las montañas. Hacía tartas de queso con la leche de tres cabritillas y se las vendía a ancianas diabéticas que vivían en soledad, con la visita ocasional de algún leñador y el alguacil encargado de la recaudación, peludo como un lobo. Fue uno de estos funcionarios quien la descubrió, y la llevó a la ciudad, donde malvivía en un lúgubre sótano del que únicamente salía para limpiar los pisos superiores. Pasaba hambre y soñaba con los recortes de las revistas que los de arriba tiraban al sótano, imaginaba que las paredes del trastero donde de vivía eran de chocolate, y alguna noche se despertó lamiéndolas, descubriendo que lo que tenía en la boca eran repugnantes restos de mugre. Era limpia y hacendosa, eternamente descalza, sus diminutos pies brillaban como si llevara los mejores zapatos pues siempre estaban sumergidos en la cera que una y otra vez extendía por el suelo de los que apenas se encargaban de alimentarla y vestirla.

 Una tarde en que estaba sola en casa colocando en los armarios la colada una vez limpia, planchada y perfumada, osó probarse uno de aquellos escotados vestidos de la hija mimada de la casa. Vio su cuerpo por primera vez, y de puro contento salió a la calle con el vestido puesto. Entró en un gran salón con el rubor todavía en sus mejillas tras la carrera, con el tizne del hollín como sombra de ojos, despeinada como era ahora moda en el lugar y de puntillas sobre pies brillantes, como si llevara unos taconazos de cristal. Bailó con unos y otros, pero se dió cuenta de que debía volver a casa antes que sus dueños, salió corriendo y en su afán por llegar rápidamente a su cuchitril, se perdió, y tropezó. Se golpeó en la cabeza con un manzano y quedó profundamente dormida, como en coma.

 Los animalillos del bosque apenas podían alimentarla con jugos de bayas que introducían por la comisura de aquellos labios entreabiertos que parecían suspirar un beso. Un cuervo, desde una rama cercana, nunca dejaba de graznar. Su belleza y su placidez no pasaron desapercibidas, pero los conocimientos de la época no podían hacer nada por despertarla, y se la dejó allí, en una casita de cristal sufragada por los comerciantes de la ciudad, pues el turismo que generaba era bueno para el lugar. Muchos pasaron que quisieron despertarla y alguno que silenció allí sus instintos despiertos. Y así fue, que al cabo del tiempo habitual, dio a luz a siete bebés de bajo peso y con ello despertó. Cogió a tres debajo de cada brazo y al último lo colocó en su pecho. Se dirigió a lo más profundo de aquellos montes y allí vive, explotando en familia una mina, de donde sale un mineral famoso por su virtud para forjar anillos.

y para A.,
 todos para ti


sábado, 16 de julio de 2011

la grande boucle


En le Tour ya no se habla sólo francés, castellano o italiano. Ahora el inglés es el idioma más pujante entre un maremagnum de lenguas, entre los que también se oye noruego o los distintos acentos de ruso de las repúblicas exsoviéticas. Pero hay una serie de términos que se mantienen, son los clásicos, aquí va un pequeño glosario que encontré en tierras americanas, os lo dejo de forma que podáis jugar a ver cuántas acertáis:

equipamiento
1.-  une voiture balai
2.- une musette
3.-  une crevaison


estilos de rodar
4.-  le danseuse
5.-  un grimpeur
6.- un puncheur
7.-  un rouleur


general
8.-  une chute
9.- un échappé


la carretera
9.-  un col
10.- une côte
11.- les lacets
12.- hors catégorie


frases hechas
13.- chasse patate
14.- sucer les roués
15.- tenir le gouvernail
16.- finir sur la jante
17.- pédaler avec les oreilles.

Reconozco que muchas no las había oído nunca, pero será que no he estado en el lugar adecuado. 



a)  un escalador
b) rodador
c) pinchazo
d) estar muy cerca de otros ciclistas
e) sucesión de curvas
f) bolsa de avituallamiento
g) escapada
h) llegar a meta hecho polvo
i) pedalear sin técnica ni estilo
j) ciclista, generalmente bajito, con estilo de garra que es bueno en subidas cortas y sprints de pequeños grupos (ej Bettini)
k) pendiente, puerto
j) paso de montaña
l) fuera de categoría
m) rodar entre dos grupos
n) pedalear fuera del sillín
ñ) estar al final del pelotón
o) coche escoba
p) pinchazo



sacado de Rapha, La Fuga
fotos Timm Kölln

viernes, 15 de julio de 2011

lo normal

He estado estos días de pruebas, debía hacerme una analítica por otras cuestiones y la he pospuesto hasta el pico de forma de estas semanas para mirar otras cosas, pues llevaba unas semanas cansado, o con un rendimiento un tanto errático, días de bien y días de muy mal. Los días de muy bien quedaron para las competiciones de estos últimos días o para los entrenos previos al viaje a Utah, los mejores. Al final, los días malos van siendo menos y voy encadenando un par de ellos con buenas sensaciones, aunque debería priorizar mejor unas cosas sobre otras y saber parar.

Tras ocho meses de paleoatleta mis valores analíticos, que nunca han sido malos, son mejores que nunca, todos los depósitos a tope, las grasas mejores que las de un serrano bien curado de alta cuna, únicamente un hematocrito ligeramente bajo, 37.5.

Lo más curioso fue el electrocardiograma. Ya sabía yo de diversos bloqueos que me aparecen cuando entrenaba más fuerte, entraban dentro de la normalidad de su banalidad (bloqueo de primer grado, hemibloqueo). Pero ahora aparecía uno de segundo grado, aunque tipo I, de los dos que hay de segundo grado, el más leve. Hay tres grados de bloqueo.

detrás de cada onda P debe seguir un complejo QRS


Hay una zona en el corazón (en la aurícula) donde se origina el estímulo cardíaco, de ahí la orden, (onda P) o  impulso eléctrico, se transmite al resto del corazón (contracción del ventrículo= QRS) a veces, en mi caso, ese mensaje no llega, se bloquea, por lo tanto de vez en cuando un latido se pierde. Y disminuye la frecuencia cardíaca. En mi , joven, deportista, esto se debe a la estimulación parasimpática del nervio vago, que puede tanto frenar la frecuencia con que se ordenan los latidos, como retrasar su conducción haciendo que alguno no llegue como es lo que sucede.
 una onda P sin QRS, bloqueo.

Al final decidí comentárselo al cardiólogo, el cual decidió registrarme la actividad cardíaca durante 24 horas con un holter. La enfermera que me lo colocaba no dejaba de insistir en que hiciera la vida más normal posible, pero que no me fuera a correr 20km (menos mal que eso ya lo hice hace unos días) que en su lugar  hiciera 15' y que si salía en bici, hiciera 30km en vez de 60 y más suaves...  Es que hay gente que se lo colocamos y se pone a limpiar cristales o se va a la huerta...


Tras estas palabras me quedo pensando si hacer reposo, puesto que mi problema es que con el excesivo reposo mi corazón se ralentiza en exceso (para una persona normal) debería no hacer nada, o hacer vida normal. Al final me decanté por la vida normal, la mía, que también tiene sus ratos de reposo. con su test de watios incluído, donde esta vez subí mi mejor registro en 8watios y alcancé 10 pulsaciones menos.

Lo peor del aparato es asearse con él puesto.


Al leer el registro el aparato registró un par de bloqueos, uno de ellos a las 7 de la tarde, mientras leía, y otros más de madrugada, con una pausa de 2.9". Todo perfecto y normal en una persona asintomática y deportista. Así que tendré que cogerme unas vacaciones, buenos alimentos, descanso y dormir en altura, que el corazón funciona perfectamente.

Todo esto, y la lectura de los periódicos me hace pensar en la normalidad, ¿a qué estarías dispuesto a renunciar para seguir con tu vida normal?

martes, 12 de julio de 2011

ciclomoda

Vive le Tour!

Todo el mundo puede ir  de la cabeza a los pies vestido de marcas de deportes de deslizamiento, pero no de su deporte favorito. Así que de Rapha nos trajimos una camisa y una camiseta, edición especial de Paul Smith. Ambas quedan ceñidas, con bolsillo y reflectante trasero como el de los maillots, un poco más largas por detrás e incluso la camisa tiene lycra y cierto componente cortaviento.



Sólo he montado tres veces en una tabla y casi toda mi ropa interior es de marca de surferos,  pantalones, camisas, gorros y camisetas de skate cuando no lo cojo desde que tenía 10 años, pero con estas camisas, no escondo de donde vengo.

lunes, 11 de julio de 2011

una vez al año

Una vez al año es mi cumpleaños y ese día se permiten cosas que el resto de los días se sueñan.

Guardia que sin ser dura fue pesada, apenas dos horas de sueño arrastrando cansancio de semanas previas. Transición coche-flaca con un par de magdalenas y un café por medio. 124km para cuatro horas, T2 en la cocina, cazuela llena de pasta y solomillo ibérico, friego oyendo el Tour y lo veo terminar tumbado en la pantalla del ipad porque la televisión no coge más de 12 canales. Siesta en la parcela, de donde soy arrancado para ir a una carrera popular en un pueblo cercano. 

Recuentro con amigos. Me coloco en primera línea en la salida, aunque se ve mucho atleta por aquí. Retraso de más de una hora porque el circuito  pasa por delante de la iglesia donde se celebra un entierro.

Calculo que haré el quinto, dice Jony. Miro a mi alrededor, evalúo piernas y presencia de voladoras y me incluyo entre los 12-15 primeros.

Salida lenta, y en el grupo de cabeza los primeros dos kilómetros. Este no es mi sitio, pero es un ritmo muy soportable y estaré aquí hasta que el cuerpo aguante. Es al final de la primera vuelta cuando los dos hermanos deciden marcharse abriendo un gran hueco llevándose a otros cinco detrás. Yo, con mis tres treinta y algo no estoy para cambios de ritmo imposibles. Voy octavo, detrás de mi percibo la marabunta, metros de soledad por delante y por detrás, como siempre, a mi pesar, eludiendo el grupo.

Rara carrera en la que mis padres asisten y me animan en cada uno de los 3 pasos por meta. Lástima que no hayan traído cámara de fotos.

Sigo manteniendo ritmos y puestos, pero los de delante están cada vez más cerca. Jony va cuarto o quinto como predijo. El grupo que me precede en principio compacto, ahora es una línea que está cada vez más cerca.

Subo ligeramente el ritmo, hace calor y a estas velocidades no sé beber agua. Cazo uno, dos, tres y ya estoy parejo con Jony. Nos cantan cuarto y quinto.

No sé qué hago aquí, pero nadie a venido a echarme. Ese de naranja de atrás está subiendo el ritmo. Mi compañero dice que apretemos. Mando la orden a mis piernas, y sorprendentemente responden.

Vuelta al campo de fútbol y meta. Entramos de la mano. 32'51" para 9.920 mts. No está nada mal para mi recién estrenada categoría de veterano, lástima que no den premio...

Dvdg, Manuel, Luis Miguel, Jony e Igor (Club Triatlón Salamanca)

Y como no me dio tiempo en todo el día a preparar nada, piscolabis en el salón del pueblo, tortillas, empanadas, patatas fritas y refrescos azucarados... antipaleodieta total, pero un día es un día y me lo he ganado, eché de menos tarta de hojaldre y crema...

¿Habrá sido hoy especial, o va a seguir así mi recién estrenado año y categoría?

domingo, 10 de julio de 2011

velobiblioteca

Entre los muchos recuerdos de nuestro paso por San Francisco, está este libro, que se suma a nuestra  incipiente tribiblioteca, subsección velobiblioteca. Escrito por un famoso bloguero neoyorquino, explica los inicios del ciclismo como deporte y algo más, establece una taxonomía de todas las tribus que usan la bicicleta y da su opinión sobre múltiples aspectos de este modo de vida, la obsesión por el carbono, por las fixies de manillares cada vez más estrechos, los hierros...


¿Os habéis preguntado alguna vez cuáles son las cosas realmente importantes de la vida? Si tenéis dudas, el autor sugiere echar un vistazo a los Amish. No tienen cremalleras, ni electricidad, ni spotify, ... pero tienen bicicletas.


Analiza por qué nos gusta rodar en bicicleta y nos compara a vampiros, pues ambos tenemos dobles vidas, poderes sobrenaturales y no nos regimos por las mismas reglas que el resto de la humanidad, aunque nos diferenciamos de éstos porque podemos tomar todo el pan de ajo que queramos, podemos rodar de día y de noche y algunos no tenemos tanta necesidad de conseguir sangre o matar.


A pesar del cuidado aspecto de la bici y del ciclista de carretera, de su tradición y reglas , las más ortodoxas de todos los ciclistas, a pesar de ser tipos duros, acostumbrados a un fuerte esfuerzo tanto físico como mental (al rodar  horas y horas solos, en ocasiones con algún compañero al que han de igualar el ritmo), los rodadores no son más unos tramposos interesados únicamente en la conservación de la energía, pues tratan de conseguir el material más ligero posible, la postura más aerodinámica y la estela de sus compañeros para ahorrar watios en el esfuerzo.


Ciclistas de carretera y triatletas comparten el mismo DNA,  igual que las principales religiones monoteístas, ambos montan en bici no por el goce de hacerlo, sino como un ejercicio físico intensos y aman el carbono y lo último aunque acabaron separándose. Mientras los rodadores regatean hasta el último euro, los triatletas pagan al contado cualquier pieza que crean que les otorga alguna ventaja. Dice que los triatletas únicamente aman la bici porque forma parte del triatlón, que amarían igual los bolos si éstos formaran parte del deporte uno y trino, y que no piensan únicamente en la bici, pues siempre están pensando en lo que vendrá después en cada carrera, la bici después de nadar, correr después de pedalear, descansar después de correr.



 Ataca a la industria como madre de la conspiración de que los sillines causan impotencia y da una serie de normas a los no ciclistas para comportarse con los ciclistas, así como consejos a los ciclistas  sobre cómo rodar y mantener la bici. Defiende la bicicleta por goce, por estilo de vida, sin subculturas y menos con modas que no comprende como la ausencia de frenos y las bolsas de mensajero.

Y a los no ciclistas les anima a montar en bici, es sano, es divertido y no hace falta perseguir el dolor, simplemente hay que montar en bici porque nos gusta. Sin hacer caso a las distintas disciplinas ciclistas que buscan el suplicio, como los rodadores, con su ropa ajustada, su electrónica para medir el grado de calvario sufrido y el pique unos con otros, sin sonreir, como un sadomasoquista, diferenciándose de éstos únicamente en la distinta parafernalia fetichista. Se refiere a los contrarrelojistas, o los triatletas, como masoquistas autoeróticos, pues hacen su tortura en soledad y con retención del esfínter anal...


Aunque reconoced que esforzarse en vencer una colina alcanzando su cima es un ejercicio de introspección y superación, porque el dolor por el esfuerzo, aunque la mayoría de las veces es opcional, es una ventana hacia nuestro interior. ¿O no?